“Toy Story”, los últimos juguetes supervivientes
Se cumple un cuarto de siglo del nacimiento de una saga que cambió la historia de la animación. además, fue la primera película de pixar
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Los juguetes están en peligro de extinción por culpa de las pantallas. Las últimas generaciones que vivieron una infancia sin dispositivos móviles que se vendieron en masa, como la Game Boy o la PlayStation, son las mismas que se enamoraron durante su niñez de una película protagonizada por juguetes que cobraban vida. Se trata de «Toy Story», que cumple 25 años desde su estreno.
Desde la primera vez que vimos a Woody y Buzz en los cines se empezaron a crear una serie de iconos que aún tienen un eco potente, como la canción «Hay un amigo en mí», aquellas paredes con nubes impresas o los propios personajes de la película, que se convirtieron en merchandising en la vida real y empezaron a llenar las habitaciones de los niños de todo el mundo.
Aunque los dos juguetes más vendidos fueron los de los dos protagonistas, Woody y Buzz Lightyear. Un vaquero y un astronauta. El pasado y el futuro. Dos seres que aparentemente pertenecen a épocas y mundos distintos y que, sin embargo, desarrollan una amistad basada en valores como la confianza, el compromiso o la lealtad. El lazo entre ellos dos fue una de las claves del éxito de la película, igual que ocurrió con otras ficciones del momento cimentadas en las amistades entre sus personajes, como «Friends».
Ahora somos más individualistas que nunca y las relaciones son más virtuales que carnales. No obstante, los primeros años de los 90 fueron los de las pandillas, los de los grandes amigos que compartían las calles y crecían en un mundo en el que, tras la caída del muro de Berlín, empezaba a creer más en unificaciones que en enemistades. En definitiva, «Toy Story» trasladó a los niños los valores que caracterizaban una época.
Pero su relevancia no se queda ahí. Además, fue el primer largometraje de una productora que marcaría un antes y un después en la animación, Pixar. De hecho, «Toy Story» fue la primera película animada por ordenador. Así, la tecnología explotaría las posibilidades de un género que, desde entonces, no ha parado de crecer. Tanto que se podía decir que antes de Pixar y el estreno de «Toy Story», Disney contaba con el monopolio de la industria.
Eso sí, hay que recordar que en 2006 Disney recuperó bastante terreno adquiriendo Pixar, que mantendría cierta independencia para la producción de sus propios trabajos. Y, aunque bajo el sello de Disney en la distribución, Pixar ha creado películas fundamentales para el género durante los últimos. Algunas para las que, incluso, el público y la crítica pidieron que, de una vez por todas, se le otorgase el Oscar a la mejor película a una de animación, como fueron los casos de «Coco» o «Inside out».
Este último largometraje fue dirigido por Pete Docter, que perteneció al equipo de guionistas de la primera cinta de «Toy Story». Y también de su secuela, que se estrenó en 1999, cuando las consolas ya le habían quitado bastante protagonismo a los juguetes. Entre el riesgo que supone lanzar una segunda película de una que ha marcado tanto al público, y el cambio en los gustos de los niños, el éxito de «Toy Story 2» no estaba nada claro.
Sin embargo, Pixar estuvo a la altura, desarrolló una historia emocionante repleta de giros y acertó con los nuevos personajes, que se han asentado en las siguientes películas de la saga.
Hubo que esperar más de una década, hasta 2010, para que se estrenase la tercera cinta de «Toy Story». Pixar volvió a demostrar su inteligencia emocional y el exhaustivo conocimiento de su público. Situó a Andy, el dueño de Woody, Buzz y el resto de sus compañeros, en la misma etapa vital que la que estaban pasando (o acababan de pasar) la mayoría de seguidores de la saga. Es decir, la entrada en la universidad e irse fuera de casa por primera vez.
Y claro, ese paso supone un antes y un después. Uno empieza a desvincularse de todos los objetos y recuerdos de su infancia para empezar a desarrollar un nuevo patrimonio de objetos y memorias. En este sentido, Pixar manejó con mucha destreza las decisiones de Andy sobre sus juguetes, los protagonistas de «Toy Story».
Y mientras empezaban a nacer generaciones llamadas «nativas digitales», infectadas desde el primer día de sus vidas por los dispositivos móviles y las pantallas, Pixar comenzaba a crear la idea de la cuarta película de una saga protagonizada por juguetes. Todo un reto.
Aunque el mayor reto era que, para el estreno de la cuarta película, en junio de 2019, el público infantil ya no se identificaba con los juguetes y las generaciones que se habían enamorado de la primera cinta de «Toy Story» habían entrado en la treintena o estaban muy cerca. Muchos tendrían hijos, hipotecas o sus propias empresas, ya no tendrían juguetes, por lo que también parecía complicado mantener el vínculo con el público primigéneo de la serie.
Además, «Toy Story 4» avanza en la misma dirección que la sociedad en temas como el feminismo. Uno de los personajes que aparecen en la primera película, Boo Beep, regreso a la saga después de un tiempo desaparecida. Era una dulce granjera, de vestido rosado, a la sombra siempre de su amado Woody. No obstante, en la cuarta entrega, cuando reaparece, lo hace convertida en una heroína, con una estética menos presumida y con unas habilidades que no había demostrado en ninguna de las películas anteriores. Y abandona la sombra de Woody para ir por delante de él e, incluso, salvarlo.
Al final de «Toy Story 4» (Ojo spoiler), Woody se queda con Boo Beep en el lugar en el que se reencuentra con ella. Mientras, Buzz Lightyear y el resto de los juguetes que han marcado el desarrollo de la saga, se van por otro lado, junto a la familia a la que pertenecen. Este final ha levantado bastantes especulaciones sobre el futuro de la saga, ninguna aclarada todavía por alguna de las personas vinculadas a Pixar y a «Toy Story».
Hay dos teorías que destacan sobre el resto. Por un lado, la de que Pixar está sembrando el terreno para el final definitivo de la saga, que ocurrirá en la quinta cinta. Porque, ¿tiene sentido continuar haciendo ficciones protagonizadas por juguetes cuando ya no se usan como cuando comenzó la saga? La hipótesis de la conclusión también se sostiene en que, en esta cuarta entrega, Pixar ha incluído cameos del resto de películas de la compañía. Eso levanta la sospecha de que la productora se muestra nostálgica por una causa predefinida y no porque sí. ¿Se trata de hacerse un homenaje orientado hacia culminar un ciclo? Quienes creen que la respuesta es afirmativa se apoyan en que, de hecho, el ciclo acabó ya a finales de 2018, cuando el padre de Pixar y de «Toy Story», John Lasseter, abandonó la compañía salpicado por un caso de acosos laboral.
Por otro lado, existe una teoría mucho más esperanzadora para los fans. Hay quien cree que se pretende extender mucho más la saga y, para hacerlo, han apostado por la sangre nueva, con la buena terna de personajes que entraron en «Toy Story 4». Como comprobarán, hay más motivos para creer en una conclusión de la saga en que en una conclusión.
Claro que las últimas entregas han aparecido con, alrededor, una década de diferencia respecto a la anterior, por lo que parece que habrá que esperar más o menos diez años para conocer si «Toy Story» está muy cerca de su punto y final o si, al contrario, durará hasta el infinito y más allá.