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Chenoa: «No tuve adolescencia ni juventud, me tenía que pagar el piso y la comida»

La célebre cantante presentará la nueva edición de «Operación Triunfo» y sacará en breve un nuevo disco de aires ochenteros
Entrevista con la cantante Chenoa.
Entrevista con la cantante Chenoa. Alberto R. Roldán La Razón
La Razón
  • Javier Menéndez Flores

    Javier Menéndez Flores

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Sin que sirva de precedente, esta entrevista la vamos a empezar hablando de televisión. Pero es que, en este caso, la tele está estrechamente ligada a la música. Chenoa (Mar del Plata, Buenos Aires, 1975), quien se dio a conocer en la primera edición del popular «Operación Triunfo», será la presentadora de la duodécima edición, que arrancará el 20 de noviembre. ¿Se abrirá la espita de los recuerdos y se impondrán las emociones? «Total, y me da un poco de miedo. La gestión emocional va a ser bastante dura. Tengo la intención de ir muy natural, pero igual me paso porque no soy una presentadora al uso. Lo mismo cruzo yo la pasarela por inercia, jaja. El otro día estuve con ellos y, nada más verlos, me puse a llorar. Esas caras de emoción… Verlo desde un segundo plano me está gustando. Creo que voy a empatizar mucho y puede que sea una presentadora de las que lloran en cada canción». ¿Y hay talento en ese grupo de chavales? «Sí, sí, son 3.0. Jolines cómo vienen. No me han recordado a ninguno de los de mi edición, y eso es bueno. Están como más anglo. Han escuchado mucha música y se les nota. Nosotros estábamos más verdes. Yo no, porque mi padre es bajista y mi madre cantante, pero lo mío no cuenta».
Aprovecha aquí Chenoa para hablar de sus sacrificados comienzos, antes de que el concurso televisivo le cambiara y le iluminara la vida: «Vengo de cantar con 16 años, porque mis padres son músicos de hotel (aún siguen cantando en hoteles). No tuve adolescencia ni juventud. Cuando la gente me habla de lo que hacía con 19 años… Yo vivía sola. Me tenía que pagar el piso y la comida cantando en los hoteles o en el casino o en los bares, no salía de fiesta. Intenté ir a la universidad a estudiar historia del arte, porque me gustaba, y no pude compaginarlo». Y no oculta que su cuarto puesto fue agridulce: «Quedar cuarto es duro, pero soy optimista y lo encajé bien. También es que era un reality, y en esos votos finales influyeron factores extramusicales, las emociones. La empatía era otra. Y yo era una tía más dura, no era tan emocional. Quizá porque ya había llorado mucho esos diez años previos».
"Yo hago algo que en España se permite poco, que es el curiosear"Chenoa
¿Y por qué cree que Bisbal es el que más ha triunfado de todos los “triunfitos”? ¿Qué virtudes tiene que le hayan hecho merecedor de ese título y conectar con tanta gente? «Creo que Bisbal nunca ha dejado de crear música, lo ha hecho sin descanso. Esa constancia… es peleón. Él se ha currado el sitio en el que está. En su caso hay mucho trabajo, mucho más de lo que la gente ve. Tiene una buena maquinaria de trabajo detrás, pero él no se queda dormido en los laureles sino que sigue trabajando. Y luego tiene una voz que no es comparable a ninguna. Porque si le oyes cantar sabes que es él. Tiene sello. Personalidad».
La edición en la que Chenoa participó, la primera, en 2001, cabreó muchísimo a los músicos profesionales, quienes se quejaban de que no había espacios como ese para ellos, y en un momento, además, crítico, porque la piratería estaba castigando duramente al sector y los discos no se vendían. Chenoa, Bisbal, Rosa, Bustamante y Manu Tenorio vendieron, en cambio, miles de copias, coparon el mercado. «Yo vi que vender tantos discos como vendíamos no era normal», reconoce. «Nuestra entrada en el mercado del disco fue muy brusca y reactivamos la parte legal de la venta de discos. ¿Entiendo el mosqueo? Claro. Porque de repente aparecen chavales de 17, 18, 19 años y arrasan. La nuestra fue una presencia invasora potente. Pero», niega, «no creo que les robáramos público a los músicos consagrados».
Aunque sí reconoce que aquello trascendió lo musical, porque tocaron el corazón de la gente: «Siempre digo que estoy parida por música y por tele, lo mío es dual. Ese tipo de marketing no estaba en auge: conocías a la persona, cómo comía, cómo dormía, cómo bailaba, cómo se peleaba… Se empatizaba a un nivel muy personal. Y eso provocaba que la gente dijera voy a apoyar a esta chica o a este chico porque me gusta, y te comprabas el disco. Era muy diferente al uso que se hacía y hace en promociones normales, y por eso entiendo que se descolocaran. Pero no tengo sentimiento de culpa, para nada. Yo envié muchas maquetas durante muchos años y nadie me hizo ni caso, y de repente me abrió la puerta “Operación Triunfo”. Siempre me he mostrado muy agradecida con ese programa».
«Bisbal es peleón, se ha currado el sitio en el que está. Y su voz no es comparable a ninguna»Chenoa
Con ocho discos de estudio publicados, asegura que es del último, «Soy humana», que ya tiene siete años, del que se siente responsable al cien por cien: «Es del que más satisfecha me puedo sentir. He tenido cierto control sobre mis discos, con “Absurda Cenicienta” también me sentí muy a gusto, pero en el último es en el que más pude ser yo. Y elegí a mi productora, Maria Marcus, porque quería que fuera una mujer». ¿Y por qué tantos años sin publicar? «Creo que siempre hay una pequeña crisis con la música. Se me abrió una puerta a nivel televisivo. Yo hago algo que en España se permite poco, que es el curiosear. En Estados Unidos, si te da el punto de cantar pero de repente haces una película te pueden hasta llegar a dar un Óscar, aquí no. Aquí o cantas o bailas o haces tele. Llevo siete años en tele, pero no he dejado de hacer colaboraciones musicales. Por ejemplo, un dueto con Carlos Baute que no sé si tiene 14 millones de bajadas en Spoty». Ahora aprovechará la plataforma que le brinda «Operación Triunfo» y sacará un nuevo disco: «Es una vuelta coherente, porque me meto otra vez donde volví y sacar un disco es lo lógico. He logrado hacer una canción, un single nuevo, que tiene un punto ochentero. Saldrá en breve».

