Crítica de "Project Wolf Hunting": Sangre de acero ★★★☆☆
Dirección y guion: Kim Hong-sun. Intérpretes: Seo In-guk, Sung Dong-il, Choi Gwi-hwa, Jung So-min, Jang Dong-yoon, Jeong-hwan Park, Moon-Sung Jung, Jang Young-Nam.Corea del Sur, 2022. Duración: 122 minutos. Acción.
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Dos toneladas y media de sangre falsa, 57 cadáveres y dos horas de metraje después, “Project Wolf Hunting” ha hiperbolizado las derivas violentas del thriller coreano hasta cotas delirantes. El director de la notable “The Chaser” no escatima en medios para que nos creamos que es necesario un dispositivo de seguridad pre-guerra nuclear para transportar a una horda de criminales desde las Filipinas hasta su nativa Corea del Sur. Un enorme barco carguero servirá de provisional depósito del Mal.
Estamos en el terreno de “Con Air”, con su ampuloso sentido del ritmo (Michael Bay reina) y una caracterización de los personajes próxima a la caricatura, coherente con los excesos de un ‘manga’ de carne y hueso: después de que los peligrosos delincuentes logran librarse de sus esposas empezando su particular escabechina, el filme se convierte en festín de sangre con el inesperado despertar de un experimento de la ciencia que también viajaba en el barco, una mezcla de Frankenstein y “Reanimator” que transforma a la película en una versión zombi de ”Soldado universal”.
Con los ojos grapados, más de un siglo de edad y la determinación de un toro miura, Alpha, que así le llaman sus artífices, no deja cuerpo humano con la cabeza que le corresponde. Su alto índice de mortalidad es un espectáculo en sí mismo: Kim Hong-Seon sacrifica cualquier asomo de tensión para que disfrutemos de la creatividad con que esta bestia parda mata a sus víctimas. No es fácil encontrar a un asesino que se cargue a un tipo con el brazo que le han arrancado, a golpes, o que utilice un cráneo anatómico para machacarle la cabeza a su cirujano.
Huelga decir que las motivaciones de los personajes apenas existen, o que se confunden los villanos (en la segunda mitad de la película, tan víctimas como los guardias que los vigilaban), o que, cuando Hong-Seon se acuerda de que está comprometido con algo parecido a un argumento, el giro sorpresa nos prepara para una secuela. A esas alturas, solo la habrán disfrutado -me cuento entre ellos, aunque le vendría bien un buen corte de pelo- los que, dejando los prejuicios en el armario, celebren la soltura con que el horror y el thriller criminal se funden en un solo desmembramiento.
Lo mejor:
La singular hibridación entre thriller esdrújulo y cine de zombis superheroico.
Lo peor:
Su divertida tendencia al exceso dilata innecesariamente el metraje.