España tiene historia
De las “damas blancas” a la Mariuña: las hadas buenas y malas de La Mancha
El encanto de este territorio en términos de geografía mítica abarca corrientes subterráneas, figuras femeninas y apariciones de criaturas tenebrosas
La Mancha, de nombre etimológicamente discutido, tiene enormes dimensiones en la geografía mítica. Entre los límites imprecisos del poliedro que abarca desde Toledo y Cuenca a los campos de Calatrava y Montiel, a través de las tierras de Albacete y Ciudad Real, ha sido materia de ensoñación desde que las inmortales páginas de Cervantes consagraran su nombre para siempre. Pero, aparte de los mitos literarios, desde la antigüedad prerromana, con sus motas y motillas, hasta las moras y «encantás» del medievo, cundieron diversas leyendas que incluyen animales fantásticos –cómo olvidar la «bicha» de Balazote–, hadas y tesoros escondidos en los caminos de un lugar de paso por excelencia con el mundo sobrenatural, a la par que continuo campo de batalla entre diversos ámbitos. Ahora interesa recordar algunas de las leyendas vinculadas a sus localidades.
Es famoso el encanto de las lagunas de Ruidera –que parece evocar el Quijote en el episodio de la cueva de Montesinos– como lugar mágico y fantástico que comunica con un mundo más allá de la experiencia: las aguas siempres son comunicantes, esta vez con el mundo extraordinario de lo subterráneo, donde se obtiene la revelación heroica de una catábasis en toda regla. Hay lugares de paso, con corrientes subterráneas y restos de deidades telúricas femeninas, con historias de damas de las aguas, las cuevas, los montes o los caminos, las «damas blancas» de La Mancha, genios tutelares de cuevas, bosquecillos y fortunas escondidas. Las damas son paralelas a otras hadas de la geografía legendaria española, como las xanas y las anjanas en el Norte: en la región manchega aparecen en lugares diversos a veces para proteger a los niños perdidos, como ocurre en la propia Ruidera, en Porzuna o en Solana del Pino. Estas damas aparecen como jóvenes o viejas de los montes que cuidan o alimentan a un niño extraviado. Acaso sean un trasunto de la «triple diosa» celta que muestra las tres edades de la mujer. Muchas de estas leyendas se cristianizaron posteriormente y la vieja diosa prerromana devino aparición mariana, como vemos en la paloma que ve un pastor y resulta ser la Virgen, en Villarrubia de los Ojos, con la leyenda de la llamada Virgen de la Sierra, fundacional de su ermita.
Cuentos y subsuelo
Otras criaturas femeninas, en cambio, son maléficas: roban a los niños e incluso se alimentan de ellos, como, por ejemplo, las Marizampas, que abundan en los pueblos del Campo de Calatrava y aparecen como brujas de cuento, con sus largas garras y sus extremidades deformadas, ocultadas en los humedales. La Mariuña o Maruña aparece también en otros pueblos, como en la comarca de Almadén, a modo de criatura maléfica de los pozos. Nombremos también a la Malacosa o la Marimanta, entre otras apariciones tenebrosas de lugares como la Torre de Juan Abad: una serie que parece suerte de grupo de «meigas» manchegas que recoge la tradición europea de asustar con el Coco femenino (otros nombres son las Nanas o la Marimanta). Diferente es el caso de las moras y las «encantás», como en Puertollano, que puede que tengan relación con alguna etimología prerromana o que se crucen con los cuentos de la España musulmana. Estos personajes femeninos de los caminos, de diversas edades y con el cabello muy largo, se peinan como mujeres feéricas junto a las fuentes y presentan algunas historias con matices eróticos. Aparte de estas leyendas que entroncan con el más puro folclor, hay otras figuras femeninas que también se pueden comparar con los cuentos maravillosos, como la «Trocanta» de Granátula de Calatrava, con su cueva y su yacimiento arqueológico. La noche de San Juan se aparece una serpiente en el fondo de la cueva que se convierte en una doncella de cabellos de oro, en una especie de maldición de eterno retorno: las mujeres serpiente en la narrativa patrimonial europea van desde la Medusa griega en la antigüedad hasta la Melusina francesa en el medievo y muestran diferentes funciones que han sido bien estudiadas por los folcloristas.
Si vamos, para terminar, a la capital manchega de Ciudad Real, podemos constatar allí un sinfín de leyendas interesantes, como la de la Cruz de los Casados, amén de historias de amor desafortunados entre judíos y cristianos y cuentos sobre los pasadizos de la ciudad. Pero Ciudad Real también está marcada por una historia subterránea. Se supone que la red de túneles fueron utilizados como vías secretas de comunicación del viejo Alcázar, escape o refugio para perseguidos y minorías religiosas y, quizá también, para grupos ocultistas o esotéricos. Siempre hay que bajar a los subterráneos de las ciudades de la geografía mítica hispana: estos abundan en el caso de Ciudad Real, por la propia configuración caliza del subsuelo. En muchos otros lugares hacen también referencia a aguas subterráneas y comunicantes con todo ese mundo lacustre, para retornar a Ruidera. Merece la pena sumergirse, a modo de arqueólogos de la narrativa mítica hispánica, en las leyendas de estos viejos túneles como si conectásemos con esos pasadizos que llevan a la memoria colectiva de nuestros lugares más emblemáticos.