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"Hispanoamérica"

La exótica historia de las partituras bolivianas que desmonta la Leyenda Negra de España

José Luis López-Linares se ha introducido en la selva para rascar la historia que hay detrás de unas notas: un pueblo entregado a la música que tiene el violín como instrumento tradicional

Un grupo de cinco nativos de San Ignacio de Moxos
Un grupo de cinco nativos de San Ignacio de MoxosLópez-Li Films

José Luis López-Linares se ha propuesto sacudirse de encima cualquier traza de la Leyenda Negra. Ya en España, la primera globalización se empeñó en "luchar por el pasado" para "luchar por el futuro", y en esta ocasión, sigue en sus trece. La apuesta ahora se llama Hispanoamérica y es algo así como la segunda parte de aquello, "de alguna manera, es una continuación", confiesa sobre un primer capítulo que encontró buena acogida en salas y en televisores, aunque "me quedó casi todo por contar, porque meter en 100 minutos todas las historias del Imperio español es una locura", un imposible.

Su reciente viaje ha sido por Ecuador, México, Perú y Bolivia, y ya tiene en el radar puesto en Nuevo México (Estados Unidos) y, si lo permiten "los tiempos y el presupuesto", Puerto Rico, "aunque ya tenemos material de sobra", presume.

"Si despejamos el campo de leyendas negras seremos una potencia tremenda"

José Luis López-Linares

En este nuevo documental, el objetivo de López-Linares es "resaltar esa comunidad de aproximadamente 500 millones de habitantes que hablamos español y que nos entendemos más allá de la lengua porque compartimos una cultura cristiana". Todo "un privilegio", recalca el realizador que ha "disfrutado" de pasear por Perú, entre otros, para poder detenerse en un "chico de un pueblecito" y "entenderte" sin problemas. "Esa es la fuerza que tenemos. Si despejamos el campo de leyendas negras, de historias que interfieren y que nos culpabilizan a unos y a otros, entonces seremos una potencia tremenda. El director del nuevo documental se muestra "convencido" de que "cada paso que se dé en esta dirección es positivo" y él se ha propuesto dar este "pequeño paso para que luego vengan otros".

Y en ese camino común es en el que el cineasta ha decidido combatir la Leyenda Negra desde otro punto de vista, no tanto desmontándola, como sí apostando por los "fuertes puntos en común" que hay a uno y otro lado del Atlántico. "La mancha de la Leyenda está ahí y qué mejor que abordar el patrimonio que tenemos todos los hispanos para limpiarla. Cuanto antes aprendamos a reconocerlo y a disfrutarlo, mejor".

José Luis López-Linares, en Bolivia, en pleno rodaje
José Luis López-Linares, en Bolivia, en pleno rodajeLópez-Li Films

Así, López-Linares aprovecha la pintura, la escultura, la arquitectura y la música para unos tender puentes que, por otro lado, son evidentes. Si en aquella primera parte sobresalían los historiadores nacionales, en Hispanoamérica "es al revés", "quiero que haya un 80% de americanos". "Con La Malinche tenemos el puente", puntualiza en la cinta Carlos Leáñez Aristimuño, profesor de la Universidad Simón Bolívar: "En Hispanoamérica somos víctimas de un relato que dice: 'Nosotros éramos santos indígenas, y ese paraíso es interrumpido por la llegada de unos barbudos singularmente crueles que solo vinieron a robar, pillar, vejar, matar, etcétera'. La historia mítica que late en el corazón de la mente de muchísimos hispanoamericanos es completamente falsa y muy peligrosa".

Entre esas historias que se reparten por todo el continente, el documental recoge "el milagro", dice López-Linares, de San Ignacio de Moxos, un pueblo en lo más profundo de la selva boliviana y donde el instrumento tradicional es "¡el violín!", celebra: "Eso es mucho nivel". Una explicación que se encuentra en la llegada de los jesuitas a esas tierras. "La gente vivía en la Prehistoria, con taparrabos y su mayor tecnología era un arco con flechas. Sobrevivían con lo que cazaban y la agricultura apenas la tenían desarrollada –explica–. Y, en apenas 50 años, y puede que fueran muchos menos, ya habían montado orquestas completas con cuerdas, vientos y alguna percusión autóctona. Pasaron de la Edad de Piedra al Barroco".

"En Hispanoamérica somos víctimas de un relato"

Carlos Leáñez Aristimuño (Universidad Simón Bolívar)

Una prosperidad que vivió un revés con la fiebre del caucho, Guerra del Acre (1899-1903), cuando muchos habitantes de la selva fueron esclavizados y otros tantos huyeron a otras zonas. Fue entonces cuando algunas partituras se perdieron, pero no todas. Algunas de ellas se recuperan en este documental después de que López-Linares siguiera la pista de la Ensamble Moxos, grupo del que utilizó uno de sus temas en España, la primera globalización.

