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Los trapos sucios de la Transición española

En “La Transición oculta” (Almuzara), Luis Miguel Sánchez Tostado desmitifica aquella época, que “no fue modélica ni pacífica, sino una guerra sucia tremenda”
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Pensar en la Transición es pensar en democracia, en consenso, diálogo, pactos, Constitución y derechos. Se recuerda y documenta aquella época como una modélica y pacífica, repleta de figuras que velaron en pro de las libertades de los ciudadanos españoles tras un régimen opresor y dictatorial. No obstante, esta visión positiva no es más que un discurso que debe combatirse, y hay datos de sobra para ello. En “La Transición oculta” (Almuzara), Luis Miguel Sánchez Tostado desmitifica aquel periodo a través de una investigación colmada de mentiras, conspiraciones, corrupción y crímenes, “y no me invento nada”, asegura a este diario, “el libro contiene más de 700 notas a pie de página citando la fuente de procedencia de cada dato, que confirma que durante la Transición hubo una guerra sucia tremenda”. Explica el autor de “La cuarta bestia” y “El insólito viaje de Brenda Lauper” que este periodo “no fue pacífico porque hubo alrededor de 1.000 muertes violentas por motivos políticos, así como más de 3.000 acciones violentas”. Y no fue modélica, pues “hubo terrorismo de Estado demostrado, mafias policiales, represión, manipulación informativa e impunidad judicial de la ultraderecha, a lo que hay que sumar el azote terrorista de ETA y algunas actuaciones realmente tristes de padres de la Constitución, como Martín Villa o Fraga Iribarne. Se silenció el espionaje político, la influencia vaticana o los cientos de torturados, miles de encarcelados y 200 librerías incendiadas y destrozadas”, explica el investigador.
A lo largo de las casi 600 páginas del libro, y tras una investigación que le ha llevado tres años de documentación, archivo y entrevistas en Barcelona o Madrid, Sánchez Tostado le arranca de cuajo el color rosa a una época que ha sido durante décadas mayoritariamente teñida con luces y brillos. El famoso consenso con el que se describe a la Transición “se alcanzó bajo el paraguas del miedo, a través de la extorsión y la amenaza golpista”, explica el autor, matizando que no solo se produjo el 23-F, sino que “hubo unas 7 intentonas golpistas, todas documentadas en el libro”. Pero, ¿cómo es posible que esto se oculte de una historia tan cercana a nuestros días? ¿Qué efecto irremediable tienen estos crímenes y represiones en nuestra actualidad? Si algo diferencia a España de otros países que han vivido épocas marcadas por el fascismo, como Alemania e Italia, eso es, según Sánchez Tostado, “que nuestro país fue la única democracia que se levantó sobre los cimientos de una dictadura”. Asegura que en aquellos años “se cambió todo para no cambiar nada”, pues las viejas estructuras del régimen se adaptaron al nuevo panorama democrático. “Las libertades y derechos se dieron porque necesitaban la homologación europea, subirse al tren del Mercado Común que exigía Europa. Lo aceptaron a regañadientes, pero continuaron los mismos jueces, policías, militares y maestros del franquismo”, asegura el escritor, y lo ejemplifica con aspectos tan cotidianos “como la bandera de los vencedores, que continuó a la fuerza, o la monarquía, que era innegociable. Nada de investigar los crímenes del franquismo, y fabricaron una ley electoral específica para controlar quién ganaban”.

De nuevo, el miedo

Uno de los episodios que, sin duda, más ha marcado en la historia de la Transición, y que el autor destaca de manera considerable durante la conversación con LA RAZÓN, es el del golpe de Estado de Tejero. “He demostrado, con nombres y apellidos, que el 23-F no es como nos lo vendieron. Que Juan Carlos I no sabía nada no es verdad, pues fue una operación para salvar al rey”. Se refiere a la “Operación Armada”: “Se iba a establecer un gobierno de concentración, organizado por los servicios secretos con absoluto conocimiento de Juan Carlos I, quien incluso avisó tiempo antes a Bárbara Rey, entonces su amante, para que no saliese de casa aquel día”, explica Sánchez Tostado. Esta estrategia, por tanto, buscaba poner en la presidencia de España al hombre de máxima confianza del Rey, que era Alfonso Armada, pero el gran fallo vino de la mano de quien era encargado de la primera parte del plan. “Cuando Tejero vio que en la lista del Gobierno que se iba a votar había cuatro socialistas y dos comunistas, se negó en rotundo, pues ya sabemos cuáles eran sus ideales. Por supuesto, hicieron desaparecer las ciento y pico horas de conversación entre el rey Juan Carlos y el Congreso”, apunta.
Asimismo, en el libro, y entre los 79 capítulos que lo componen, también recoge “un trapo sucio del PSOE, y que es una vergüenza que se siga ignorando”. Se refiere a la “Revista Actual”, un periódico político y semanal que publicó un reportaje en aquellos años escribiendo los nombres de las 3.000 personas que Tejero hubiera fusilado de haber triunfado el golpe de Estado. Pues bien, Sánchez Tostado, en su convencida búsqueda constante de la verdad, demuestra “que fue un montaje del PSOE para ganar las elecciones de 1982. He entrevistado a los periodistas, averiguado que dos meses antes la revista fue comprada por el PSOE, y comprobado cómo los hombres que Alfonso Guerra sacó en esa lista de sangre venían del BOE, de las candidaturas de izquierdas. Coinciden hasta en el orden”. Fue, por tanto, de nuevo el miedo utilizado en pro de los intereses políticos, en este caso en el bando de Ferraz, “entre otras cosas que también atañen al otro bando ideológico”, concluye.
La herencia franquista
Asegura Sánchez Tostado que “el franquismo todavía colea, pues de los últimos 50 altos cargos y ministros de Franco, la mitad siguieron en política y la otra controlando el poder a través de las grandes empresas del IBEX”. Esto conlleva a que, hoy día, el régimen “no esté en los símbolos, sino en la herencia cultural que ha modelado nuestro hábito y modo de vida a lo largo de generaciones”. Ejemplo de ello es “el uso partidista de la bandera, que vemos en Vox o en el Partido Popular, la cacería para cerrar negocios o ser uno de los países con más desaparecidos por razones políticas en cunetas y fosas comunes. Estos pozos también se deben a la falta de compromiso de la izquierda de rectificar en las ocho legislaturas que han gobernado en democracia”.

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