Una historia de hermandad

"Hispanoamérica", el documental que une a 500 millones de personas y que no gustará al ministro de Cultura

José Luis López-Linares ya tiene a punto su nueva cinta sobre esa nación común que forman los castellanohablantes de todo el mundo y que todavía busca sacudirse la dichosa Leyenda Negra

Hispanoamérica celebración en Madrid
La cinta recoge decenas de testimonios de historiadores americanos y europeosLopez Li Films

Como José Luis López Linares advirtió en España, la primera globalización, explicar la historia del Imperio español en cien minutos es poco menos que «un imposible, una locura», así que el realizador está de vuelta con la continuación de esta vasta empresa (y aun así tiene material para varios capítulos más): «Me quedó todo por contar». Hispanoamérica (estreno en cines el 12 de abril) es el nombre que ha tomado la segunda parte de un proyecto que no se separa del mantra de «luchar por el pasado para luchar por el futuro». El objetivo no ha cambiado desde que en 2021 estrenase la primera cinta: derribar el altísimo muro de la Leyenda Negra. Asegura López-Linares que, sin estas trabas impuestas por la historiografía y la envidia anglosajona, «seremos una potencia tremenda».

Porque evidentemente la cinta no habla solo de España, sino de toda esa comunidad de 500 millones de hablantes de castellano que hay a ambas orillas del Atlántico. «Nos entendemos más allá del idioma porque compartimos una cultura», sentencia.

América nunca fue una colonia, "eso es un invento del mundo anglosajón", afirman los historiadores

Así, la película se inicia con un vuelo sobre el continente americano en el que la voz en «off» desmonta mitos desde el minuto uno: «En Hispanoamérica somos víctimas de un relato que dice que éramos santos indígenas en un paraíso y que esa situación es interrumpida por la llegada de unos barbudos singularmente crueles que solo vinieron a robar, pillar, vejar, matar...». Es la historia que late en el corazón y las mentes de muchísimos hispanoamericanos, pero «es completamente falsa y muy peligrosa», suscriben los expertos (de aquí y de allá) del documental.

San Francisco, en Quito, Ecuador, muestra cómo el Imperio español se esforzó en dejar aquellas tierras engalanadas con los mejores materiales
San Francisco, en Quito, Ecuador, muestra cómo el Imperio español se esforzó en dejar aquellas tierras engalanadas con los mejores materialesLópez-Li Films

Lo primero, señala el mexicano Juan Miguel Zunzunegui –doctor en Humanidades–, «tendríamos que aprender a que no es América Latina, es América Hispana; somos hispanos. Los indígenas de América no eran hermanos entre ellos; no se conocían, y los que se conocían, se mataban. Lo que nos hermana es esa historia común que comienza desde que somos hispanos».

En ese punto de unión sobresale una figura indispensable en todo esto: Isabel la Católica, «una mujer visionaria que abre la posibilidad de un mundo nuevo. Sabe ver la dignidad del indígena, sabe que el “otro” es igual», afirma ante la cámara Adelaida Sagarra –profesora titular de Historia de América en la Universidad de Burgos–. Hasta donde llegaba la mano de la reina, los nuevos súbditos tenían garantizados los derechos.

Isabel la Católica fue "una mujer visionaria" que abrió un mundo nuevo: "Supo ver la dignidad del indígena"

Existían dos instrumentos fundamentales en la administración imperial para controlar y fiscalizar: una inspección general y los juicios de residencia. «Cuando uno terminaba su mandato en América se debía someter a un juicio en el que cualquier persona podía denunciar los excesos que había cometido este funcionario público», asegura Aurelio Valarezo: «Hay virreyes que vienen a España a rendir cuentas, y eso no se conoce en ningún imperio conocido».

