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Exposición
Retrato desenfocado de un mundo en crisis
Hasta el 12 de abril el CaixaForum de Madrid muestra una nueva clave de interpretación del arte moderno y contemporáneo

El dramatismo de los paisajes de J. M. W. Turner es incluso mayor gracias a su capacidad de evitar los contornos. Una técnica que recuerda al icónico «sfumato» de Leonardo da Vinci, aumentando el genio el nivel de ensoñación de todo el que alguna vez ha admirado sus obras. Esa tendencia a lo difuminado, a lo neblinoso e incluso borroso, se ha extendido a lo largo de la historia del arte. No tanto como una técnica, sino más bien como una herramienta con la que potenciar la sensación de inestabilidad, caos, impotencia o incertidumbre. Alrededor de esta estética se ha confeccionado una colaboración entre el Musée D’Orsay, el Musée de l’Orangerie y la Fundación «la Caixa», que ha dado como fruto una exposición que se acoge en el CaixaForum Madrid hasta el 12 de abril. «Desenfocado. Otra visión del arte» toma los nenúfares de Monet como punto de partida, y explora la poesía del desenfoque como clave de interpretación en el arte moderno y contemporáneo.
El reto para el visitante de esta muestra está en cambiar de perspectiva. «Cuando hablamos de desenfoque artístico siempre se ve como algo negativo», apunta Claire Bernardi, comisaria junto a Emilia Philippot de la exposición. «Al observar el ciclo de nenúfares de Monet, vemos que ese difuminado es omnipresente en su obra, y que es una decisión estética que abre una clave para el arte contemporáneo», defiende. Esta reflexión les ha llevado a congregar 72 obras de 55 artistas que, a través de una amplia variedad de técnicas y formatos –desde la pintura hasta la escultura, la fotografía o el vídeo–, demuestran que «el desenfoque está en resonancia con el mundo actual, lo alimenta», define Bernardi.
Las técnicas son tan variadas como innovadoras. A lo largo de la exposición se suceden obras de Giacometti, Rothko, Soledad Sevilla, Alfredo Jaar, Christian Boltanski o Gerhard Richter. No responde el recorrido a un sentido cronológico, sino temático, dividiéndose en cinco grandes ámbitos. Un «Preámbulo», en el que el impresionismo se sitúa como un verdadero punto de inflexión hacia la disolución de la figura en el arte, y que da paso a «En las fronteras de lo visible», ámbito que aborda el desenfoque como un efecto para desafiar el modo en el que percibimos la realidad.
Si bien lo borroso es definido como una pérdida de nitidez, en la sección «La erosión de las certezas» se explora, a su vez, como una forma privilegiada de captar un mundo inestable. En esta interesante e incómoda sala, se exponen diversas obras procedentes al periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, momento en que artistas como Jaar o Zoran Music asumen el desenfoque como estrategia necesaria ante la convulsión del orden social. El descubrimiento de los campos de concentración y el Holocausto hace que la realidad se desdibuje, pues no hay mirada que la soporte, provocando una visión del arte deformada que se mantiene hasta las crisis más actuales.
Porvenir incierto
El mundo ha sido y, por tanto, sigue siendo difuso. «En una actualidad que necesitamos certidumbres constantes y que las cosas estén delimitadas, esta exposición permite una perspectiva mayor», asegura Bernardi, «que se aleje de esa carrera hacia la precisión en la que nos encontramos, y que va tan lejos que a veces no nos permite distinguir entre la información buena de la mala». Lo indeterminado y lo indistinto es provocado, por tanto, y tal y como representan las dos últimas secciones de la muestra, «Elogio de la indefinición» y «Futuros inciertos», por la profunda conmoción con la que los artistas, pasados y presentes, asisten al orden de un mundo actual confrontado, enfrentado y, por tanto, de porvenir incierto.
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