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Negritud liberada

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Algo más de «12 años de esclavitud» tuvieron que sufrir los negros para conseguir todos sus derechos, incluido el de abandonar el papel del bueno y simpático tío Tom. En Hollywood, la evolución del protagonismo de los negros puede seguirse desde las escenas racistas de «El nacimiento de una nación» (1915), de Griffith, con el KKC colgándolos de los árboles sureños como «extrañas frutas», que cantaba Billie Holiday, al triunfo de «El cantor de jazz» (1927), la primera película sonora protagonizada por un blanco con la cara pintada de oscuro: Al Jolson. Dos años después, King Vidor dirigió la primera cinta interpretada íntegramente por actores negros: «Aleluya» (1929), con la gran estrella hoy olvidada Nina Mae McKinney, considerada la «Garbo negra». El mismo experimento llevó a Minnelli a dirigir con un reparto de color «Una cabina en el cielo» (1943), basado en un musical de Broadway interpretado por Ethel Waters, Lena Horne, Louis Armstrong y Duke Ellington. La influencia del jazz fue la responsable del cambio que se operó. Pronto, los papeles secundarios de mayordomos y criadas bondadosos serían reconocidos con el Oscar a Hattie McDaniel por su papel de criada en «Lo que el viento se llevó» (1939). El cambio se estaba operando en Broadway, aunque aún tardaría en llegar a Hollywood. En los 50, con el cine de Sidney Poitier, nominado al Oscar por «Fugitivos» (1958), la generación del rock revoluciona la música y el cine. Poitier es el primer actor negro que gana el Oscar por «Los lirios del valle» (1963). Su precedente fue el cantante Harry Belafonte, intérprete de la versión «all-black-cast» de la ópera de Bizet, «Carmen Jones» (1954), junto a una de las más bellas actrices del cine de los 50, Dorothy Dandridge, nominada al Oscar e intérprete del musical de Gershwin «Porgy and Bess» (1959), junto a Sidney Poitier, estrenado en Broadway en 1935.
Poitier inicia la «blaxploitation»
«Matar a un ruiseñor», de Harper Lee, supuso un revulsivo en la literatura de los 60. Ganó el Pulitzer y fue llevada al cine por Robert Mulligan, con Gregory Peck como el abogado que defiende a un negro acusado de violar a una mujer blanca. El filme ganó tres Oscar. Los 60 se cierran con «La jauría humana» (1966) y tres películas de Poitier, convertido en un actor comprometido con la lucha por los derechos civiles de los negros: «Rebelión en las aulas» (1967), «Adivina quién viene esta noche» (1967) y «En el calor de la noche», que rompen el tabú de los «race movie», cine de negros para negros. Con «Ahora me llaman Sr. Tibbs» (19670), Poitier inicia el fenómeno del cine «blaxploitation», al que seguirían clásicos de pelo afro y pantalones acampanados como «Shaft» (1971), «Super Fly» (1972), «Cleopatra Jones» (1973) y «Coffy» (1974), en donde Richard Rountree, Tamara Dobson y Pam Grier se convertirían en mitos del Hollywood multicultural, precedentes de Morgan Freeman, Halle Berry y Will Smith. En la tradición liberal, fue Tarantino quien retomó el subgénero con obras maestras como «Pulp Fiction» (1994), «Jackie Brown» (1997) y «Django desencadenado» (2012), tan alejadas de las pretenciosas visiones «arty» del cine de Spike Lee como del sadismo pornográfico de McQueen, más cerca de «Raíces» (1977) de lo que el Hollywood «obamita» de Bratt Pitt y Clooney pensaron.