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«El curioso incidente del perro... »: Proezas de un chico listo

«El curioso incidente del perro... »: Proezas de un chico listo
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Autor: Mark Haddon. Versión: Simon Stephens. Director: José Luis Arellano. Intérpretes: Álex Villazán, Marcial Álvarez, Lara Grube, Mabel del Pozo. Teatro Marquina. Madrid. Hasta el 14 de octubre.

Ya sea dentro de su trabajo habitual con La Joven Compañía, ya sea distanciándose un poquito de ella como en este caso, está claro que a José Luis Arellano le interesa sobremanera la diversidad de asuntos y problemas que rigen los pasos del hombre en su iniciación a la vida adulta. Partiendo del excelente material ya elaborado por el dramaturgo inglés Simon Stephens, y traducido por José Luis Collado, el director se lanza con mucho arrojo y con extraordinarios resultados a la aventura de llevar al escenario la exitosa novela de Mark Haddon «El curioso incidente del perro a medianoche». Publicada en 2003 y aún hoy muy recordada y leída en todos los idiomas a los que fue traducida, la obra cuenta en primera persona las peripecias de un chaval con un tipo de autismo no especificado –podría ser síndrome de Asperger– que trata de averiguar quién ha matado al perro de su vecina y que terminará descubriendo las vergonzosas mentiras que sostienen a su propia familia. Hay dos elementos fundamentales en esta adaptación y en su puesta en escena que han sabido manejar con mucha inteligencia Stephens y Arellano: el movimiento escénico, que permite recrear con eficacia una acción que es en esencia mucho más novelesca que teatral, y el humor, muy presente en el libro y perfectamente dosificado en la lectura que aquí se hace del personaje principal para que la balanza no pueda inclinase hacia el melodrama desmedido ni tampoco hacia la patochada superficial. Bajo la prodigiosa coreografía de Andoni Larrabeiti, los actores van entrando y saliendo con gran dinamismo en la trama -a veces encarnando a personajes definidos y otras veces como útiles piezas vivientes del decorado- en un espacio concebido por Gerardo Vera –que ejerce en esta ocasión de escenógrafo– y dotado de sorprendente y apropiada funcionalidad. En él se integra de maravilla el trabajo de proyecciones que ha realizado Álvaro Luna, y que representa muy bien, con elementos geométricos y algebraicos, el complejo e impenetrable mundo interior del protagonista. Todo esto, lógicamente, serviría de muy poco si en la piel de ese protagonista no hubiese un actorazo como demuestra aquí ser, a pesar de su corta experiencia, el jovencísimo Álex Villazán, que realiza una soberbia composición de su personaje para no caricaturizarlo ni tampoco limitarlo más de la cuenta a los rasgos psicológicos que caracterizan su trastorno. Acompañándolo, dentro de un reparto algo desigual, destaca la espléndida Lara Grube, que trabaja en teatro menos de lo que se merece y que saca siempre el mejor partido posible a cada papel que le ofrecen.

LO MEJOR

La impecable teatralidad que se le ha dado a un texto que, a priori, no la tenía

LO PEOR

Convendría recortar más algunas de las escenas de la segunda parte en aras de la fluidez