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Esteban González Pons: «Sánchez dirige un gobierno de cuñadas, cuñados y ministras que opinan desde la “pelu”»

El eurodiputado del PP busca casa en la España vacía, pero no está de retirada. Dice que es el “Alfredo Landa de la política española” y le robaron su novela, aunque ya la ha recuperado casi toda
Piluca Bertolín

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Dice que «cada vez es más incómodo vivir en la España rellenada», que a estas alturas ya ha decepcionado alguna vez «a todas las personas que me quieren» y se ha disculpado ante todas las que no, que «la humildad es la escuela en la que uno se matricula a partir de los cincuenta» y él ya está «en séptimo de esos estudios» y cree que el poder en España es una «madre maléfica».
-¿Busca casa en la España vacía para convertirse en ermitaño, granjero o monje?
-La velocidad a que la tecnología nos está cambiando la vida acabará expulsando a buena parte de mi generación del mundo de Blade Runner hacia el que nos dirigimos. No quiero ser parte de una sociedad en que lo virtual es lo real. Al principio creía que sí, pero me equivoqué. Desde que nací he tenido que aprender a escribir al menos seis o siete veces, es lo que va de la caligrafía de la Cartilla Rubio al dictado predictivo de los últimos teléfonos inteligentes, y ya me he cansado. Quiero escapar a la España vacía para salvar lo que pueda de la cultura a la que pertenezco, como hicieron los romanos en el siglo V, que también se refugiaron en la Roma vacía para evitar a los bárbaros en las ciudades. Busco una casa en la España vacía que llenar con mis libros, en la que si puede ser también quepa yo.
-¿Y sabe ya dónde está ese refugio?
-En cualquier parte donde quede rastro de la vida de antes. Mi próximo teléfono móvil será uno antiguo que sólo sirva para recibir llamadas. A los que nacimos en los 60, los 70 y buena parte de los 80, la revolución digital nos está sacando del mercado laboral. A nuestros padres los sustituyen nuestros hijos o sus máquinas, nosotros los vemos pasar. También ocurre en todo lo demás, la política, el periodismo, la literatura… Por eso, muchos babyboomers le haremos un corte de mangas a tanta videoconferencia y nos llenaremos de margaritas el poco pelo que nos quede. Aspiro a convertirme en un hippy viejo.
-¿Aspira a ser alcalde de algún pueblo fantasma?
Seré alcalde de pueblo fantasma cuando en gloria esté, por ahora hago campaña para los vivos. He descubierto que hay más fantasmas en la España rellenada que en la vaciada.
-¿Eso quiere decir que está de retirada?
No, para nada. A este viejo rockero le queda mucha carretera por delante, si Dios, el PP y los votantes quieren. Sólo salvaremos la vieja Europa de la invasión de los nuevos bárbaros con políticos que sean auténticas personas, no con perfiles de Twitter.
-Castilla y León pide colgar una prenda blanca en el tendedero para denunciar el desmantelamiento de la sanidad rural. ¿Cuál pondría usted?
-Siempre mi camisa. Yo soy de camisa blanca. Mi padre y mi abuelo, como médicos, se ponían camisa blanca para pasar consulta, era su manera de demostrar al paciente que iban limpios y una señal de respeto. Uno se pone camisa blanca para las cosas importantes de la vida. Yo colgaría la camisa blanca con que ejercían de médicos mi padre y mi abuelo. Disponer de millones incontables de ayudas europeas y no invertir en sanidad rural es malgastar el dinero. Europa nos ha dado fondos para curarnos todos, no para que se forren algunos. Veremos cómo acaba eso.
-Antes los gurús políticos eran «fontaneros». ¿Ahora?
-Sánchez cambió políticos por fontaneros y convirtió la Moncloa en el cuarto de baño de España, un rinconcito donde hacer lo inconfesable y salir sonriendo. Desde la moción de censura a Rajoy, la política en España se hace en las alcantarillas, todo es roedores, desperdicios y conexiones subterráneas. ¡Cómo se añora la luz del sol en la política nacional!
-Usted que hizo la mili, y volvería cada verano a ella, no sé si cree que con el lenguaje inclusivo, para defender la «matria» la cosa vaya más de pili que de mili...
