Crítica de "Salvajes": una civilización en peligro ★★★ 1/2

Pronto sabremos que los “Salvajes” del título no son ni los animales de la selva de Borneo, ni las tribus ancestrales que la habitan: somos los humanos, que seguimos deforestando uno de los pulmones verdes del globo terráqueo sin atender ni a la fauna ni a la flora, ni mucho menos a las civilizaciones que han echado raíces en los ritmos de lo natural para entender sus posibilidades de futuro. Es la enseñanza de una película de tesis que explicita su discurso anticolonialista y ecológico a partir de, por un lado, la reivindicación de la lucha colectiva, y por otro, el reencuentro con el pasado, que tiene que ver con la esfera de lo íntimo, con el desvelo de un secreto familiar. 

Una de las virtudes de la espléndida “Mi vida como calabacín” era su capacidad de síntesis, su claridad expositiva, y el hecho de no temer a hablar de la muerte incluso en el contexto de una animación pensada para el consumo infantil: si aquella era una melancólica, profunda mirada sobre el duelo, aquí la pérdida se manifiesta a los pocos minutos de metraje, y la ausencia de la madre también gravitará sobre los protagonistas de un modo harto revelador. 

Otro de los hallazgos del anterior filme de Barras -la cromática expresividad del ‘stop motion’ modelado en plastilina- se conserva intacto. El cineasta suizo sabe crear un mundo a través de la tensión entre contrastes -entre los colores de la selva y los de la acción humana-, aunque a veces, la película, vivaz y enérgica, se resienta de la obviedad de su moraleja.

Lo mejor: 

La riqueza creativa de la animación y su compromiso social y emocional.

Lo peor: 

Sus mensajes están escritos y repetidos con demasiada insistencia.