Objetos universales
El escarabajo en la cultura egipcia: símbolo de resurrección
Símbolo del renacimiento y del poder solar, el escarabajo egipcio, asociado al dios Jepri, representaba la fuerza creadora que hacía surgir el Sol cada día, en contextos funerarios protegía al difunto y en joyas reales actuaba además como símbolo de legitimación faraónica
El escarabajo era uno de los animales más emblemáticos de la cultura egipcia, y en parte lo sigue siendo, ya que turistas de todos los lugares del mundo que viajan a Egipto acaban llevándose reproducciones de piedra como recuerdo. Antiguamente se creía que el escarabajo era de género masculino y que se autoreproducía depositando semen en una bola de estiércol. Plutarco en sus «Moralia», narra este hecho con detalle: «La raza de escarabajos no tiene ninguna hembra, pero todos los machos expulsan su esperma en una pelotilla redonda de material que ruedan empujándola por el lado opuesto, igual que el sol parece regresar a los cielos en la dirección opuesta a su propio curso, que es de oeste a este».
A pesar de no distinguir los machos de las hembras de estos laboriosos coleópteros, lo cierto es que algo habían observado en sus comportamiento, ya que los escarabajos rodaban una bola de estiércol hacia una cavidad subterránea, una vez enterrada la bola, la hembra depositaba los huevos en el estiércol que serviría de alimento de las larvas, y en ocasiones las hembras morían en la tarea de vigilancia de las mismas. Después de doce semanas, en el lugar del enterramiento, nuevos escarabajos emergían a la superficie. No es de extrañar que identificaran este insecto con el dios Jepri, el dios asociado al sol naciente, «el que viene a la existencia», «el que viene a ser», el autocreado, un dios clave en el contexto cosmogónico de la mitología egipcia ya que se le atribuía el poder de mover la gigantesca bola del sol cada amanecer haciéndole emerger del inframundo por lo que era el motor de la existencia. Una existencia que se repite y se perpetúa cada día, muy similar al periplo vital del escarabajo, enterrarse para emerger con energía renovada, por lo que su nombre en jeroglífico se asocia a las letras hpr, que pueden ser traducidas como convertir o transformar.
Los escarabajos de corazón
Por todos estos motivos el escarabajo se relacionó a las creencias de ultratumba, y una representación de los mismos debía aparecer tanto en las cámaras funerarias, como entre las vendas de la momia o en la misma momia como los escarabajos de corazón, cuyo propósito era asegurar que el corazón no declarase contra el difunto en el juicio de los muertos donde se pesaba su alma. En el proceso de momificación se sustituía el órgano real que se había extraído junto con otras vísceras por un escarabajo en forma de colgante con la inscripción del hechizo el corazón del «Libro de los Muertos», particularmente el capítulo 30.B que se colocaba sobre el pecho de la momia. El hechizo funcionaba para persuadir al corazón a no inventar mentiras cuando éste se pesaba contra la pluma, el atributo de la diosa de la verdad, Maat, en la balanza durante el período crucial en la corte del juicio final, y al igual que el corazón en vida albergaba la verdad de sentimientos y pensamientos el escarabajo los portaba en el Más Allá.
El escarabajo se elaboraba preferentemente en piedras verdes o negras, aunque también se han hallado ejemplares de otros colores. El escarabajo de plata descubierto en la tumba del Reino Medio perteneciente a Wah resulta particularmente interesante, n ocasiones, el escarabajo se montaba en oro, como el ejemplar de jaspe verde y oro de Hatnefer madre de Senenmut (1480 a.C) del Metropolitan del Nueva York.
Su tumba excavada en roca fue descubierta en la expedición Egipcia del Museo en 1936 en una ladera debajo de la capilla de ofrendas de su hijo, uno de los funcionarios más conocidos de Hatshepsut. Hatnefer había muerto a los setenta años y su hijo le pudo proporcionar un entierro aristocrático aportando una máscara de momia dorada, un vaso canopo y el escarabajo de corazón. En la pequeña cámara funeraria se encontraron también las momias de su esposo Ramose y de otros familiares, probablemente trasladados por Senenmut para que compartieran los beneficios del ajuar funerario de su madre.
También en Tebas, se encontró uno de los pectorales con escarabajo alado más famosos de la historia. El pectoral de Tutankhamon (1334-1325 a.C.) fue encontrado por Howard Carter en noviembre de 1922, en su tumba, la famosa KV 62 del Valle de los Reyes. El pectoral hallado entre las joyas del ajuar real representa un escarabajo alado tallado en lapislázuli, con incrustaciones de turquesa, cornalina y zafiro que conforman las alas curvadas y culminan en un disco solar sostenido por las patas del escarabajo. Todo el conjunto, engarzado en oro y conservado en el Museo Egipcio de El Cairo, lleva inscrito en jeroglífico el nombre de trono del faraón, Neb-heperu-Ra, es decir la titulatura real que une los emblemas del Alto y el Bajo Egipto (el junco y la abeja) bajo la divinidad Ra.
La pieza expresa así una construcción teológica del poder: el monarca al igual que Kefri, el escarabajo, se presenta como agente de la renovación cósmica, partícipe del ciclo solar y garante del orden universal incluso en el Más Allá. Como el sol que renace cada día sobre las montañas de Tebas, el escarabajo recuerda que en Egipto la vida, el poder y la eternidad eran un mismo movimiento cósmico.