La exposición que demuestra que la momias fueron exactamente igual que usted
El Museo Británico disecciona, en el CaixaForum de Madrid, las historias de seis sarcófagos gracias a tomografías y el 3D: enfermedades, profesiones, alimentación, juegos, músicas...
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La fascinación por las momias es algo que siempre ha estado ahí. Una figura a caballo entre el hipnotismo del enigma y el miedo a un resurgir desde el más allá. Pero, en esta Edad Contemporánea, el mito se ha potenciado con relatos como los de Edgar Allan Poe, en Conversación con una momia (1845) y Arthur Conan Doyle –sí, tiene mucha vida más allá de Sherlock–, Lote Número 249 (1892); en ambos, la vuelta a la vida de estos difuntos copaba la trama. Aunque cierto es que los dos autores estuvieron influenciados, entre otras, por el descubrimiento y posterior descifrado de la Piedra de Rosetta, encontrada por las expediciones napoleónicas en 1799 y comprendida por Champollion hace ahora 200 años. Dos hitos que ayudaron al hombre actual a conocer mucho mejor lo que sucedía en Egipto miles de años atrás.
Y no estaríamos desencaminados si, ahora, señalamos a la tecnología como un nuevo hito dentro de la egiptología. No ya por desnudar a las momias y radiografiar los sarcófagos sin necesidad de perturbar lo más mínimo su estado de conservación, que también, sino por ir un paso más allá y contarnos, con la ayuda de otras disciplinas, cómo murieron y vivieron y hasta qué dolencias padeció cada uno de los seres estudiados. Esto es lo que propone ahora el CaixaForum de Madrid en su nuevo recorrido, Momias de Egipto. Redescubriendo seis vidas, una exposición traída desde el Museo Británico en lo que es la séptima colaboración entre dicha institución y la Fundación laCaixa. Seis sarcófagos, seis momias, seis personas (cinco adultos y un niño) que vivieron entre el 800 a.C. y el 100 d.C. y que ahora están de gira por el mundo para contarnos los secretos de su pasado como funcionario, sacerdotes (hay dos), mujer casada, joven o, simplemente, como niño. Misterios que son muchos por la lejanía en el tiempo, pero que los estudios nos llevan a la conclusión –una vez más– de que, por mucho que pasen los años y los siglos, seguimos siendo muy parecidos a aquellos que pisaron la Tierra antes que nosotros.
Lo vemos en la comida, al menos entre las clases altas, pues no todo el mundo tenía la capacidad de ser embalsamado –y, por lo tanto, conservarse en el estado preciso para su estudio 30 siglos después–: alubias, pescado, aves, frutas, verduras... La carne sí era el lujo de unos ricos que hoy nos muestran «placa» en las arterias (aterosclerosis). Un hecho generado, presumiblemente, por la combinación de una dieta rica en grasas animales y algún factor genético como la hipercolesterolemia familiar. Y bebían vino y cerveza, por supuesto. También las enfermedades de entonces son muy similares a las que actualmente debemos hacer frente.
Eso sí, los problemas de salud en el valle del Nilo eran abundantes. En este apartado ni los poderosos se libraban. No siempre es fácil averiguar la causa de la muerte de cada una de las momias, pero sí hay trastornos que una tomografía computarizada (la tecnología empleada) puede enseñar. Así lo muestra el CaixaForum con los restos de Nesperennub, un sacerdote recuperado para la causa que tenía una pésima salud dental. Además, en cuatro de los cinco adultos sobre los que se mueve la exposición encontramos aterosclerosis, uno de los principales factores de riesgo en las enfermedades cardiovasculares, ya que a menudo hace que se formen coágulos sanguíneos capaces de causar embolias e infartos. Y si en el siglo XXI los problemas cardiovasculares son la principal causa de muerte en el Primer Mundo, las momias demuestran que esta dolencia tiene una historia más larga de lo que se pensaba; igual que las lesiones destructivas encontradas en la cadera de Ameniryirt, un «servidor de los ingresos», también revelan la considerable antigüedad del cáncer.
Son algunas de las conclusiones que ha sacado el equipo del Museo Británico a través de la tomografía y las imágenes tridimensionales con las que han logrado desenvolver los restos y abordar las prácticas curativas, los intercambios culturales, la religión, la familia, la música, los cosméticos, la peluquería, los adornos corporales..., así como el papel de la mujer y los niños en esta civilización. En total, más de 260 objetos con los que los comisarios, Marie Vandenbeusch y Daniel Antoine, pretenden demostrar que, «antes que momias, fueron personas», cuentan. Además, la pareja sueña con avanzar en el estudio de estos mismos sarcófagos según vaya creciendo la tecnología: «Lo mismo, algún día, podemos leer qué dice un papiro que dejó un embalsamador dentro de uno de los cuerpos». Pero ese ya será otro capítulo.
- Dónde: CaixaForum Madrid. Cuándo: hasta el 26 de octubre. Cuánto: 6 euros.