Cultura

Historia

Eloy Gonzalo, el soldado español que tomó Cascorro con una lata de gasolina contra 3.000 enemigos

El 26 de septiembre de 1896, el soldado madrileño se lanzó a recuperar una posición militar frente a los insurrectos cubanos armado con una lata de gasolina y atado con una cuerda para que recuperasen su cuerpo si moría

Estatua al soldado Eloy Gonzalo
Estatua al soldado Eloy GonzaloLa Razfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@69f48aa5

Sucedió tal día como hoy hace 126 años. Y, aunque los hechos puedan estar en parte rodeados de la mítica con que se adornan las hazañas bélicas, nadie duda del coraje del soldado español Eloy Gonzalo (Madrid, 1 de diciembre de 1868 - Matanzas, 17 de junio de 1897), que pasó a ser conocido como héroe de Cascorro (Cuba). Suya fue una acción decisiva frente a 3.000 hombres, insurrectos de la causa de la independencia cubana que asediaban la población bajo control de los españoles en la guerra que terminó con la pérdida de la isla para España, a pesar del heroísmo de algunos militares españoles, como el general Vara del Rey, que lucharon en una guerra que era una derrota segura. El día 22 de septiembre de aquel año, las tropas españolas estaban cercadas y no tenían muchas más fuerzas para aguantar, después de 13 días de cerco. Necesitaban abrir una brecha en las líneas enemigas. Y apareció Eloy Gonzalo como voluntario.

El soldado había nacido hijo de madre soltera. Fue dado en adopción a las monjas de la calle Mesón de Paredes en Madrid y se le encontró una familia de acogida. Sin embargo, cuando el niño llega a la adolescencia deja de ser tutelado por su familia adoptiva (no se sabe si escapa o renuncian a él) y sobrevive con diversos oficios como los de peón de albañil, labrador, barbero y carpintero. Así consta en su posterior ficha militar cuando ingresa en diciembre de 1889 como quinto en el Regimiento de Dragones de Lusitania, 12.º de Caballería, acantonado en Alcalá de Henares. En 1892 solicitó el traslado al Instituto de Carabineros del Reino, que dependía del ministro de Hacienda. Tiene el pelo castaño y los ojos azules y, al cabo de tres años, por hechos que no están demasiado claros, fue sometido a un consejo de guerra y condenado a doce años en prisiones militares, para lo que ingresa en el penal militar de Valladolid.

Sin embargo, ante la escasez de soldados y las guerras que libra España en Cuba y Filipinas, en agosto de 1895, Las Cortes Generales aprobaron una ley de amnistía para todos aquellos presos que estuvieran dispuestos a luchar en la última fase de la guerra de Cuba. Y Gonzalo estaba más que dispuesto. Hizo una petición al ministro de la Guerra en la que solicitaba “limpiar su honra, derramando la sangre por la patria”. Embarca desde La Coruña hacia Camagüey. El 28 de abril de 1895 fue destinado a la guarnición que mandaba el capitán Neila en Cascorro, no lejos de Puerto Príncipe. Sin embargo, la situación del ejército español era crítica. Según cuentan las crónicas, el día 26 de septiembre del años siguiente, las tropas que defendían Cascorro ya no aguantaban más: la situación del destacamento español apenas podía resistir el fuego enemigo que llegaba desde una pequeña edificación. La posición era indefendible pero los españoles insistían en conservarla. Solo 170 hombres trataban de hacer frente a casi 3.000.

La única solución para seguir con vida era un ataque contra aquella casa de barro desde el que se apostaban los insurrectos. Eloy Gonzalo se presentó voluntario para prender fuego a la amenaza rival llevando solo su arma, un fusil máuser, una lata de petróleo y unas cerillas. Según el relato que se hizo de los hechos, pidió ser atado con una cuerda para que, si le abatían, su cuerpo pudiera ser recuperado. Sin embargo, no solo consiguió con éxito el contraataque, sino que regresó indemne con sus compañeros y poco después los españoles recibieron refuerzos. No cambiaría el signo negativo de la guerra para España, pero su acción pasó a la historia.

Gonzalo tomó parte después en más acciones militares, siendo condecorado con la Cruz de Plata al Mérito Militar, pensionada con 7,50 pesetas mensuales. Sin embargo, falleció poco después en el Hospital Militar de Matanzas a consecuencia de una «infección intestinal provocada por la mala alimentación del ejército español en la isla». Un año después del asedio murió en el hospital de Matanzas a causa de enterocolitis ulcerosa gangrenosa y sus restos fueron repatriados en el vapor San Ignacio llegando a Santander en diciembre de 1898 junto a los restos de los generales Santocildes y Vara del Rey. Hoy, la estatua de un soldado con una lata de gasolina preside al Plaza de Cascorro, en el corazón de El Rastro, en Madrid. La leyenda de Eloy Gonzalo fue tratada en el cine primero en 1929, cuando el director de cine mudo Emilio Bautista estrenó “El héroe de Cascorro” y más tarde, en la posguerra, con la película “Héroes del 95″ (1946), con un claro objetivo propagandístico para «jalear el heroísmo español». Puede que haya algo de leyenda, quién sabe. Pero bienvenida sea.