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La obra de Mir Belenguer, el Baroja autodidacta de la pintura

Hablamos con la hija del pintor valenciano, Sandra Mir, que ha sido la encargada de organizar una extensa muestra de la prolífica obra de su padre

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El próximo 28 de marzo, el Museo Municipal de Albacete acogerá la inauguración de la exposición de la obra del pintor valenciano Francisco Mir Belenguer (Benimamet,1934-Valencia, 2023), cuya hija, Sandra Mir, se ha encargado al detalle de la organización de la misma y de seleccionar con cuidado cada cuadro, con la ayuda encomiable de sus cuatro hermanos. De esta forma, han logrado narrar la historia de este gran pintor autodidacta que impresiona con su técnica y con la variedad de estilos que llegó a abordar.

Un caso admirable el de Mir Belenguer dentro del mundo del arte, ya que fue un pintor prácticamente autodidacta que, teniendo todo en contra para poder desarrollar su talento, lo hizo logrando una prolífica obra y una extensa carrera de la que podrá disfrutar todo el que se acerque al Museo Municipal de Albacete, hasta el 27 de abril.

Una dura infancia

Con Sandra Mir hemos recordado su figura, un niño de posguerra criado en un barrio humilde cuya destreza con los pinceles y su amor por el lienzo merecen esta exposición en su honor que su organizadora ha vivido con mucha emoción. Asegura que “ha sido un honor y un reto enorme”, aunque reconoce que también “muy emotivo, muy duro. He llorado bastante, porque mis dos padres fallecieron; mi madre en 2019 y mi padre en 2023. Queríamos continuar su legado, intentar que su obra no se pierda, que siga viva. Tenemos mucha intención de que sea una exposición itinerante. Tenemos que intentar que vaya a muchas ciudades, que se mueva y perpetuar el legado de mis padres”.

Los inicios de Francisco Mir Belenguer no fueron fáciles. A los 8 años tuvo que dejar la escuela para ayudar a su padre, pintor de brocha gorda. Con nueve años ya realizaba dibujos a lápiz que impresionarían a cualquier pintor adulto y experimentado. La vida y las circunstancias no le permitieron estudiar y solo pudo acudir unos años a la Escuela de Artes y Oficios de Burjassot, en Valencia, que tuvo que abandonar por las vicisitudes económicas que padecía su familia. Sin embargo, Mir Belenguer, curioso nato, no cejó en su empeño de absorber la cultura y de aprender por su cuenta.

Investigador nato

Sandra Mir nos explica que su padre “investigó todos los estilos, todas las técnicas y se estuvo formando durante toda su vida”, algo que se podrá apreciar en esta exposición. Asegura que Mir Belenguer “tenía un espíritu de sacrificio brutal. Sin estudios, leía miraba enciclopedias de arte, se pateó todas las exposiciones". Añade que “dio muchos bandazos en estilos, pero siempre ha sido reconocido por el realismo urbano y sus cuadros sobre las calles de Valencia. Creía que, si un pintor sabe pintar realismo y sabe arte figurativo puede hacer cualquier otra cosa, sin embargo, al revés no. Él era muy purista en esto”.

Detrás de esas obras se escondía siempre una denuncia social. “Algunos críticos dijeron que era el Baroja de la pintura porque retrataba muy bien esas viviendas en las que detrás se pasan penurias, como las penurias que él pasó de pequeño. Fue siempre un outsider, un incomprendido y luchó contra todo”.

Esta muestra resume a la perfección los 70 años de creación de Mir Belenguer. “Creo que mi padre ha sido uno de los autores más prolíficos y uno de los últimos pintores autodidactas del siglo pasado. Tenemos sus libros de registros, porque era muy metódico, y pudo pintar más de diez mil obras”.

Desde su primer dibujo, realizado en 1943, hasta sus últimas obras en 2014, el abanico es amplio. Es esa primera obra del pintor, realizada con 9 años, una de las piezas, quizás, más llamativas. Creada a lápiz, es una copia del descenso de Jesús de la cruz de Jesús que resulta abrumadora para su hija y para cualquiera que lo vea: “No tengo palabras, hay que verla en directo. Ahí muestra el talento natural, innato”.

Aunque Sandra Mir admite que uno de sus cuadros favoritos de la exposición es el que representa la ciudad de Valencia vista desde las Torres de Serrano, confiesa cuál es la pieza preferida realizada por su padre y que también se puede contemplar en la muestra. “Es un cuadro que pintó cuando ya estaba enfermo de Alzheimer y es simplemente una mancha, una sombra de una mujer. Estaba olvidando quién era, pero sus manos todavía funcionaban”.