Se rompe con el «modus operandi» de la época en todo el mundo que dictaba que «el que no es como yo, es un salvaje que merece ser comido o esclavizado y puedo hacer con sus tierras lo que me dé la gana», apunta el experto venezolano en lengua y política Carlos Leáñez Aristimuño. Solo la Corona hispánica hizo esa revisión. «Sin Isabel la Católica no habría existido Occidente», afirma Consuelo Martínez-Sicluna –directora del Instituto de Estudios Americanos USP CEU–. «La cristiandad católica se hace universal geográficamente con la hispanidad, antes no lo era. Europa se creía universal», pero solo era Europa, comenta el periodista e hispanista argentino Patricio Lons.

La Misión de San Agustín de la Isleta fue fundada, en 1613, por españoles en lo que hoy es el condado de Bernalillo, Nuevo México, Estados Unidos
La Misión de San Agustín de la Isleta fue fundada, en 1613, por españoles en lo que hoy es el condado de Bernalillo, Nuevo México, Estados UnidosLópez-Li Films

Hasta el siglo XVI, América estaba fuera del bloque euroasiático y la llegada de Cristóbal Colón lo cambia todo. «Gracias a Dios que fueron los españoles los que nos conquistaron», celebra Jorge Luis Vázquez en la cinta, un habitante de Puebla. «Si asumimos que México es un país mestizo de la mezcla de lo castellano con lo indígena, entonces, México no existe antes de que llegue Castilla», teoriza Leáñez Aristimuño.

"Gracias a Dios que fueron los españoles los que llegaron", celebra un habitante de Puebla en la cinta

Tanto es así, que, como añade Rodolfo Juárez Álvarez –historiador de la Universidad Autónoma de Tlaxcala–, «los tlaxcaltecas nunca se vieron como un pueblo vencido». Se plasmaron en sus dibujos como conquistadores: «Pintan una historia particular y diferente a la que la historia hegemónica nacional [mexicana] ha tratado de invisibilizar a lo largo de 500 años». Su legado se muestra en unos lienzos que aparecen en Hispanoamérica, donde la cultura local se mezcla sin ningún problema con la de allende los mares.

Por ello, el documental aporta en este punto varios testimonios que estremecerán al mismísimo Ernest Urtasun, ministro de Cultura e impulsor de la «descolonización» de, entre otros, el Museo de América: «Carece de sentido hablar de época, arte o cultural colonial. Era el Virreinato de la Nueva España, no era la colonia de la Nueva España», explica Tomás Pérez Vejo, investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México. La también mexicana Guadalupe Jiménez Codinach –doctora en Historia– sigue esa misma línea: «Nunca fueron colonias, eso es un invento del mundo anglosajón». De hecho, «lo que llamamos “colonia” empieza en el siglo XIX con Inglaterra, Francia, Alemania...», puntualiza la directora de la real Academia de Historia, Carmen Iglesias, al tiempo que afirma que [[LINK:INTERNO|||Article|||6348fcaa6937b0e41e18f836|||«[los españoles] no sabemos quiénes somos si no conocemos América»]].

PONCHOS, PANTALONES Y ALPARGATAS A CAMBIO DE COLORES

►Uno de los hitos que unen América con Europa en esta película es la música, como demuestra la pasión con la que viven en mitad del Amazonas, en San Ignacio de Moxos, las partituras que les hicieron llegar los jesuitas hace siglos. Allí les llegó el violín por manos españolas y hoy es el instrumento tradicional. Pero el intercambio no fue unidireccional. Igual que se iba se venía: «Lo que llegaba de América lo hacía impregnado de novedad, de utopía», recuerda el musicólogo Faustino Núñez. «El hombre americano se puso a tocar la guitarra y no solo creo nuevas maneras de hacerlo, sino también nuevas guitarras», amplía Marcelo de la Puebla, músico. Los dos lados del Atlántico ganaron, como señala Aurelio Valarezo en la cinta: «Los indígenas precolombinos no tenían pantalones, ni alpargatas, ni poncho, ni sombrero... Y los europeos se tuvieron que plantear todo; hasta los colores, encontraron colores que no habían visto nunca».