Arte y polémica

En ocasiones veo nazis

La paranoia conspiranoica en la que se halla envuelto el Kremlin ha llevado a interpretar «Big Mother», de Oleg Kulik, como un trabajo pro-nazi

«Big Mother», de Oleg Kulik, ha desatado la polémica en la Feria de Arte de Moscú por considerarse una burla del símbolo ruso «¡La Madre Patria llama!»
«Big Mother», de Oleg Kulik, ha desatado la polémica en la Feria de Arte de Moscú por considerarse una burla del símbolo ruso «¡La Madre Patria llama!»La RazónLa Razón

Entre 1994 y 1998, el artista de origen ucraniano Oleg Kulik realizó una serie de «performances» en las que, bajo el título de Russian Dog, se comportó como un perro rabioso: saltó sobre los coches, interrumpió el tráfico, mordió a los espectadores hasta malherirlos y provocar su detención... Casi tres décadas más tarde, la figura de Oleg Kulik vuelve a ser noticia mundial como consecuencia del demencial contexto en el que está inmersa Rusia: el totalitario Putin ha restringido la libertad de expresión hasta casi convertir en peligrosa cualquier opinión o expresión artística. Para la última edición de la Feria de Arte de Moscú, Kulik ha concurrido con la escultura Big Mother, en la que una mujer desnuda y entrada en kilos blande una espada. Para algunos fanáticos afines al Kremlin, esta representación constituye una burla de uno de los monumentos más simbólicos del país: ¡La Madre Patria llama!.

Esta gran estatua, de 85 metros de altura y, que fue erigida en Volgogrado para conmemorar la victoria de los soviéticos sobre los nazis, muestra a una mujer con una espada elevada en su mano derecha. La paranoia conspiranoica en la que se halla envuelto el Kremlin ha llevado a interpretar la obra de Kulik como un trabajo pro-nazi y, por ende, en colisión con el discurso oficial de Putin de «desnazificar» Ucrania. Las denuncias de algunos diputados de La Duma llevarán al artista ucraniano a juicio, en lo que supone un atentado más contra la libertad de expresión, de los miles que se están produciendo durante los últimos tiempos en Rusia.

La sorpresa de Kulik ante esta furibunda e histriónica reacción del Kremlin ha sido máxima. De hecho, esta escultura fue expuesta por primera vez en 2018 –mucho antes del la invasión rusa de Ucrania–, y, desde entonces, no le había acarreado ningún problema. De hecho –y como él mismo ha declarado–, dicha obra fue realizada para expresar el trauma vivido tras la separación de su esposa. De alguna manera funcionó como una terapia para él. Pero, para un régimen totalitario como el de Putin, instalado en la falsa propaganda para justificar su ataque a Ucrania, cualquier discurso que se salga de la ortodoxia por él impuesta es considerado como un gesto antipatriótico. Malos, muy malos los tiempos presentes para los creadores rusos.