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Crítica de teatro

"Los guapos": Trueba y la novela teatral ★★☆☆☆

Casi temerario, más que arriesgado, se antoja este debut teatral del cineasta

Anna Alarcón y Vito Sanz en "Los guapos"
Anna Alarcón y Vito Sanz en "Los guapos"Luis Soria

Autor y director: David Trueba. Interpretación: Anna Alarcón y Vito Sanz. Teatro María Guerrero. Desde el 24 de abril hasta el 9 de junio de 2024.

Nuria (Anna Alarcón) y Pablo (Vito Sanz) se reencuentran después de muchos años en el barrio obrero que los vio crecer. Ella es una superviviente de una época en la que las drogas diezmaban a la población; él, por el contrario, se ha convertido en un abogado de relativo éxito que lucha en los tribunales contra la injusticia social. Nuria ha recurrido a Pablo porque quiere interponer una demanda a la empresa que fabricó el bastón-silla que provocó la muerte de su madre. Los recuerdos de adolescencia, teñidos por la relación sentimental que mantuvieron antes de entrar en la vida adulta y separarse para siempre, se van superponiendo al presente en la interacción de los dos personajes.

Casi temerario, más que arriesgado, se antoja este debut teatral de David Trueba. Su dilatada trayectoria y su demostrada capacidad como novelista y como cineasta no son suficientes para atravesar, sin más pertrechos, el pantanoso territorio del arte escénico. Creo que no era la mejor opción asumir a la vez, en un primer proyecto, la autoría y la dirección, ni era tampoco una buena idea montar, sin experiencia, una historia tan pequeña en un espacio tan imponente como la sala principal del María Guerrero. Cuando digo ‘sencilla’ no hay en ello ninguna intención minorativa; me refiero simplemente a que "Los guapos", desde el punto de vista dramatúrgico, es una obra sin muchas florituras formales que se apoya casi exclusivamente en una pugna más o menos velada -de orden ético, dialéctico y psicológico- entre dos únicos personajes. En este sentido, la proximidad del espectador en una sala más pequeña hubiera favorecido su inmersión en ese conflicto soterrado y hubiera permitido adivinar los rasgos menos obvios de los personajes.

Es verdad que el director trata de echar mano de algunos recursos puramente teatrales, como los apartes, para mostrarnos el mundo interior de los protagonistas, pero no hay buen pulso en su manejo y el recurso termina estorbando más que ayudando a la hora de enriquecer el conflicto o de hacerlo evolucionar. Con un ritmo y una expresividad más propios de los géneros narrativos que del teatro, la historia, fiel al reconocible estilo realista de su creador, discurre bastante plana de principio a fin. Ni llega a cautivar el medido y elegante sentido del humor de Trueba en algunos diálogos ni acaba de emocionar su nostálgica y poética visión del mundo; ese mundo en el que todos vamos acumulando renuncias, muchas veces a nuestro pesar, para seguir un camino que no dejará de ser nunca de incertidumbre.

  • Lo mejor: En esto tiempos de creadores fatuos y presuntuosos, se agradece ver a un autor que quiere contar algo sin vanidad, aunque resulte algo fallido.
  • Lo peor: El movimiento y la dirección de actores ayudan poco a que la historia adquiera el brío que necesitaría para sostenerse en el escenario.