Al enterarse de su "exótica" historia, el realizador decidió hacer ese largo viaje hasta San Ignacio de Moxos para conocer de primera mano el lugar en el que "algunos de los violines parecen construidos directamente con el machete", se sorprende. No son pocas las partituras que se conservan, "miles", y eso es gracias al empeño del pueblo de conservar la tradición que les habían legado los jesuitas: "Pese a perder en algún momento la capacidad de lectura de las músicas, las siguieron manteniendo y copiándolas cuando el papel se desgastaba". Canciones religiosas y festivas de compositores europeos, como Vivaldi, o ya puramente americanos que mezclan el latín, el castellano y el náhuatl. "No sabían lo que decían –sostiene López-Linares–, pero también sabían que era algo importante. La música que tocan es de oído, de la transmisión oral. Y ahora han recuperado esas partituras y han montado orquestas de nuevo. Tienen un talento particular".

Una de las partituras de San Ignacio de Moxos que se recogen en "Hispanoamérica"
Una de las partituras de San Ignacio de Moxos que se recogen en "Hispanoamérica"López-Li Films

Es la de San Ignacio de Moxos una de tantas historias que aparecerán en una cinta que se ha marcado la primavera de 2024 como fecha de lanzamiento y en la que también aparecerá la "locura", define, del Corpus Christi en Cuzco, el gran evento del lugar. "Miraba por la ventana del hotel y parecía que estaba en España: los soportales, la catedral, sus casas...". El órgano más antiguo de América también se cruzó en el camino de la cinta; y el Ave María en quechua ante el que el realizador todavía se sobrecoge al recordar la "espectacular" interpretación a cargo de un organista y una mezzosoprano que han recogido.

La música se convierte en "la unión de dos mundos". El arte como hilo conductor de una historia y la música, en particular: "Fue muy rápida, uno de los vehículos de evangelización más importantes e inmediatos". Y así lo demuestran esas iglesias del siglo XVII que sobresalen en pueblos relativamente pequeños, "casi desproporcionadas con las necesidades del pueblo, pero con un valor arquitectónico enorme y con una gran calidad de arte barroco. De repente ves unos cuadros que podrían estar en El Prado. Los españoles podían haber hecho mucho menos, pero lo que es extraordinario de esta historia es que no se paró hasta lograr la excelencia", confiesa López-Linares. Precisamente por la pinacoteca madrileña pasó prestado ese Matrimonios de Martín de Loyola con Beatriz Ñusta y de Juan de Borja con Lorenza Ñusta de Loyola ante el que el cineasta también se detiene como una muestra más del mestizaje: "Los virreinatos asimilaron a la aristocracia local. Se ve en Perú y en México. Se mantuvieron los privilegios y el poder, y a su vez se mezclaron con los españoles".

"Lo que ves en los textos de los colegios americanos es delirante: genocidios, robo de oro..."

José Luis López-Linares

"España vino a América a reproducirse, a generar nuevas Españas, a hacer un imperio generador", apunta Leáñez Aristimuño. También Adelaida Sagarra Gamazo, profesora titular de Historia de América de la Universidad de Burgos, se moja en el documental: "Hasta el momento que los españoles llegan a América, cada continente tenía su raza, aquí todo el mundo se mezcló. Eso implica una percepción de que todos somos personas. Por encima de todo puede existir una naturaleza común, una riqueza y una pluralidad culturales que son compatibles con la existencia de la verdad. La verdad no uniforma, la verdad une, que es distinto".

Son estos ejemplos los que el documental quiere resaltar para terminar con esa Leyenda Negra que el equipo de rodaje ha podido comprobar de primera mano, en sus conversaciones con los guías locales, sonidistas, ayudantes de producción, chóferes o "en los libros de enseñanza", asegura el director. "Realmente está muy presente, pero lo que ves en los textos de los colegios es delirante: genocidios, robo de oro...". Él mismo, apunta, lo dejó pasar en su momento para evitar discusiones, porque su plan ese "combatirlo con la película". "Quito es el mejor ejemplo en ese sentido", comenta Francisco Núñez de Arco –historiador y autor de Quito fue España–, "porque España vino a 'saquear', pero sin embargo, tenemos una ciudad maravillosa llena de riquezas que demuestran lo contrario: ¿Cuál es la intención de matar a todos los indios y ponernos hospitales? ¿Robarnos todo el oro y llenarnos la iglesia de todo el oro que había?", deja en el aire.

"LA DAMA AZUL" QUE CONVERTÍA A LOS APACHES

Con material "para hacer una cinta más", el rodaje de "Hispanoamérica" no ha terminado. Ya tienen cerrado el plan para Nuevo México, donde no tardarán en dar con la pista de la herencia española, presente en prácticamente cualquier rincón. Pero allí también quieren buscar el rastro de "La dama azul", Sor María Jesús de Ágreda: "Una monja de clausura que tiene una historia fascinante. Se aparecía a los apaches con una túnica azul, aunque se dice que nunca salió de su celda, y a su vez, fue consejera de Felipe IV. Su correspondencia es maravillosa y el rey murió poco después que ella. Evangelizó en Texas y Nuevo México, donde mandaba a los indios a pedir el bautismo a los misioneros franciscanos, que estaban encantados con ella porque les daba el trabajo hecho", recuerda José Luis López-Linares.