Farruquito: «Intento no estar preso de la sociedad y sí del arte»
El bailaor presenta en Madrid un espectáculo acompañado de su hijo
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El maestro del baile presenta en Madrid, junto a su hijo, el espectáculo «Con-Cierto flamenco».
¿Qué sucede en su cabeza cuando baila?
Muchas cosas. Sobre todo, recuerdos e imágenes. Del presente sucede muy poco. Solamente funciona el consciente, el subconsciente no. Pueden ser imágenes del pasado, o de ayer, o de esta mañana. O del momento justo en el que estaba en el camerino atacao antes de salir, y se me viene esa imagen y empiezo a hacer el puzle en la cabeza. Es adrenalina total.
¿El bailarín, el bailaor, cuánto debe tener de artista y cuánto de atleta?
De atleta debe tener todo lo que pueda, porque de artista no se sabe nunca lo que uno debe tener. Eso es a lo que se aspira, pero no es lo que uno domina. Uno domina el hacerlo bien, pero el arte no. La del arte es una búsqueda eterna, pero conozco a mucha gente que se ha muerto buscándolo y no lo ha encontrado. Lo que le da sentido a mi trabajo, más que el arte en sí, es la emoción que siento y lo que soy capaz de transmitir a los demás.
¿Hay un flamenco puro que es bueno y otro mestizo que es malo?
No. Hay un flamenco, para de contar. Claro está que usted y yo leemos el mismo libro y cada uno le vamos a dar una interpretación, pero eso no hace que el autor, el mensaje o la calidad del libro varíen ni un milímetro. Sigue siendo lo que es.
¿Alguna vez ha visto bailar a Dios?
Sí, muchas veces. Se llamaba Antonio Montoya Flores «Farruco», mi abuelo. Para mí, ese era el dios del baile.
¿Y a otros dioses menores?
A otros dioses menores, y mayores, los veo bailar en sueños. No tienen nombre ni apellidos, y sí diferentes formas. A veces se parecen a gente que conozco, pero otras no los reconozco.
¿Bailar con su hijo sobre un escenario es como estar en ese escenario dos veces?
Sí. Es como un despliegue de mi alma. Aunque mi niño es muy diferente a mí, en forma de ser y de sentir y de bailar, tiene algo que me hace verme reflejado. Es una prolongación de mí. Y eso, mentalmente, a veces te hace sentirte orgulloso y otras te llena de dudas y miedos. Porque lo que tú quieres es que tu niño se lo pase bien y sea feliz, y no que sufra esta profesión como a veces se sufre.
¿Qué ritmo tenía su infancia?
Mi infancia ha tenido muchísimos ritmos. Porque era muy inquieto y, al mismo tiempo, tenía muchos espacios para la tranquilidad y para buscarme y encontrarme, incluso. Porque el maestro Farruco me ponía a ensayar y a jugar al mismo tiempo. Y me podía hablar de algo tan profundo como la soleá y, al segundo, me gastaba una broma y me echaba a reír. Por eso mi infancia ha tenido muchos ritmos.
¿Y qué ritmo tuvieron los días en los que la libertad le faltó?
A la libertad le das más valor cuando has estado privado de ella. Pero la libertad no tiene que ver con estar entre cuatro paredes, sino con cómo se siente uno y cómo vuelve a casa y encuentra los brazos abiertos de su familia. Eso es ser libre para mí. Hay gente que está presa de la sociedad, de la rutina, de un engaño, de aparentar con el arte. Yo intento no estar preso de la sociedad y sí del arte.
¿Ese encierro forzoso tuvo algo bueno, una sola cosa? ¿Pudo estar más consigo mismo?
Quizá eso solo: reflexionar, estar con uno mismo. Pero por lo demás, no creo que haya nada positivo.
¿Maduró?
Sí, claro. Cualquier experiencia en esta vida te hace madurar.
¿Ser gitano es un privilegio?
Sí. Y un orgullo. Para la sociedad no siempre, pero para mí sí.
¿Cree que eso sigue siendo así?
Sí. El racismo es algo que no desaparece. Es triste pero es así. La gente sigue con la ceguera de mirar a los demás diferente por el color de su piel.
¿Y en estos tiempos en los que se desdeña tanto la propia bandera se siente español?
Claro que sí. Cuando yo me quejo de cosas que pasan en España, me quejo porque me duele mi tierra. Pero cuando me voy de España, la echo de menos. Porque el modo en que vivimos aquí, la gente, sus culturas, su música… es una maravilla. Nunca me iría a vivir a otro sitio. Aunque me gustaría vivir en Nueva York por un tiempo. Es una ciudad muy loca, pero con mucho arte.
¿Cuál es para usted el arte mayor? ¿El baile, el cine, la poesía…? Aunque la poesía está en todos.
Sí, la poesía está en todos y para mí es el arte mayor.
«En el aire conmovido / mueve la luna sus brazos» (Lorca). ¿Nos sirve como definición del baile?
Totalmente. Si alguien ha definido bien el arte, aparte del tío Manuel Molina, ese ha sido Lorca. Y el baile de los gitanos. Porque era un enamorado de los gitanos. Por algo sería.