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Imprimir los órganos en casa mediante máquinas 3d

Bastaría con sacar de la bionevera las células, descargarse el programa correspondiente y en dos horas estaría trasplantado.

Imprimir los órganos en casa mediante máquinas 3d
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Bastaría con sacar de la bionevera las células, descargarse el programa correspondiente y en dos horas estaría trasplantado.

En 2019, en España, morían entre un 5 y un 10% de los pacientes en lista de espera para un trasplante. Ya entonces, nuestro país era líder mundial en trasplantes, pero había que seguir avanzando. Pocos años antes ya se hablaba de imprimir órganos humanos con impresoras 3D.

En aquellos tiempos se imprimía tejidos, como piel, algunos cartílagos, huesos y poco más. La complejidad de imprimir un órgano en tres dimensiones, con sus venas y arterias era enorme. Así se comenzaron a imprimir hígados, riñones, corazones y pulmones en un tamaño mucho más reducido: como la palma de la mano. De ese modo se podía analizar la viabilidad y también probar medicamentos y cómo afectarían a la persona. El procedimiento era sencillo: se usaban células madre y se las programaba para cumplir diferentes funciones. Esta era la «tinta» de la impresora 3D y el programa decía si tocaba estómago o páncreas. El mayor desafío de crear los órganos a tamaño real era evitar que las células de las capas iniciales murieran antes de terminar la impresión. Hoy prácticamente todo el mundo cuenta con una impresora 3D en la que puede acelerar el proceso de trasplante, imprimiendo su propio órgano en casa. Basta sacar de la bionevera las células, descargarse el programa correspondiente al órgano y en un lapso de dos horas estará terminado.

El lado positivo

Obviamente esto trajo la posibilidad de personalización de cualquier tipo de trasplante: ya no existe la posibilidad de rechazo, no hay que esperar prácticamente nada para recibir el nuevo órgano y la posibilidad de trasplantes múltiples (corazón, pulmones e hígado, por ejemplo) por algún accidente o tumores metásticos que hubiera afectado a varios órganos. Todo esto redujo notablemente los costes de trasplantes e hizo posible que se llevaran a cabo en cualquier lugar del mundo, desde África a las bases de la Antártida.

Pero la impresión en 3D no solo afectó positivamente la medicina, sino también la parte farmacéutica. Personas que padecían una variedad de dolencias, como los ancianos, a menudo dependían de tomar múltiples píldoras a lo largo del día. Ahora, en lugar de tomar varias pastillas, todas se integraban en una sola diseñada para disolverse y liberar los diferentes principios activos en un tiempo determinado gracias a la precisión de la impresión en 3D, que permitió diseñar medicamentos en capas y con micro dosis exactas.

También se aceleró el desarrollo de prótesis específicas para ciertos trabajos, como brazos para soldadores, extremidades para quienes tuvieran temblores neurológicos, etc.

El lado negativo

Desde 2035, el 80% de las muertes en el planeta se producen por vejez, ya casi nadie muere antes de los 50 gracias a los trasplantes de órganos y a su casi infinita disposición de los mismos. Esto ha hecho que no solo el sistema sanitario, sino también los recursos económicos deban adaptarse para una población cada vez más envejecida. Por otro lado, si bien la parte física se ha casi resuelto, el porcentaje de enfermedades mentales (demencia senil, trastornos neurológicos, depresión, etc.) ha aumentado enormemente. A ello se le une el problema de las pensiones: muchos, al saber que podían vivir vidas largas y prósperas se han dedicado a estudiar, a capacitarse y no han querido tener hijos. La tasa de natalidad ha descendido en la mayoría del planeta y la distribución de riquezas se ha modificado afectando tanto a los países europeos y ls gigantes de Asia, como a los de América Latina y África.

Finalmente, en 2033, dos años atrás, comenzó a surgir la polémica de los órganos personalizados: decenas de personas, con recursos ilimitados, comenzaron a imprimir pulmones modificados para fumar, hígados que no se veían afectados por el alcohol y demás adaptaciones. Todo esto hizo que fuera imprescindible una nueva legislación, a nivel global, que todavía estamos esperando.