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Una imagen de la batalla de Trafalgar pintada por Auguste Mayer en 1836

Sangre y sudor de los marinos españoles

El comandante Jesús Cámpelo ha publicado un completo ensayo sobre la Infantería de Marina más antigua del mundo, 500 años de Historia de España

“No existe tierra, ni mar, ni playa en el mundo que no haya sido regada en algún momento con las sangres y los sudores de los infantes de marina españoles”, expresa el pintor Ferrer-Dalmau en el prólogo de este libro escrito por el comandante de Infantería de Marina Jesús Cámpelo Gaínza, actualmente destinado en la Comandancia General de la Infantería de Marina en San Fernando (Cádiz), “Desde 1537. Historia de la Infantería de Marina más antigua del mundo” (HRM Ediciones). De hecho, “contar sus casi 500 años de vida es prácticamente contar la historia de España”, afirma el autor. La fecha de 1537 marca su inicio porque fue el año en el que el Emperador Carlos I decidió embarcar arcabuceros profesionales en sus galeras para proporcionarles una eficaz protección ante los ataques de las naves del Imperio Otomano, las Compañías Viejas del Mar de Nápoles. Más tarde fue su hijo, Felipe II, quien creó el actual concepto de Guerra Anfibia al empezar a proyectar el poder naval sobre las costas enemigas, utilizando Tercios de Infantería española embarcados de manera permanente en galeras y galeones y creándose así los famosos Tercios de Armada, que eran unidades específicamente adiestradas para el combate en los buques, para navegar en ellos durante largas travesías y desembarcar en la playa que se determinara, es decir, fuerzas navales con capacidad para combatir tanto a bordo como en tierra. “Desde entonces, y con denominaciones y misiones diferentes, la Infantería de Marina española ha participado en las más importantes batallas y acciones de la Historia de España”, afirma.

“Este libro es una actualización y una recopilación cronológica de las glorias y derrotas de este humilde Cuerpo de soldados de marina, haciendo hincapié en todos los que de una u otra manera se distinguieron desde aquel lejano siglo XVI hasta nuestros días”, explica Cámpelo Gaínza. “He querido hacerlo de manera cronológica porque cuando leía o estudiaba libros sobre este tema me faltaba siempre esa exacta cronología para poder entender su desarrollo. Esto conlleva que en ocasiones el texto salte de una zona geográfica a otra, como cuando coinciden las guerras de independencia en la península y en los virreinatos americanos, o incluso de bando, como ocurre en la Guerra Civil”. Por otro lado, “como considero que la historia de la Infantería de Marina ha ido siempre ligada necesariamente a la Fuerza Anfibia de la Armada, he querido incluir también la evolución de los buques y medios de desembarco utilizados en la Armada, así como la evolución de sus principales armas y vehículos”. Y lo más importante, “he incluido, como homenaje y referencia para nosotros, a la gran mayoría de los compañeros caídos en acto de servicio, así como a aquel que fue el máximo responsable del Cuerpo en cada periodo”.

Su intención es también, “que la sociedad española conozca que fue España el primer país que embarcó soldados en buques de la Armada para su defensa y poco después, para transportarlos hasta cualquier costa lejana del mundo para combatir. Que de esta iniciativa española surgieran luego las demás Infanterías de Marina del mundo, debe servirnos de orgullo como españoles”, resalta el comandante. A pesar de haber historiadores “que se niegan a admitir la evidencia –incluso en España-, de que éste es un invento puro y genuinamente español, intentando hacer creer que los Tercios de Armada nunca existieron como tales”. Algo que niega rotundamente, puesto que “está debidamente documentado, y ratificado por el RD 1.888/1978. “Desde el momento en el que un Tercio se adiestró para combatir en los buques y navegar en largas travesías para desembarcar en una costa hostil, ya se estaba hablando de una Fuerza Anfibia, de una Infantería de Marina. Sin lugar a dudas, fue en nuestro Imperio, donde surgió la idea de este innovador concepto táctico y estratégico, del que luego tomaron nota todas las Armadas del mundo”, asegura Cámpelo Gaínza.

Dada su antigüedad, “es lógico que, desde 1537, la Infantería de Marina haya sufrido reformas y reorganizaciones, ostentado diferentes nombres y realizado muy diversas misiones y funciones”. Tradicionalmente, su estudio se ha dividido en etapas, aunque las opiniones difieren, para unos son dos, para otros tres. Pero para el autor, “la división más extendida es la que separa su Historia en cinco épocas perfectamente diferenciadas según la función predominante que la caracterizaba: como fuerza de desembarco, como guarnición de buques, como fuerza expedicionaria, como guarnición de bases y buques o nuevamente como fuerza de desembarco, siendo esta última considerada como la actual, a pesar de que la Infantería de Marina de hoy tiene poco que ver con aquella con la que se recuperó el carácter anfibio en 1957 –declara-. Personalmente, considero que desde 1996, con la renovación orgánica y la participación en misiones internacionales, el Cuerpo se encuentra inmerso en una sexta época histórica. Aun así –explica-, he realizado otra división más completa teniendo en cuenta por orden cronológico, tanto las diferentes denominaciones a lo largo de su historia, como las distintas funciones que ha realizado: “Compañías Viejas del mar de Nápoles” (desde 1537), “Infantería de Armada” (desde 1566), “Cuerpo de Batallones de Marina” (desde 1717), “Brigada Real de Marina” (desde 1827), “Real Cuerpo de Infantería de Marina” (desde 1848), “Infantería de Marina” (desde 1931), “Cuerpo de Infantería de Marina” (desde 1996), “Cuerpo de Infantería de Marina y Fuerza de Infantería de Marina”, (desde 2009)

Dice Ferrer-Dalmau que este libro “nos resultará útil para aprender cómo colaboró la Infantería de Marina en la construcción del gran Imperio de España, cómo luchó por intentar mantenerlo y como hoy en día sigue siendo un referente en nuestro Ejército, participando en misiones internacionales como Bosnia, Haití, Líbano, Afganistán, Somalia o Cabo Verde, siempre bajo su lema: ¡Valientes por tierra y por mar!”.