«Eco y Narciso»: Un Calderón complicado y hermoso
Autor: Calderón de la Barca. Director: David Martínez. Intérpretes: Lara Grube, Jorge Kent, Héctor Carballo, Manuel Moya, Ana Vélez... Gira por España. Próximas representaciones en octubre de 2017: Tomelloso, Hellín, Valdepeñas...
Está levantando bastante expectación entre el público más teatrero este montaje de la compañía Miseria y Hambre Producciones en su gira veraniega por los festivales de teatro clásico más conocidos del país. Y es comprensible que así esté siendo si tenemos en cuenta que estamos ante una obra de un autor de la talla de Calderón de la Barca que apenas se representa en la actualidad –como ocurre con casi todos sus dramas mitológicos– y que, además, el proyecto cuenta con la participación de algunos profesionales quizá no muy conocidos para el gran público, pero cuyos nombres sí tienen ya un merecido prestigio en el «mundillo» escénico, como son los de Héctor Carballo, Jorge Kent, María Besant y Lara Grube, entre otros. Aunque el resultado es algo desigual, la empresa es de por sí lo suficientemente seria y atrevida como para que merezca, ya solo por eso, el mayor de los respetos. En cuanto a los errores o tropiezos de la propuesta, quizá el principal sea que ni Elena Sánchez, como autora de la versión, ni el director David Martínez han sabido clarificar el verso de Calderón en una trama que era muy conocida durante los siglos XVI y XVII –está inspirada en la mitología y en el poema épico de Ovidio–, pero que hoy resulta un tanto intrincada y puede sonar a chino a la mayoría de los espectadores. Una pena si tenemos en cuenta que, precisamente en la pluma de Calderón, la historia gana con respecto al material original en complejidad, en profundidad e incluso, atendiendo a la sensibilidad del hombre contemporáneo, en belleza poética –los pasajes en los que Eco forma nuevos versos repitiendo los finales de los versos de Narciso, por ejemplo, son una exhibición magistral de preciosismo conceptual–. Lo que sí logra el director de esta versión que, por otra parte, es sumamente elegante –y en la que al final se suaviza con sutileza el inexorable racionalismo calderoniano–, es crear, al margen del verbo, algunas escenas con una exquisita sensibilidad sensorial, merced en buena medida a la música de Irma Catalina Álvarez y al diseño de vídeo que firma conjuntamente toda la compañía.
Lo mejor
El clima escénico alcanza en algunos momentos una exquisita belleza
Lo peor
Al espectador que no conozca previamente la historia le costará comprenderla del todo