Elcano supera su propio récord de velocidad con 14,5 nudos
Muy atrás quedaron los vientos del mediterráneo que impulsaron al bergantín-goleta de cuatro palos hasta alcanzar 12 nudos.
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Las aguas del océano se aplanaron, las desaparecidas olas daban paso a un espejo inmenso que se ondulaba con los reflejos del cielo, las nubes y el contorno del casco blanco del buque-escuela Juan Sebastián de Elcano. La encalmada tras la salida del puerto de Miami no duró mucho y esta semana se ha transformado en un Atlántico con poderosas olas y fuertes vientos de hasta 30 nudos, que ha permitido al buque alcanzar 14,5 nudos (unos 26 kilómetros) la velocidad máxima del crucero hasta la fecha.
Han sido dos semanas de contrastes. Con la falta de viento la tripulación de Elcano aprovechó para bañarse en el Atlántico: todas las velas que estaban izadas se arriaron, detuvieron motores y el buque quedó inmóvil en pleno océano. Mientras los miembros de la dotación se zambullían, la lancha semirrígida vigilaba que nadie se alejara demasiado del buque. Desde el agua se tenían unas vistas únicas del bergantín-goleta. Además, era una zona con 4.500 metros de profundidad, lo que hacía todavía más impresionante la experiencia.
El buque sigue un rumbo noreste desde que salimos de Miami, costeando a más de 500 millas de distancia el litoral de Estados Unidos: Norfolk, Washington, Baltimore y Nueva York… ¡Tan cerca y tan lejos al mismo tiempo!, navegando hasta alcanzar latitudes cercanas a donde descansan los restos del RMS Titanic, desde 1912. Es evidente que la distancia es tan grande que no se ve la costa, solo se puede controlar la ubicación siguiendo la carta náutica de la planera del puente de mando. La planera es un mueble de madera con cajones donde se colocan las cartas de navegación, el sistema GPS y otros instrumentos. Sobre la carta y con lápiz, los marineros destinados en la vigilancia de puente dibujan la derrota a seguir en las próximas singladuras y la ubicación del buque cada hora. La carta refleja como la semana pasada Elcano navegaba a varias millas de distancias del mítico triángulo de las Bermudas.
Sobre plano la travesía parece apacible, pero en los cuatro últimos días el Juan Sebastián de Elcano ha capeado una pequeña tormenta con una solidez que ya no sorprende a ningún miembro de la dotación. El buque navega muy bien, incluso en condiciones adversas. Desde la lejana travesía por el mar Mediterráneo no se notaba tanto la escora o el balanceo y hemos navegado los últimos dos meses, desde que salimos de Cabo Verde, con un Atlántico sosegado.
Durante el Tornaviaje a la península se empieza a percibir la proximidad al norte. Por la cubierta vuelven a verse los gorros y quita vientos, que no se llevaban desde la primera fase del crucero. Es un balanceo que, tal vez, nos acompañe hasta Santander, el próximo puerto en el que atracará Elcano el 20 de junio.