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Tadeo Jones y el secreto de la taquilla

Enrique Gato vuelve a la carga con la tercera entrega de su saga, que nació hace ya una década y que promete volver a arrasar en recaudación
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Hace ya dieciocho años, el vallisoletano Enrique Gato se agarró a un puñado de experiencias adolescentes, libros de exploradores y toda la mitología del cine ochentero para imaginar a un arqueólogo patoso. Si Harrison Ford debía ser un James Bond “canchero”, Tadeo debía ser un Indiana Jones más inocente. Así nació el bueno de Tadeo Jones. A través de un corto creado en 2004, Gato se puso en el mapa de la animación patria y, todavía con medios limitados, subió la apuesta en 2007 con una secuela de su primer proyecto. Ya en 2012, y con la ayuda de un gigante mediático, Gato asaltó la taquilla: en medio de la enésima crisis del sector provocada por la subida del IVA cultural, el director y animador rompió todas las previsiones y «Las aventuras de Tadeo Jones» recaudó 45 millones de euros en total. El éxito de Gato, además de terminar de impulsar el sector de la animación española como uno en el que ya se podía confiar económicamente, le permitió seguir con su saga y hoy, a una década de debutar en el largometraje, se estrena «Tadeo Jones 3: la tabla esmeralda».
Pixar en el horizonte
«Uno podría pensar que, al ser ya la tercera parte, todo es fácil, todo va rodado, pero no. No hay una fórmula. Cada nueva película son nuevos nervios, nuevas preguntas acerca de qué tipo de cosas le van a gustar al público y cuáles no», confiesa el director, que para esta entrega nos traslada a una excavación en México, a los pasadizos secretos del Louvre en París o a las calles de Chicago: «Desde que se planteó la posibilidad de hacer una tercera parte de la saga, miré a mis referentes en la animación. Y para mí “Toy Story” lo es todo. Es el ejemplo a imitar. Hay pocas terceras partes mejores que la suya, o incluso la de “Shrek”. He intentado analizar cómo esas franquicias consiguieron hacer crecer la saga en la tercera película. Que no se sintiera agotada», añade con sinceridad.
Así, con Pixar en el horizonte («es increíble cómo consiguieron convertir su cine en un evento familiar», añade el director), la nueva aventura del eterno aspirante a arqueólogo, podría decirse, se desmarca del modelo continuista propio de estas sagas. En lugar de volver a explotar una aventura en sentido directo, Gato propicia que Jones y sus compañeros de expedición (excelente adición la de la faraona Ra-Amon-Ah) viajen hacia sí mismos. El resultado no es ni mucho menos metafísico, pero se agradece, por una vez, no escuchar la caja registradora una vez ruedan los créditos.
«Normalmente, cada película nos cuesta unos tres años y medio. Esta la empezamos en el verano de 2018, y la terminamos esta última primavera, en abril. Respecto al equipo, en nuestro máximo esfuerzo hemos sido unas 120 personas trabajando a la vez», explica el director a nivel técnico, en un salto de calidad respecto a la anterior entrega que sí permite recrearse en los pequeños detalles. «Por mucho que avance la tecnología, en la que cada vez se puede hacer más con menos y nos acercamos a un fotorrealismo del que incluso conviene alejarse por momentos para no caer en el vacío artístico, lo importante son los artistas. Hace diez años era muy complicado encontrar profesionales que se dedicaran a esto y ofrecieran buenos resultados. Hoy tenemos una cantera increíble. La industria ya está en pie, y eso permite que podamos subir el nivel», completa orgulloso de su última aventura.