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Clara Obligado: “Las abuelas de mi edad no están en casa bordando, somos la generación hippie del sexo, drogas y rock & roll”

La escritora argentina publica “Tres maneras de decir adiós”, un libro a caballo entre el cuento y la novela que reflexiona sobre tres generaciones de mujeres
La escritora ahonda en sus obsesiones en este volumen de relatos
La escritora ahonda en sus obsesiones en este volumen de relatosManolo YlleraEFE

Madrid Creada:

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Hay muchas maneras de decir adiós, quizá tantas como personas, pero Clara Obligado (Buenos Aires, 1950) ha elegido tres en otros tantos cuentos, largos y autónomos, pero encadenados entre sí, donde ficción y memoria se hibridan para sumergirnos en tres momentos de un linaje familiar de mujeres atravesadas por la vida, por sus alegrías y tristezas, sus pérdidas y hallazgos, mujeres enfrentadas a profundas pérdidas en los diferentes lugares y momentos en los que les tocó vivir. “Tres maneras de decir adiós”, editada por Páginas de Espuma, encierra una honda reflexión sobre temas que preocupan a la autora, las relaciones de pareja, el amor maduro y juvenil y su pérdida, la maternidad y el ser abuela, la soledad, la ecología y los árboles, el lugar miserable en el que se está convirtiendo el mundo, el poder de la cultura, los vientres de alquiler o el proceso creativo del escritor y sus egos. Clara Obligado vive en España desde 1976 a donde llegó como exiliada política de la dictadura militar argentina, es licenciada en Literatura, y ha dirigido talleres de escritura. En su currículum cuenta con publicaciones como “El libro de los viajes equivocados” o “Todo lo que crece” entre muchos.
El libro abarca un período extenso que va de las Olimpíadas de Barcelona hasta lo que podría sucedernos dentro de veinte años, una ucronía que Obligado aborda a caballo entre el cuento y la novela. “Es una investigación sobre los géneros, que no hay que entender como en el XIX, donde es difícil deslindar hasta qué punto es cuento o novela, ese es un territorio que me parece muy fecundo, que me permite más amplitud que la novela, al revés de lo que se dice”, explica.
"No tengo el cerebro formateado, reflexiono sobre el presente y no dejo de ver los problemas que existen"Clara Obligado
Un viaje por tres generaciones que reflexiona sobre el paso del tiempo. “Es uno de los temas importantes, qué hacemos con nuestras pérdidas y qué mundo nos va tocando vivir después”, pero a pesar de los adioses, no son historias pesimistas. “Yo soy una optimista radical, lo que pasa es que no tengo el cerebro formateado, reflexiono sobre el presente y no dejo de ver los problemas que existen, pero pienso que se puede salir, ¿con qué? –se pregunta-, con la cultura. Este libro es esperanzado pero doloroso a la vez, hay una angustia vital, pero también una posibilidad de solventarla con una esperanza razonada”.
En su transcurso, Obligado mezcla ficción y memoria. “El primer cuento se basa en historias personales, de mi experiencia en Argentina a través de alguien que perdió a su pareja en una guerra, yo lo hice en la dictadura y conozco esa emoción. También recuerdo un pueblo de Guadalajara donde tuve una casa durante diez años y hago un homenaje a gente que me contó sus historias, algunas muy desconocidas como las pelonas, mujeres a las que rapaban, las sacaban a la calle sin pelo, con suciedad, le daban aceite de ricino, algo bestial y humillante y desde esta realidad invento una ficción”. Nos pasamos la vida despidiendo cosas, no solo a personas “son muchos los adioses y hay que saber gestionarlos, el primero es el útero materno y de ahí en adelante nos despedimos de unas situaciones e inauguramos otras, pero hay que gestionar ese pasado, eso nos permite construir un futuro interesante, las pérdidas se superan por inhumanas y tremendas que sean, y esa es una razón para el optimismo”, significa.
Quizá, la peor forma de decir adiós es no poder despedirte de tus seres queridos, como ocurrió en la pandemia o pasa en las dictaduras. “Es lo más brutal, cuando los muertos no se entierran, para mí eso es la creación del fantasma, la persona que pierde a alguien y no sabe cómo, está condenada a vivir con un fantasma y a preguntarle eternamente cómo murió, y a mí me ha pasado, por eso piden una ceremonia de búsqueda para subsanarlo porque es muy duro para los familiares, enterrar a los muertos nos hace humanos y no hay gesto más inhumano que impedirlo, es una especie de venganza que se lleva más allá de toda caridad y nos vuelve animales”, sentencia .
Con la edad se pierden y ganan cosas, pero para la escritora, “ser mayor es mejor que ser joven, hay una imagen que dice que la vejez es como subir una montaña, que cuando eres joven no cuesta nada y de viejo cuesta mucho subirla, pero cuando llegas, lo ves todo. Yo he pasado los 70, pero he decidido no ser vieja aún, creo que tengo una especie de sabiduría vital que de pronto me ilumina. Es un periodo que la gente suele denostar porque ve en ti su propia finitud, pero ser viejo es una suerte, para mí es una de las mejores épocas de mi vida, donde todo está en orden y, además, soy abuela, como en el segundo cuento, pero las mujeres de mi generación somos abuelas de otra manera, somos la generación hippie del sexo, drogas y rock & roll, no somos las abuelitas que estamos bordando en casa”, concluye.