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Historia

Los demonios del volcán

Según viejas leyendas, los volcanes, aparte de lava, escondían monstruos. También el Teide, que, según la cultura guanche, aloja en su interior un demonio de las profundidades

El volcán de la Palma durante su última erupción, que puso en jaque a la isla
El volcán de la Palma durante su última erupción, que puso en jaque a la islaGOBIERNO DE CANARIASGOBIERNO DE CANARIAS

En la geografía mítica del mundo antiguo, el volcán es una entrada al fuego que alberga el interior de la tierra. Para los griegos era Hestia la diosa protectora del fuego sagrado del hogar divino y también del hogar comunal en su vertiente romana de Vesta. La llama siempre viva del interior de la tierra podría así ser vista de forma hospitalaria y protectora en un principio. Pero también es un lugar donde se fabrican las maravillas de nuestro mundo. Ese es el caso de Hefesto, dios de la fragua volcánica, el Vulcano romano al que retrata el célebre cuadro de Velázquez, al que los antiguos se imaginaban bajo un volcán ígneo, normalmente el Etna, rodeado de cíclopes y forjando las armas de los héroes y los dioses.

Cuenta su leyenda que, tras nacer como hijo de Hera, la reina madre que lo tuvo por sí misma, esta lo vio tan feo que lo arrojó desde el Olimpo y cayó a tierra. Así quedó patizambo para siempre, marca de artífices en el mundo antiguo. Pasó una buena temporada bajo tierra, aprendiendo las artes de herrería y acaso de alquimia junto a unos interesantes genios subterráneos de Lemnos, una isla del norte de Grecia. Después de esa peripecia volvió al Olimpo y se reconcilió con su madre tras algún que otro rifirrafe. Pero el volcán en la mitología también es concebido como prisión de seres tremendos. Bajo el Etna, el Vesubio, el volcán de Stromboli o quizá bajo la explosiva isla de Tera, y otros hogares de fuegos subterráneos del mundo antiguo, vivían demonios y monstruos sin cuento como el inefable Tifón, al que derrota Zeus en la teogonía de Isidro.

Un ser malvado y sobrenatural

Pues bien, también en la geografía mítica de España hay leyendas sobre los volcanes y fuegos de debajo de la tierra. Por supuesto que se debe localizar en el Teide, el gran volcán de nuestra geografía y la más imponente montaña sagrada que tenemos, como pico más alto de nuestro país. Esta vez se toma el tercero de los motivos mencionados, el del ser terrorífico. Y en la mitología guanche ese demonio que habita las profundidades es Guayota. Un malvado ser sobrenatural que está en esa especie de infierno interior de la tierra dentro del Teide, llamado por los guanches Echeyde y a menudo identificado, a partir de la conquista de las islas, por los cronistas y religiosos, con el demonio dentro del infierno. No sabemos mucho de la mitología guanche, sino por fuentes tardías e interesadas. La leyenda en todo caso sigue el patrón conocido de las cosmogonías (como la de Hesíodo) del enfrentamiento entre el dios supremo que ordena el mundo en un cosmos u ordenamiento y el ser subterráneo y terrible que lo trastoca y pretende volver a instalar el caos en el mundo.

Se cuenta que este demonio o dios del mal, Guayota, había luchado contra el dios supremo de los guanches, llamado Achamán. Guayota habría intentado subvertir el orden del mundo encerrando al dios del sol, Magec, dentro del volcán, para quedarse con su fuego luminoso. Así habría causado que todo el orbe quedara a oscuras y el ser humano indefenso ante las tinieblas. Tras los ruegos de los humanos, Achamán habría combatido fieramente con Guayota para liberar al sol. Luego, tras derrotarlo, lo encerró en el volcán y selló el cráter. No está lejos, desde luego, esta leyenda de la que cuenta Hesíodo sobre Zeus y Tifón. Tifón también atenta contra los dioses y pone en fuga y en jaque a todo el Olimpo, llegando incluso a derrotar temporalmente a Zeus.

La historia se basa también en las mitologías orientales, de Mesopotamia o de Anatolia, en torno a la lucha del dios supremo de la tormenta y el cielo contra un demonio maligno en forma de serpiente y que simbolizaba el fuego del interior de la tierra. Después de su derrota, Tifón es también encerrado dentro de un volcán. El esquema se repite, por supuesto, en la lucha de los olímpicos con los titanes, que también cuenta Hesíodo. Los titanes serán encerrados bajo muchas llaves y guardianes en el mundo subterráneo, donde alberga el fuego eterno del interior de la tierra. No sabemos si el mito guanche era exactamente así, pues acaso las fuentes cristianas hubieran retocado el relato sobre la base de la historia del ángel caído y la oposición dualista entre Dios y Satán. En todo caso, no es de extrañar que la gran montaña que preside Tenerife y que fue adorada como sagrada por los pueblos antiguos de la isla albergue este tipo de seres fantásticos cuyos paralelos se ven en diversas mitologías. Una geografía mítica de nuestro país no podría nunca obviar las grandes moles que presiden la imaginación de los antiguos y siguen sobrecogiendo la de los modernos.