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Todas las traiciones de Picasso: las mujeres, el nazismo y la rivalidad artística

José María Beneyto novela la figura del pintor y sacar todas las contradicciones de su vida, desde las personales hasta las artísticas y las políticas

Fotografía de Pablo Picasso dormido en la playa "Mougins", de 1936 o 1937, por la fotógrafa Dora Maar
Fotografía de Pablo Picasso dormido en la playa "Mougins", de 1936 o 1937, por la fotógrafa Dora MaarEFE/Museo Picasso de París

Este Picasso de José María Beneyto parte de las paradojas del hombre y no desde las encrucijadas de la admiración. Lo ha abordado desde la novela porque este es un «artista caleidoscópico, hecho de contradicciones internas», lo que apea al personaje del mito y le da una dimensión más de carne y hueso. El escritor ha abordado al pintor desde la novela, y no a través del ensayo o la historia, porque la ficción brinda la oportunidad de ofrecer un retrato más amplio, con más ángulos y aristas, igual que un cuadro cubista, como afirma él mismo, y así acertar con el retrato. «Es la ventaja de escribir una novela de no-ficción, aunque eso no quiere decir que no sea exacta porque este libro está muy documentado y cada una de las afirmaciones que contiene están recogidas en las biografías que existen sobre él. Pero con la novela puedes ir más lejos y puedes introducirte en la propia mente de Picasso y las personas que lo rodeaban», comenta el autor.

Con estas premisas, José María Beneyto, escritor, catedrático y director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad San Pablo CEU, ha publicado un libro que se sale de los márgenes más frecuentados y ofrece una obra más singular y más propia, un volumen en el que se glosa a Picasso desde ángulos menos transitados. «Las traiciones de Picasso» (Turner), que está apuntalado con diversas voces, recursos narrativos y herramientas de géneros, como el del espionaje, pone sobre la mesa cuestiones que ahora, al cumplirse el 50 aniversario de su fallecimiento, son cuestiones apremiantes. «Cometió tres grandes traiciones -explica-. La primera, de manera clara, es la relación con las mujeres y hasta qué punto eran tóxicas, sobre todo la que mantuvo con Dora Maar. Él ahí jugó un papel muy poco leal, muy traicionero, de manera especial en algunos momentos, y evidente que existía una clara voluntad».

Beneyto, que evita juicios morales, que prefiere siempre plantear preguntas, resalta las paradojas de un pintor con un talento dotado de enormes cimas creativas y que a la vez era capaz de bordar comportamientos de extraordinaria dejadez humana. «Necesitaba la relación con las mujeres. De hecho, es un punto central en toda su obra. Pero al mismo tiempo se apropiaba de ellas, como hacen las mantis religiosas, y las destruía, como fue el caso de Dora Maar».

Beneyto elude respuestas, quizá, porque en enormes ocasiones tienden a ser simplistas, pero reconoce que hoy Picasso es «políticamente incorrecto, aunque a la vez plantea interrogantes. Y esto es lo que yo planteo. ¿Qué hacemos con Picasso en este aniversario? Tenemos su obra, que es extraordinaria, genial, que trae una nueva mirada a la realidad, al arte. Es un gran creador, un titán, uno de los mayores de la historia del arte. Sus obras nos siguen emocionando y todas sus indagaciones continúan siendo interesantes. Ha influido a todos los que han venido detrás de él, pero también tiene esta dimensión».

Beneyto toma un respiro para proseguir poco después y apuntar que «él escribía su propia biografía en casi todo lo que hace. Su pintura tiene que ver con su biografía, con su entorno, con sus pasiones internas, sus furias. Todo esto lo proyecta. Gracias a eso es un gran artista. Por eso lo que nos hace Picasso es obligarnos a interrogarnos sobre la naturaleza del arte, el siglo XX, las relaciones de los creadores con su obra y nuestra propia concepción de lo que puede ser correcto o incorrecto. Es un debate». Y es un debate polémico. Pero él parece que tiene un punto claro, que no admite inflexiones. «No existe ningún genio que esté por encima del bien y el mal. Él es un ser humano con debilidades y están aquí reflejadas».

Pero Beneyto todavía no ha pronunciado las otras dos traiciones de Picasso. La segunda es la relación competitiva que mantiene con otros artistas, a los que fagocita y trata de imitar, copiar o quedarse con sus ideas, como fue el caso de Matisse. Este es un Picasso implacable, obsesionado por formar parte de la Historia y de esa estirpe de genios hecha por Velázquez y Goya. Pero quizá es la última traición la más interesante y, también, la más silenciada. «Es su oportunismo político. Sabemos que después de la Guerra Civil se hizo comunista, estalinista, acompañó la propaganda de Stalin a favor de la paz, pero durante la ocupación de París mantuvo buenas relaciones con los nazis. De hecho, les vendió obras a través de intermediarios y logró que protegieran sus cuadros. Recibía oficiales del Tercer Reich en su estudio, al propio embajador alemán, al encargado de Cultura, y, además, antes mantuvo relaciones con Primo de Rivera porque le interesaba hacer una exposición en Madrid. Desde luego tenía facilidad para lo que es el oportunismo político».