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Estreno
Crítica de "Un buen padre": con la Iglesia hemos topado ★★ 1/2
Director: Ronan Tronchot. Guion: Ronan Tronchot y Ludovic du Clary. Intérpretes: Grégory Gadebois, Sarah Pachoud, Noam Morgensztern, Bruno Le Millin. Francia, 2024. Duración: 94 minutos. Drama.

Aquí nos encontramos con una película de tesis, que quiere enfrentar a la Iglesia con la rigidez de su doctrina oficial sobre algunos temas capitales, como el celibato o el aborto, que siguen siendo objeto de debate ahora que el Vaticano parece abrirse a opiniones disidentes. Los cambios, si los hubiere, no serán cosa de dos días, como demuestra “Un buen padre” utilizando el caso ejemplar de Simon, un sacerdote entregado a su parroquia que descubre que, en su etapa de seminarista, hace once años, dejó embarazada a una mujer, que ahora reclama que reconozca a su hijo.
Por muy devoto que sea, por muy cercano que esté a sus feligreses, a los que cuida y escucha con divina paciencia, Simon se topa con el dilema moral que supone haber transgredido una de las normas sagradas de la institución: si quiere seguir como sacerdote tiene que renunciar a su amor paterno en esta tierra. Durante dos tercios del metraje, la película ilustra las contradicciones de Simon al ocultar su paternidad, mientras le observa en su trabajo cotidiano de un modo casi documental -preparar comuniones y bautizos, gestionar la administración de la parroquia, acompañar a devotos moribundos.
Es el tramo más satisfactorio del filme, sobre todo porque describe la cotidianeidad de un sacerdote sin más énfasis que el de su compromiso personal, y por la convincente interpretación de Grégory Gadebois, al que te crees con sotana y jugando a las cartas en el bar del pueblo. Más discutible resulta cuando “Un buen padre” empieza a resolver el conflicto aludiendo a las reacciones (represivas) de la institución, porque el discurso se hace más obvio, y obliga al protagonista a salirse de su humanidad y convertirse en símbolo.
Lo mejor:
La interpretación de Gadebois y la descripción de la vida cotidiana de un sacerdote de provincias.
Lo peor:
Cuando se convierte en una película de tesis y su puesta en escena, que tiende a lo anónimo.
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