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¿De dónde viene el Lexit?: el derecho histórico que plantea León

Este movimiento generado pretende que León, Zamora y Salamanca se separen de Castilla para formar su propia comunidad Autónoma
Mapa que escenifica el tiempo en el que León y Castilla la Vieja eran dos regiones diferentes
Mapa que escenifica el tiempo en el que León y Castilla la Vieja eran dos regiones diferentesArchivo
La Razón
  • César Alcalá

    César Alcalá

Madrid Creada:

Última actualización:

Se vuelve a poner sobre la mesa el derecho de las autonomías de las regiones, como recoge el artículo 2 de la Constitución. En esta ocasión vinculado al hecho que León quiere o aspira a separarse de Castilla. Actualmente la Comunidad Autónoma es Castilla y León, dos reinos que en algunos momentos de la historia actuaron separadamente. La aspiración es que haya dos comunidades autónomas. Una llamada Castilla -la antigua Castilla la Vieja- y otra llamada León -el antiguo Reino de León-. El pasado miércoles 26 de junio, la Diputación de León aprobó una moción por la cual se pedía la autonomía de León. Votaron a favor el PSOE y Unión del Pueblo Leonés. En contra el PP y VOX. A lo largo de toda la provincia se han aprobado mociones similares, un total de 63. En su momento, al principio de la democracia, el café para todos hubiera permitido que esto fuera posible. Ahora bien, el encaje autonómico hizo que esto no fuera posible.
Todo este movimiento esta vinculado a una pregunta. ¿Qué es le Lexit? La palabra es el acrónimo de León Exit. Se pretende que León, Zamora y Salamanca se separen de Castilla para formar su propia comunidad Autónoma. Se puede afirmar que el Reino de León tiene características culturales e históricas que permitirían esta acepción. Aunque se pueda pensar que tiene razón, un cambio administrativo supondría un reequilibrio en la distribución de recursos y competencias. Es significativo un hecho, León es la cuna del parlamentarismo. El Reino de León se fundó en el año 910, cuando los príncipes cristianos del Reino de Asturias trasladaron su capital de Oviedo a la ciudad de León. En aquella época tuvo un papel fundamental en la Reconquista y en la formación de los otros reinos cristianos de la Península Ibérica. En el 1230 se unió al Reino de Castilla para formar la Corona de Aragón. Entre 1296 y 1301 León recuperó su independencia, por cuestiones sucesorias, finalmente quedó como parte de la Corona de Castilla. El termino región se recuperó en 1833 y la Constitución de 1978 volvió a unirlos con Castilla.
Decíamos antes que León es la cuna del parlamentarismo, a pesar de las palabras que en 1973 pronunció Pau Casals, en la ONU, a favor de Cataluña y sus ganas de ensalzar aquello que nunca existió. Cataluña nunca ha sido la cuna del parlamentarismo. Este honor lo tiene León desde el 1188. Desde el 2013 la UNESCO -la cual como miembro de la ONU desmintió a Casals- dio a León el título de Memoria de la Humanidad como Cuna del Parlamentarismo. Los Decreta (decretos) atribuidos a 1188 reúnen la confirmación de decretos de carácter general como, por ejemplo, el no atentar contra la propiedad ajena, resolver las querellas ante la justicia o la promesa del rey de no entrar en guerra sin contar con todos los que le deben dar su consejo. Se promulgaron nuevas leyes destinadas a proteger a los ciudadanos y a sus bienes contra los abusos y arbitrariedades del poder de los nobles, del clero y del propio Rey.
Este importante conjunto de decretos ha sido calificado con el nombre de Carta Magna Leonesa. Fernando de Arvizu, catedrático de la Universidad de León declara que “sin necesidad de que la Unesco lo hubiera dicho, los documentos que algunos historiadores del Derecho hemos estudiado desde hace años han concluido que en 1188 asistieron, por primera vez en la Historia, ciudadanos a una reunión de la Curia Regia extraordinaria, plena o pregonada. Así nacieron las Cortes”. Y añade sobre quienes siguen defendiendo al Reino Unido, aunque sea sin documentos que “venir ahora con auténticas monsergas -y perdón por lo crudo de la expresión- de que cuando se habla de Parlamentos no se hace en sentido propio -pues que no se haga- o que se alude a su influencia en el mundo, cosa más que discutible y esto sólo para expertos, no es más que reivindicar una siempre supuesta supremacía de lo británico, o de lo inglés, sobre cualquier otra institución política. A mí eso me parece pueril”.