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cultura
Bettany Hughes: «Las Siete Maravillas del Mundo fueron levantadas por sociedades esclavistas»
La Académica de Oxford dedica una monografía a los edificios más famosos de la antigüedad donde descubre sus secretos y revela cómo fueron destruidos

Bettany Hughes, una pionera de la divulgación de la historia. Cuando la televisión era un imperio de naderías, ella se desmarcó con una serie de documentales sobre la antigüedad que marcaron a una generación de estudiantes. Académica de Oxford, dama del Imperio británico y una mujer que articula bien los viajes y su pasión por el pasado, nos trae ahora los claroscuros de las Siete Maravillas del Mundo, un ensayo, publicado por Ático de los Libros, sobre esos prodigios de la ambición humana: la pirámide de Keops, los jardines colgantes de Babilonia, el templo de Artemisa en Éfeso, la estatua de Zeus en Olimpia, el Coloso de Rosa, el faro de Alejandría y el mausoleo de Halicarnaso, su preferido y el que hubiera gustado que hubiera sobrevivido a los vaivenes de la historia. «Es un monumento excéntrico, impresionante. Para mí es fantástico y además presentaba un montón de influencias culturales, egipcias, carias... estaba totalmente policromado. Está asociado a Mausolo, pero su mujer, Artemisia, participó en su construcción después de que él muriera. Aunque se asocia al nombre de él, para mí representa el poder masculino y femenino».
La lista es antigua, pero la verdad es que es un concepto muy moderno. Casi de la época de internet y del «clickbait».
Como especie nos encantan las listas. Pero esto es lógico y puede explicarse. Las listas introducen significado racional en nuestro entorno. Creemos que a través de ellas podemos entender el mundo, poseer el control sobre el universo, y este concepto es muy helenístico, esa intención de tratar de comprender racionalmente lo que vemos a nuestro alrededor, como hizo Aristóteles. Las listas, hoy y entonces, contribuyen a eso.
Estos monumentos constituyeron el primer «grand tour».
Muchos creen que estos edificios son leyendas, mitos que hemos heredado, pero no es cierto. Existieron. Cuando hablas de ellos algunos creen todavía que son fantasías, pero esos lugares fueron verdaderos y la gente acudía a verlos. Es cierto que era una especie de «grand tour». Ya existían informaciones sobre ellos, como de la estatua de Zeus, de la que Epicteto apuntó que podía morir feliz después de haberla visto. En el fondo, esta lista, como otras más tardías se configuraron como las primeras guías turísticas, como las guías Michelín y configuraron, es cierto, el primer «grand tour».
Apelan a una época en que los hombres se atrevían a afrontar sus desafíos.
Las Siete Maravillas del Mundo fueron auténticos logros de la ingeniería, la voluntad y la ambición humana. Tenían hacia ellos esa actitud y le conducía que funcionaran y que esos proyectos se convirtieran en una realidad. Aunque luego cayeran por terremotos o incendios, a través de ellos los seres humanos demostraron que con las matemáticas y una estrecha colaboración entre los individuos podían construir obras que nos fascinaran y trascendieran su tiempo.
En ese sentido, hay algo en los hombres de Prometeo, de robar el fuego a los dioses.
Estos edificios transmiten psicología. Estas maravillas transmiten una realidad psicológica de ese tiempo, una realidad, que quizá podríamos tildar de juvenil, porque morían con una edad que oscilaban entre 40 y 45 años y no podían posponer demasiado cosas, debían conseguir lo que deseaban lograr. Había un compromiso total con la vida.
Pero había un reverso oscuro. Salvo las pirámides, los demás se construyeron con esclavos
Es muy importante recordar eso. Estos monumentos fueron creados por sociedades que usaban esclavos. Hay que insistir en este punto. Fueron levantados por sociedades esclavistas y sobre el sudor y las lágrimas de muchos. Con las pirámides no eran esclavos, pero sí que hubo gente que fue forzada, aunque es cierto que estos edificios fueron un empeño nacional de los egipcios. Hace tan solo unas semanas, he estado trabajando en Egipto, en las excavaciones de los lugares donde habitaban los trabajadores y hemos descubierto los objetos relaciones con el ocio y su tiempo libre. No fueron forzados. Hay que tener en cuenta que hubo miles de personas involucradas en estas obras y muchas eran individuos corrientes, como carpinteros, canteros, ebanistas...
Hay otro lado oscuro, también.
(Risas). Es cierto. Estas construcciones fueron en realidad las primeras imposiciones sobre el planeta y dejaron una marca sobre él. La expresión de los jardines colgantes no era la realización de una idea romántica. Los monarcas querían decir con él tenían el control sobre la naturaleza. Una cosa es tener el control humano, pero también dominar la naturaleza tiene su aquel. En el fondo estos monumentos son declaraciones del poder del ser humano sobre lo que hay alrededor. Un ejemplo. Para levantar el Coloso se agotaron las reservas de bronce y con estas Siete Maravillas surge los primeros agentes de contaminación y los antiguos se percataron de ellos, comentaban que estaban dejando su marca en el planeta.
De estas Siete Maravillas, solo quedan las pirámides. Qué supone la destrucción del pasado
La destrucción de los monumentos del pasado es trágica y demuestra lo importante que eran estas edificaciones. No tiene ninguna lógica acabar con ellos. Al atacarlos lo que se intenta es atacar la confianza del pueblo y su identidad, porque los países construyen su identidad a través de ellos, que ayudan a la cohesión de estas sociedades. Esta es la razón de por qué estas maravillas y los monumentos se convierten en un objetivo y algunos intentan destruirlas.
Pero se borra una memoria.
Por eso también es muy peligroso. No podemos enterrar la historia. Hay que lidiar con ella. No hay que meterlos de debajo de una alfombra. Están ahí para interrogarlos, para que nos realicemos, para que podamos aprender. Por eso es extremadamente arriesgado que desaparezcan.
Y las humanidades retroceden.
Decir que las humanidades no sirven para nada es ridículo. En tiempos difíciles, la gente busca arte, belleza, para dar sentido y curar sus vidas. Para sentirse reconfortados. Hasta en la prehistoria, una época en que se tallaron cientos de hachas, también se hicieron objetos de extremado valor artístico. La belleza y el conocimiento es el alimento espiritual del ser humano. Da esperanza contemplar el pasado y observar cómo a pesar de lo violentos que son los hombres, todavía estamos aquí como especie y que no nos hemos liquidado.
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