La lámpara de Aladino en la garganta

Por Javier Menéndez Flores

Toda Mallorca es un escenario y hay una niña que crece en él como otras lo hacen en palacios o en chabolas o en desiertos o en iglús. La vida era entonces un micrófono volandero. Unos ingleses achicharrados que te miraban sin verte. Una maleta que jamás descansaba y que alojaba en sus tripas a Manhattan Transfer, Earth, Wind & Fire, The Carpenters, Serú Girán, Soda Stereo, Gardel. Y una se hace mujer sin darse cuenta; yendo a diario a cantar de un hotel a un casino, y de este a un bar oscuro con la atmósfera cargada y uno de esos suelos enmoquetados que saben latín y griego de todo lo que han visto y oído. Una se hace mujer, en fin, soñando con otra vida, mientras la única que tienes estrangula esas fantasías improbables pero resuelve la maldición de las facturas.

Solo que un día sucede algo que no estaba previsto, una explosión, un terremoto, un tsunami, y te vuelves tan famosa que cuando te miras en el espejo te preguntas si esa que te observa eres tú o una absurda Cenicienta. Qué alegría más grande, Noa, che. Qué felicidad, qué sueño tangible, qué locura. Y Ana Belén, Christina Aguilera, Geri Halliwell, Paloma San Basilio y Donna Summer sonaban en tu boca distintas pero vigorosas.

Y sobre ese escenario que veían millones de personas desde sus casas, y que para ti era un paraíso con focos, te acordabas de pronto del casino y de esos hijos de la Gran Bretaña que te miraban con gesto de hastío, y de la universidad tantas veces aplazada. Y entonces notabas cómo te sacudía una corriente de electricidad inédita, una rabia más potente que mil búfalos a la carrera, y rematabas la faena con sangre en la mirada y la puerta grande en el bolsillo. Y ya después, en la soledad de tu cuarto de la fortaleza en la que empezó tu segunda vida, llegaste a la conclusión de que la lámpara de Aladino no era ningún cuento porque tú, sin querer y sin recordar cómo, la habías frotado y el genio te había concedido tu mayor deseo.

Y hasta te visitó el amor o, al menos, algo que se le parecía bastante. Y por un tiempo te sentiste culpable porque a lo mejor era injusto lo que te estaba pasando, tenerlo todo. Puede que alguien te oyese en algún lugar porque un día, de cuyo número y mes prefieres no acordarte, el corazón agitado y la cabeza loca te hicieron saltarte todo protocolo y salir a la calle como si fueras a correr, solo que con una angustia en el rostro que valía más que mil palabras.

Pero no hay desdicha que carezca de reverso, y hace ya mucho tiempo que en tu vida sale cada noche el sol, justo antes de acostarte. Y te duermes con la certeza de que todo sigue siendo demasiado hermoso como para ser cierto. Y Nikka Costa continúa ahí, en alguno de los muchos cajones de tu cabeza, como tantas otras cosas que te han ido forjando. Y llevas un trocito de Lennon en una medalla igual que si fuera una virgen. Porque fue el beatle quien dijo no creer en Dios pero sí en él mismo, y no vamos a llevarle ahora la contraria al padre de «Imagine».

Cuando tengas dudas, Chenoa, cuando el pulso te tiemble, acuérdate de ese Elvis perplejo porque nadie le reconocía por la calle, y de cómo ese detalle –otra vez puro, incontaminado, libre– hizo que al subir a un escenario se sintiera igual de ligero que un águila y cantase como nunca, envuelta en aquel cuero negro su alma blanca. Soy humana, sí, pero cuidadito conmigo porque albergo a una superheroína. Cuando vosotros vais, yo ya he vendido todo el género.