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Crítica de “R.M.N.”: la metástasis de Europa ★★★☆☆

CARAMEL / B TEAM
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección y guion: Cristian Mungiu. Intérpretes: Judith State, Marin Grigore, Macrina Barladeanu, Orsolya Moldovan. Rumanía-Francia-Bélgica-Suecia, 2022, 125 min. Género: Drama.
La ambigüedad del título es llamativa. Podría pensarse que “R.M.N” son las siglas que descomponen “Rumanía”, pero en realidad corresponden a “Resonancia magnética nuclear”, una técnica de diagnóstico por la imagen que visibiliza el cuerpo humano por capas para detectar patologías como tumores y enfermedades degenerativas. Hagan las cuentas, y el símil médico es evidente: Mungiu está preparado para escanear a su país, y que cada uno saque sus propias conclusiones. Así las cosas, su película, situada en la Transilvania profunda, aspira a ser un fresco de una sociedad en plena metástasis, cuyas células cancerígenas se cuentan por doquier: el racismo que sufren los gitanos en Alemania se reproduce en Rumanía con los inmigrantes de Sri Lanka dispuestos a ocupar puestos de trabajo que los locales rechazan, los conflictos étnicos y religiosos contaminan la convivencia comunitaria, la ideología de la extrema derecha es la nueva pandemia. Rumanía, pues, es solo un síntoma de una Europa en caída libre. La película se rige, pues, por una lógica coral, que superpone problemáticas y personajes para hacer evidentes sus temas. Sus subrayados se combinan, de forma desconcertante, con una cierta opacidad narrativa, sobre todo porque Mungiu deja que las relaciones entre sus protagonistas emerjan poco a poco, sin más explicaciones que las que da un rompecabezas en construcción, y porque las aboca a un final abierto, más confuso que productivo. Con todo, el director de la memorable “4 meses, 3 semanas, 2 días” construye de manera ejemplar un clima de violencia asfixiante, y nos regala una de las mejores secuencias del año, diecisiete minutos de una asamblea en plano fijo donde el desenfoque, el fuera de campo, la rabia de las intervenciones de los asistentes y la tensión de los que están en primer término sintetizan magistralmente la radiografía de una sociedad al borde del colapso.
Lo mejor: la secuencia de la asamblea, ‘summa cum laude’ de la sofisticación formal del Nuevo Cine Rumano para crear tensión narrativa.
Lo peor: no convence la opacidad de una conclusión más confusa que abierta.