El matrimonio de conveniencia de Rubens
Sevilla presenta dos obras del pintor flamenco, Hércules y Deyanira, que han sobrevivido juntos el paso del tiempo y que se exhiben en el bello Palacio de Lebrija.
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Sevilla presenta dos obras del pintor flamenco, Hércules y Deyanira, que han sobrevivido juntos el paso del tiempo y que se exhiben en el bello Palacio de Lebrija.
Varios misterios envuelven a «Hércules» y «Deyanira», los dos lienzos de Rubens que desde ayer se exponen en Sevilla por primera vez en España. Pero seguramente el mayor de todos es cómo estas dos obras, concebidas para estar juntas, pudieron permanecer unidas a pesar del paso del tiempo, que las hizo pasar de mano en mano e incluso las hizo objeto de venta por anticuarios. Sin embargo, ambas pueden contemplarse desde ayer en el Palacio de Nebrija de la capital andaluza, un lugar que conserva la esencia de la tradición grecolatina y que ayer recibió a las máximas autoridades locales pese a la dura competencia: en otro punto de la ciudad, Barack Obama participaba en el Congreso Mundial del Turismo. «Obama ha entendido perfectamente que yo esté aquí en esta presentación. Es un señor», bromeó el alcalde de la ciudad, Juan Espadas, que después fue al encuentro del ex presidente estadounidense.
La carrera por los focos entre ambos eventos, en el fondo, resultaba simbólica, pues el turismo que mueve Sevilla será también el que haga girar la rueda de la exposición, presentada como «un diálogo entre la obra de Rubens y el palacio» que lo acoge. «Me dicen que en otras ciudades construyen museos. Será porque no tienen –dijo el regidor–. Esta casa es la historia de la ciudad y de una familia. Y también es un museo que queremos que siga atrayendo a personas». El Palacio de Lebrija, levantado en el siglo XVI, como es conocido, guarda una impresionante colección de arte grecolatino, con piezas recuperadas por la condesa de Lebrija, que compró y restauró piezas con onmívoro afán coleccionista a lo largo de sus viajes. Sin embargo, conceptualmente, más allá de la muy conocida conexión del pintor flamenco con la corte española y la explicación del turismo, claro, la presentación de estas obras apenas puede argumentarse en dicho palacio con el apoyo de un magnífico mosaico en el que están representadas las aventuras amorosas de Zeus, padre de Hércules. Por lo demás, la presentación de apenas esas dos obras se antojaba algo escaso como discurso. El prestatario, el presidente de la Fundación Terzo Pilastro, Emmanuele F. M. Emanuele di Villabianca, barón de Culcasi, recordó que, pese a haber pasado años de su juventud en Sevilla, «no conocía este palacio, y ahora sólo tengo un sueño. Que me den una habitación, aunque sea la del portero».
El jardín de las Hespérides
En todo caso, las dos piezas se presentaban en el palacio con esplendor. Tanto el «Hercules en el Jardín de las Hespérides» como su mujer, «Deyanira tentada por la furia», en cualquier contexto hablan por sí solos. El primero, majestuoso y poderoso, y la segunda, turbadora y exuberante, muestran un Rubens de madurez. En contra de lo que se pensaba anteriormente, se cree que las piezas pueden haber sido creadas en torno a 1638, dos años antes del fallecimiento del pintor holandés. En esa etapa, según explicó la comisaria de la muestra, Annamaria Bava, «estaba muy influido por Tiziano, al que tuvo oportunidad de estudiar en Madrid. La técnica de ambas pinturas, un poco esfumada, con toques de luz y de color muy matizados, también apunta a una fase tardía de su producción». Finalmente, el parecido del rostro de Deyanira con la segunda mujer del pintor, con quien se casó en 1630, terminaría de apuntalar esta tesis. «También se pensaba que nacieron para estar juntas pero podría parecer que no, porque miran al mismo sitio y por eso hemos llegado a la conclusión de que la idea de Rubens es que estuvieran enfrentadas una con la otra», añadió la comisaria.
Una de las posibles conexiones con España que se pueden buscar de las obras presentadas ayer, por justificar este relato, es que el jardín de las Hespérides, donde transcurre la escena de Hércules (en concreto su undécimo trabajo), es un lugar mítico que algunos apuntaban que se encontraba en España. En aquella historia, el héroe mata a la serpiente Ladón y coge las manzanas de oro para cumplir su misión ataviado con algunos de los trofeos de las anteriores. En el segundo, Deyanira, la mujer de Hércules, aparece mirando hacia arriba, atenta a las palabras que susurra la Furia, dios de la venganza con cabello de serpientes, la cual le ofrece la túnica impregnada con la sangre del centauro Neso. Más tarde, pensando que la sangre es una poción amorosa que le hará recuperar el amor perdido de su esposo (prendado de la joven Íole) le tenderá el manto a Hércules, condenándole a una muerte atroz. Deyanira terminará suicidándose debido a los remordimientos. La esposa de Hércules aparece representada como una figura muy clásica, similar a un torso de Afrodita propiedad de la colección de Lebrija y que se muestra cerca de los lienzos. «Tiene un entronque muy poderoso con las figuras de la cultura clásica. Esa mujer representa a la perfección la sensualidad femenina por la que es famoso Rubes. A pesar de los pies, que parecen de hombre...», bromeó la comisaría Bava sin falta de razón.
Las obras aparecieron en el siglo XVIII por primera vez bajo propiedad de la familia Gentile, en Génova, donde Rubens tuvo bastantes encargos. Sin embargo, por diversos azares, terminaron en el circuito del anticuario hasta 1981, cuando el estado Italiano ejerció el derecho de «predación» para evitar que las obras pudieran abandonar el país. Fue el estado quien le entregó las piezas a la galería Sabauda, de Turín, al considerar que eran los adecuados para exponerlas ya que poseían un importante colección de maestros holandeses (que incluye a Brueghel y Van Dyck) desde la época de los Saboya. Las piezas fueron restauradas en 1981 e incluso redimensiondas, ya que habían sufrido transformaciones por los distintos propietarios y los diagnósticos científicos revelaron arrepentimientos y una técnica que se corresponde con la fase final de la trayectoria de Rubens. Curioso que dos de sus últimas obras fueran esta escena de amor en dos partes, curioso también que la mujer tuviera el rostro de la suya propia, y que unidas por esa magia hayan permanecido juntas.
Las manzanas doradas de la inmortalidad
«Hércules en el jardín de las Hespérides» está relacionadocon el principal mosaico del Palacio de Lebrija, en el que están representadas las aventuras amorosas de Zeus, padre de Hércules. Como señaló Cristina Carrillo de Albornoz «el inestimable valor artístico de los tesoros custodiados en el este edificio se enriquece con estas dos grandes obras: ¿quién mejor que Rubens, definido por Eugène Delacroix como ''el Homero de la pintura'', para establecer un hilo conductor con los prestigiosos hallazgos arqueológicos que se conservan en Sevilla, ricos en referencias mitológicas?». El episodio guarda, además, una curiosa relación con España, ya que en la mitología griega las Hespérides eran las ninfas al cuidado de un maravilloso jardín que, según el geógrafo griego Estrabón, se encontraba en el sur de la Península Ibérica, y contenía un bosquecillo de manzanas doradas que otorgaba la inmortalidad.