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Bienvenidos al gabinete de curiosidades de Miró, Tàpies, Barceló, Feito...

El CaixaForum de Madrid abre las puertas a las colecciones privadas (y desconocidas) de diferentes artistas de su catálogo
Las colecciones privadas de Joan Miró o Antoni Tàpies ven la luz en el CaixaForum de Madrid
Las colecciones privadas de Joan Miró o Antoni Tàpies ven la luz en el CaixaForum de MadridEUROPAPRESS

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C. W. Ceram logró un hito con Dioses, tumbas y dioses. Y este no era compilar diferentes y muy buenos apuntes sobre arqueología, ni apoyarse en las notas de personajes versados en los mundos griegos, egipcios o mesopotámicos, como Carter o Champollion; lo cual tiene su mérito. Pero el verdadero paso al frente de esta obra fue acercar la arqueología a todos los públicos, hacer que el pueblo llano viera en el desenterrado de piedras viejas mucho más que polvo. Convertir todo aquello en el verdadero tesoro que supone: cuna de nuestra propia vida.
Y Ceram es también el responsable, sin saberlo y medio de refilón, de que la nueva exposición del CaixaForum madrileño se llame «Dioses, magos y sabios»; «porque la muestra trata de un tipo de arqueología de artista» –sostiene la cocomisaria Àngels de la Mota–, puesto que partiendo de las obras de diez creadores de la Colección de Arte Contemporáneo Fundación la Caixa (Rosa Amorós, Miquel Barceló, Georg Baselitz, Luis Feito, Joan Hernández Pijuan, Manolo Millares, Joan Miró, Susana Solano, Hiroshi Sugimoto y Antoni Tàpies) se propone un recorrido a través de los objetos que esos artistas han reunido a lo largo y ancho de sus aposentos durante años. Piezas procedentes «de culturas no occidentales y obras de arte poco conocidas para el público forman o han formado parte de sus colecciones más personales y, a través de esta exposición –continúa–, desvelan, como si de un yacimiento arqueológico se tratase, los estratos ocultos de sus vidas».
La muestra defiende el valor de estas colecciones «por su capacidad de revelarnos aspectos relacionados con el imaginario del artista», sus referentes, sus intereses e incluso obsesiones, sus procesos creativos... En resumen, su propia obra, o al menos, una parte influyente en esta. Como afirmó el filósofo francés Jean Baudrillard, «el entorno de objetos privados y su posesión es una dimensión tan esencial como imaginaria de nuestra vida. Tan esencial como los sueños», advertía.
Así, los caprichos de uno distan mucho de los del otro. Feito lo tenía claro, él no era ningún coleccionista, sino todo un «acaparador»; para Solano, ese afán recopilador encontraba su sentido en las propias experiencias y era una cuestión vital que iba juntando a través de objetos de los viajes; Tàpies, por su parte, no salía de su estudio para lograr nuevas piezas, sino que alguien lo hacía en su nombre; Millares, que ponía el ojo no tanto en el objeto como en la cultura (en su caso, en la arqueología canaria para profundizar en las raíces del pueblo guanche); Miró y su pasión por el arte popular: «Me emociona. No hay trampas. Va al objetivo»; o un Barceló que «vive en un gabinete de curiosidades –apunta de la Mota–», rodeado de piezas de origen animal.