Nativel Preciado: «Hay muchos gorrones que viven a costa de los que no tienen nada»
En «El santuario de los elefantes», Premio Azorín de novela, reflexiona sobre la codicia de Occidente y el expolio de África
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La novela de Nativel Preciado empezó a tomar forma en pequeños cuadernos dedicados a personajes. La lectura de «Sapiens», de Harari, la revisión de los libros de John Fante y los cuentos que leía a sus nietos le ayudaron a destilar una historia con tintes de aventura y viajes; una ficción «pura y dura, de buenos y malos» que el confinamiento le ayudó a afianzar y delinear con cuidado. El resultado de este proceso fue una novela con tintes de metáfora, «El santuario de los elefantes» (Planeta), que ha merecido el Premio Azorín de este año. Una obra que tiene los ingredientes de las narraciones de viajes, que cuenta con notables ambiciosos y ricos sin escrúpulos que deciden ir a África para esquilmar, todavía más, sus ubérrimas tierras. Pero la naturaleza es sabia y en ocasiones es capaz de vengarse.
–La avaricia es uno de los protagonistas de este libro.
–Con este libro he aprendido que debemos vivir con lo esencial. Deberíamos darnos cuenta de que todo eso que tienen los grandes potentados está de más. Esta gente es insaciable. La riqueza está mal repartida. Eso es injusto. No tiene sentido lo que está sucediendo en el mundo. Aunque existen indicios de que hay algo que está cambiando. Joe Biden está aplicando un discurso radical y en esferas internacionales se están poniendo de acuerdo para mejorar el reparto de la riqueza. Es un principio.
–¿Europa es hipócrita respecto a su posición con África?
–A veces, las buenas intenciones chocan con los intereses primarios. A nivel personal y colectivo. Una cosa es ver paisajes bonitos como los de África y a esos niños, a pesar de sus tripas infladas por hambre, y otra cosa que cualquiera de esos elementos llegue a la puerta de tu casa. Esto es lo que yo llamo la trampa del exotismo. Porque cuando vemos que esas personas están aquí, nos estorban. Los buenos discursos y las bondades se hacen añicos cuando hay que renunciar solo a una parte pequeña de tu bienestar. Mis personajes tienen de todo, pero desean más y quieren esquilmar África, llevarse sus piedras preciosas y lavar ese dinero. Es increíble que suceda esto, parece incomprensible, pero ocurre.
–¿Por qué sucede?
–Se ha fomentado esta ansia de riqueza que, con el tiempo, está degenerando. Este es un sistema que ha tenido sentido, pero ha derivado a algo inviable. Debemos repensarlo. Carece de lógica crear objetos sin parar con fecha de caducidad para crear otros nuevos. Existe tecnología punta en los países ricos a costa de robar todo a otros. No tiene sentido vivir a costa de otros. No puede haber tantos gorrones que quieran vivir costa de los que no tienen nada. Y cuando les hemos robado, decimos que aquí no caben. Hay que repensar el mundo y poner límite a la riqueza y la pobreza.
–Habla de la caza furtiva.
–Los furtivos han asesinado a dos compañeros nuestros cuando estaban haciendo un reportaje sobre ellos. Los furtivos matan a los elefantes y acumulan su marfil. Pero ellos sienten vergüenza y pierden el respeto de su tribu por eso. Lo hacen porque tienen que dar de comer a sus hijos. Todos ellos sufren la maldición por cazar elefantes. Viven en el horror permanente, porque saben que al elefante no hay que matarlo. Pero las multinacionales y los coleccionistas pagan una locura por el marfil o los cuernos de rinoceronte. Es espeluznante.
–Y no es lo único.
–Lo otro es que se ha puesto de moda comer animales salvajes. Nos metemos con los chinos y los tildamos de salvajes por comer fauna que transmite virus. Pero resulta que nosotros damos fortunas por probar la carne de orangutanes y leones. Pero, ¿qué locura es esta? Y esto se tolera. Y los que van a consumir estos manjares, ¿con qué cara lo hacen sabiendo a lo que contribuyen?
–También habla de la compra de tierra en África.
–Por eso existen megalópolis en África. Ciudades que ahora son inabarcables, azotadas por la violencia y con una miseria brutal. Las empresas compran tierras, echan a sus habitantes y estos tienen que emigrar. Los que tienen más arrojo vienen a Europa porque tampoco pueden vivir allí. África está parcelada por los chinos y los grandes inversores que levantan plantaciones. Por no mencionar todo lo que está pasando en la Amazonia por un tal Bolsonaro.
–Todo esto es por una mentalidad materialista.
–La educación es fundamental. Ha habido generaciones criadas en la austeridad, no en el austericidio. La ostentación de la riqueza estaba mal vista antes. Existe una pérdida de valores, del sentido del esfuerzo y de la voluntad. Creo que esto está exacerbado por el sistema. Hay que refundar el capitalismo y los sistemas económicos de manera seria para poder subsistir. No es normal que muchos se vayan a Andorra después de ganar una fortuna porque han tenido la suerte de que cala lo que hacen. Y se llevan con ellos el dinero. Tiene que haber una situación internacional que impida esto.
-Pero siempre ganan los malos.
-El mundo es injusto. No hay reglas claras. En la vida hay que luchar contra la injusticia para tratar de adecentar lo que tienes alrededor.
-Pero a veces la naturaleza se venga.
-Un virus nos ha puesto patas arriba. Es una lección de la naturaleza. Eso significa que no tenemos recursos. La naturaleza es más poderosa que todas multinacionales del mundo. Hemos salido adelante gracias a la ciencia que ha descubierto las vacunas. Pero mientras, muchos gorrones se han metido en sus casas y los que han salido a trabajar para salvar el mundo son los científicos, los agricultores, los panaderos... es la gente necesaria. Lo demás es artificial, forma parte de un sistema equivocado que no funciona. Habrá más pandemias y más situaciones complicadas. Tenemos que aprender. Hay que hacer pequeños signos de cambio; hacer un esfuerzo de respeto, de solidaridad, de sensatez con aquello que nos rodea. Si ahora no damos vacunas a África, los africanos nos van a contagiar porque que van a venir para sobrevivir, porque ya no pueden hacerlo en su tierra y nosotros necesitamos sus materias primas para fabricar coches y desarrollar alta tecnología.
-somos unos piratas.
-Cuando se habla piratería en materia digital, yo digo que no son piratas, son ladrones. Sin más. Unos ladrones. Con la materia prima de África es con lo que se hacemos nuestra alta tecnología. Lo hacen con la connivencia de los dictadores, que han sido puestos en el poder por las potencias occidentales. No es que ellos los hayan elegido. Nosotros los sostenemos para mantener el estatus. No son salvajes que no saben vivir. Estos dictadores están amparados por los intereses de las grandes potencias.