arte
La fantasía cuántica de Julia Creuheras
La creadora expone en la feria, en la Galería Belmonte, piezas traslúcidas que se mueven entre la ciencia y el arte
El estand de la Galería Belmonte en ARCO esconde un secreto. Tras las obras de Lucía Bayón, unas torsiones en bronce y otras figuras de pasta de tejido, surge una puerta que da a una suerte de «trastienda» en la que, de pronto, se deja ver otro universo. Es un espacio muy reducido, pero no menos rico en arte. De hecho, en unos pocos metros cuadrados se recogen todavía más piezas que en la primera área.
La puerta, entreabierta y detrás de un muro que forma parte del recorrido de Bayón, invita al espectador a asomar la cabeza por la mera inercia de cotillear qué sucede ahí, por conocer qué se mueve entre las bambalinas de una feria de este tipo. Las dudas surgen entre si lo que hay al otro lado de la pared es un lugar de descanso de la propia galería o si de verdad la experiencia continúa. Pues bien, se trata de lo segundo.
Allí aparecen las obras de Julia Creuheras, Andrés Izquierdo, Augusta Lardy, Martin Llavaneras, Claudia Rebeca Lorenzo y Suárez Ángela. Frente a la puerta, es inevitable fijarse en dos piezas que ya mostró la Galería Belmonte en 2024: se trata de los «lightbodies» de Creuheras. Como las definió Mariona Valdés Torrella, sus obras, «esculpidas como elementos translúcidos que ocultan su verdadero estado, tejidas de interacciones entrelazadas o cubiertas por múltiples capas de significado y materia», se convierten de nuevo en metáforas de entidades que existen «en un estado indeterminado», continuaba en aquella muestra que cobra una nueva vida en ARCO. Son dos cuerpos que «habitan la duda». Dichas representaciones se revelan como contenedores de incertidumbre encapsulada a ojos del observador, sugiriendo potencialidad infinita.
Para la artista, igual que para el físico francés Louis-Victor de Broglie, la materia no existe en un estado concreto, sino que todo depende del que observa. La materia, cuando no es observada, existe «en estado de duda», confesaba Creuheras sobre sus «cuerpos de luz» en la inauguración de sus «lightbodies», la que fue su primera muestra individual.
De esta forma, las piezas se convierten en «cuerpos en duda» que, a su vez, se transforman en la principal fuente de inspiración de la creadora: «Atesorar la duda implica desjerarquizar la verdad, y quitarle el trono que siempre le hemos otorgado. Si no hay una única verdad, todas las posibilidades son posibles y están ocurriendo a la vez. Todo está íntimamente ligado, y de ahí que planteo un escenario entre onírico y cuántico, en el que siempre hay capas de realidad entrelazadas, solapadas y posibles».
Para huir del espacio-tiempo, la artista emplea materiales traslúcidos «a través de los cuales puedes intuir lo que hay, aunque no del todo», plantea. Estas dos cajas, o paquetes, que cuelgan de la pared sirven para encapsular las dudas propias y del foráneo. Al mismo tiempo, el hilo de plata que las envuelve es su lazo con «la realidad»: «Un concepto acunado en mecánica cuántica, la teoría de cuerdas, que explica que a nivel subatómico aquello que llamamos partículas son en realidad estados vibracionales».
Cuerpos de luz
Y es en esa misma línea de jugar con lo traslúcido en la que junto a «lightbodies» aparece otra composición que viene de exponerse en Ámsterdam. Son tres resinas con formas de americanas y cojines que utilizan «la luz, la mezcla de texturas y la fantasía», explica en la misma «trastienda».
Las de Creuheras son pinceladas de una Galería Belmonte que también ha apostado fuerte por la citada Lucía Bayón, una artista con la que este diario pudo hablar, ayer mismo, durante el montaje de su exposición. Subida a una escalera y dando los últimos toques. Las torsiones, los vacíos, las cremalleras y el infinito toman protagonismo en un espacio blanco que se salpica de una decena de piezas inéditas y recientes a las que la creadora ha trasladado su propio movimiento.