-Lo que de verdad me inquieta son quienes creen que nos enfrentaremos al modelo chino, superaremos la amenaza rusa, evitaremos el chantaje magrebí, devolveremos la democracia a Venezuela, Cuba o Nicaragua…, opinando desde la pelu. Ni mili, ni pili; alguna ministra es de pelu. A veces uno tiene la sensación de que Sánchez preside un Gobierno de cuñadas y cuñados. Por cierto, siempre fue la «madre patria», y no el «padre patria». La igualdad hay que defenderla sin ridiculeces.
-¿En qué se parece Sánchez a Kennedy?
-En nada, como un huevo a una castaña. De Kennedy, Sánchez sólo tiene el Ken, por eso se ha marcado una campaña americana de novio de Barbie.
-¿Y usted a George Clooney?
-Menos aún. Soy un Alfredo Landa de la política española, un tipo que ha tenido que hacerse viejo para que la gente reconozca que tengo un estilo personal.
-¿Ha encontrado muchos «mamonics» políticos?
-«Mamonics» es como nos llamaban mis padres y mis tíos a los primos cuando les hacíamos descaradamente la pelota para que nos dieran dinero para irnos de viaje en verano. Lo de «mamonics» venía porque, según ellos, no parábamos de mamar de la teta paterna. La política consiste más en ser «mamonics» que en ser héroes.
-¿Se apunta a viajar al espacio al estilo Bezos?
Creo que lo de los viajes al espacio es una gran mentira. Los súper millonarios que organizan esos viajes de turismo espacial en realidad buscan ser los primeros en colonizar el sistema solar. Lo llaman turismo, pero es apropiación. La falta de leyes mundiales hace que miremos con la boca abierta cómo unos señores muy ricos se convierten en okupas en la luna o marte. Branson o Bezos buscan en la luna lo mismo que Lope de Aguirre en El Dorado: riquezas, no turismo.
-¿Cuál sería su mesa bilateral?
-Mi única mesa bilateral fija es con usted para hacer esta entrevista cada verano. Y lo de que España pueda tener una mesa bilateral con Cataluña, visto desde Bruselas, resulta surrealista: Uno no habla con su hígado, ni siquiera con su cerebro o su corazón. España sin Cataluña, no es España.
Decía el Principito que cuando un misterio es demasiado impresionante no es posible desobedecer. ¿Cuál es el suyo?
- Mi misterio es cómo, después de 57 años, soy incapaz de renunciar a escribir. Cuando tengo prácticamente todo hecho en la vida profesional, qué fuerza me obliga ahora a presentarme ante el público como novelista, arriesgándome a un fracaso innecesario, ese es el misterio mío. Transitar de político a escritor es difícil, no sé si antes de mí alguien lo intentó y me encontraré con su cadáver literario por el camino.
-Le han robado su novela... ¿Mejor Sherlock o Mortadelo para pillar al culpable?
-El malasombra que me robó la mochila probablemente revendió cuanto encontrase dentro, incluso el ordenador por piezas, pero para lo más importante no encontrará comprador. He recuperado parte del material, menos treinta páginas...
¿Es el nuevo verso libre del Parlamento Europeo? -después de su voto a favor de retirar las ayudas de Hungría por perseguir a las parejas homosexuales-
- No, en absoluto. En el PP estamos convencidos de que cada uno tiene derecho a amar a quien quiera. Creo que lo que está haciendo Orbán en contra de las parejas del mismo sexo es nazi. Durante este verano, la propia Comisión Europea, presidida por una miembro del PP europeo, ya ha puesto en marcha esas sanciones por si el Gobierno húngaro no retira esa legislación con la que pretende segregar y marginar a los que no considera suficientemente puros. No hay heterosexuales y homosexuales, hay personas.
-¿Vox y el PP son la nueva versión de Pimpinela?
- Vox y el PP son partidos políticos con fundamentos ideológicos bien diferentes. Entre Vox y el PP no existe parentesco democrático, solo vecindad política.
-¿Qué contaría Pons a Biden en veintiséis pasos?
- En veinte pasos le diría: “Conozca usted a Pablo Casado y cambiará la opinión que tiene sobre el futuro de mi país”. Y los seis últimos pasos se los dejaría para meditar sobre lo que le he dicho.
-Si le lanzaran una OPA hostil, ¿a dónde se iría?
- A repoblar la España vacía. ¿No dicen que la belleza está en el interior?, pues eso. Cada vez es más incómodo vivir en la España rellenada.