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El éxito pírrico del #MeToo: menos mujeres directoras que hace 20 años

larazon

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Hace prácticamente un año, Oprah Winfrey, esa señora que, dicen, aspira a apear a Trump del Despacho Oval, abrió las aguas del heteropatriarcado en un discurso, el de los Globos de Oro, que la historia contemplará a buen seguro como el Gettysburg Speech del feminismo. Igual que Lincoln liberó a los negros de la servidumbre (bueno, solo un poco...), la ex presentadora, con su «ha llegado el momento», inauguró oficialmente el Camelot de las mujeres, les dio un lugar en el mundo: más que una habitación propia, las llaves del cortijo. Uno de esos «momentos estelares de la humanidad» que Stefan Zweig no llegó a tiempo de escribir. Lo que vino después fue una corriente de optimismo general (en mujeres pero también en hombres de buena voluntad) y, ¿por qué ocultarlo?, la mayor caza de brujas vista desde los tiempos de McCarthy en Hollywood, que envió al paredón, con justicia, a una serie de indeseables contrastados por los jueces (Weinstein, Spacey, etc...) y arrojó cizaña sobre casos complejos (Woody Allen, por ejemplo) anegándolos en proclamas maximalistas. Incluso aquellos que se enfrentaron y sobrevivieron al maccarthismo, pongamos un Bogart, hoy serían vistos como simples «machirulos», pilares de una cultura caduca. El #MeToo y el #TimesUp, con su rodillo incesante durante varios meses en redes sociales y medios de comunicación, adquirió rápidamente la apariencia de una verdadera revolución. Pero una consigna no hace una ley y el ruido de fondo (hubo mucho en los meses álgidos del #MeToo) no permite sentarse a hablar para cambiar las cosas. Si a eso se suma la cínica y lampedusiana actitud de los gerifaltes masculinos de Hollywood –una industria machista desde que se colocó la primera piedra–, con su colaboracionismo de cara a la galería, materializado en pines en la solapa y propósitos de enmienda, ¿cómo podemos extrañarnos de que el mensaje redentor de Oprah se haya diluido como lágrimas en la lluvia en solo un año? Y es que en 2018, mientras las palabras «mujer» o «feminismo» ocupaban una y otra vez las portadas del mundo y llenaba la boca de Hollywood, solo un 8% de mujeres dirigía una película en Estados Unidos, según el estudio «2018 Celluloid Ceiling». Exactamente un 3% menos que en 2017 y un punto menos que hace 20 años. Más cristal para el techo precisamente en el año en que soñamos con demolerlo. «Ha llegado el momento», dijo Oprah hace solo 12 meses. Pobre. También Lincoln «liberó» a los negros y aún hoy están esperando el maná del cielo. Hará falta algo más que hashtags.