Crítica de “Il buco”: el limbo de la natural ★★★★☆
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Dirección: Michelangelo Frammartino. Intérpretes: Leonardo Larocca, Claudia Candusso, Mila Costi, Carlos José Crespo, Antonio Lanza, Nicola Lanza. Italia, 2021. Duración: 93 minutos. Drama.
Lo que se conoce como ecocine, que pone en relación la naturaleza y sus representaciones, evita el antropocentrismo. Lejos del ideal romántico, la fenomenología de lo natural no sirve para representar simbólicamente el alma humana. Lo humano es un fenómeno más de lo natural, y la naturaleza tiene su propia voz. No es extraño, pues, que, en “Il buco”, Michelangelo Frammartino reduzca la presencia de lo humano al plano general, al murmullo o a la mirada silenciosa de un pastor calabrés. Es en ese personaje donde el cineasta italiano está a punto de encontrar un hilo dramático, sobre todo cuando el pastor se pone enfermo, como si la expedición de los espeleólogos a la caverna de Bisutto, que en los años sesenta era la tercera más profunda del mundo, descendiera hacia la muerte. Pero la naturaleza siempre gana a la metáfora: la excelente fotografía de Renato Berta da cuenta de su magnificencia tanto en su expansión -las montañas, el valle- como excavando en sus entrañas.
“Il buco” está situada en 1961. Lo sabemos de pasada, porque escuchamos en una televisión del pueblo un anuncio de la construcción del edificio de Pirelli. Sin embargo, la puesta en escena de Frammartino aniquila la impresión de pasado, porque la Naturaleza siempre es la misma, incita a la suspensión de la temporalidad. El ecocine -como ya demostraba “Le quattro volte”, la anterior y premiada película de Frammartino- tiende al “slow cinema”, al plano dilatado y al ritmo narcótico, para ofrecer una mirada documental sobre lo natural. Lo más fascinante de “Il buco” es que se trata de una reconstrucción del pasado que la Naturaleza proyecta hacia el presente. Ocurre en un limbo del tiempo.
Esa idea de limbo -o de purgatorio- se traduce en las hipnóticas imágenes de la cueva de Bisutto. Frammartino no se conforma con la piel de lo natural, porque examina la oscuridad húmeda de lo que esconde: las formaciones rocosas erosionadas por el agua, la luz de las linternas iluminando estatuas casuales, los ecos de un sonido apagado y subterráneo. En “Il buco”, el director de “Le quattro volte” no solo demuestra que el ecocineasta es, también, espeleólogo -la Naturaleza es una imagen por estratos, con capas siempre por descubrir- sino que todo aquello que no vemos, que está bajo tierra, es propio de una película de ciencia-ficción.
Lo mejor
El modo en que sus imágenes dan voz propia, independiente de lo humano, a la Naturaleza.
Lo peor
Que la mirada contemplativa de Frammartino resulte demasiado exigente para tiempos tan veloces.