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José Manuel Sánchez Ron: "Me da miedo que la ciencia caiga en manos equivocadas"

En su libro «Querido Isaac, querido Albert» cuenta la evolución de la ciencia a través de las cartas que escribieron los principales científicos

 José Manuel Sánchez Ron en la Real Academia Española
José Manuel Sánchez Ron en la Real Academia EspañolaJavier Fdz -LargoLa Razón

José Manuel Sánchez Ron ha delineado de manera original el perfil humano de los científicos, la dimensión más ignota de ellos, lo que suelen eclipsar sus aportaciones. En «Querido Isaac, querido Albert» (Crítica), el físico y miembro de la Real Academia Española ha reunido una serie de significativas misivas escritas por Faraday, Humboldt, Linneo, Pasteur, Ramón y Cajal, Planck, Marie y Pierre Curie, Rutherford, Eisenberg, Bohr, Lovelace, Poincaré, Einstein o Heisenberg, entre otros. Unas cartas que nos ofrecen un acercamiento a estos hombres al tiempo que nos alumbran cuáles eran las preocupaciones que removían su conciencia debido a sus descubrimientos. «Isaac Newton y Charles Darwin suponen dos maneras distintas de afrontar la idea de Dios», comenta. «Newton nunca desfalleció en su creencia de un Dios todopoderoso. No creía en la Trinidad. Era un hereje arriano. Creía en un solo Dios. Dejó escritos teológicos y cronología de reinos antiguos porque creía que la Biblia había sido corrompida. Intentaba adecuar los datos históricos con Dios. Es más. No solo creía en él, sino que pensaba que Dios había dejado señales en lugares que permitían conocer el funcionamiento del mundo. Uno sería el Templo de Salomón. En la segunda edición de “Principios matemáticos de la filosofía natural”, introduce un escolio y habla de Dios en un libro lleno de matemáticas y física. La palabra de Dios frente a la palabra de la naturaleza».

Darwin, era distinto.

En tiempos de Newton, era complicado llegar a conclusiones sobre la existencia de Dios. Newton pensaba que Dios daba cuerda al universo, pero en las ciencias que practicó Darwin eso ya era diferente. En su autobiografía cuenta que cuando se embarcó en el Beagle, era un ortodoxo y que la tripulación se reía de él. Fue la ciencia la que le descubrió las relaciones en los seres vivos y le hizo cambiar y convertirse en un agnóstico.

¿Y hoy?

La ciencia es compatible con Dios. Como método, no, porque la ciencia comprueba hipótesis con lo que ocurre en la naturaleza, mientras la religión se basa en la fe. Pero hay, ha habido y habrá científicos que creen y que creerán en Dios. Lo podemos entender porque la soledad del hombre, la conciencia de qué será de mí, el sentido de esto termina aquí, es muy duro. Y más si la ciencia dice que el universo se convertirá en un contenedor frío y sin movimiento. Los humanos no somos solo racionalidad, también sentimientos.

"Nos hemos convertido en asesinos del futuro. Vamos a dejar a las siguientes generaciones un planeta más pobre"

Hay desprotección existencial.

Depende de la fortaleza de la persona de encarar la idea de la nada, que es terrible. A veces señalo que la ciencia no te da siempre felicidad, porque te enfrenta con ideas importantes: Copérnico nos descubrió que no estábamos en el centro del universo. La ciencia también nos indica que no es la criatura creada por un Dios que nos vio con ojos especiales. Es terrible por lo que te da a entender, aunque también da algo esencial.

¿El qué?

Dignidad. Aquellos que, basándose en la ciencia afrontan esa nada existencial, mantienen ciertos códigos éticos. Algunos aseguran que, si no crees en nada, no puedes tener una idea del bien y el mal. Eso no es verdad. Los códigos éticos y de verdad moral son muchas veces más pronunciados en personas que no creen en ninguna religión. Por eso la ciencia da dignidad. No hay argumentos racionales para creer en un Dios, salvo los psicológicos, pero es algo que hay que respetar, porque todos debemos comprender el desamparo y hay que reclamar y comprender la dignidad de los que creen y no creen.

Diderot y D’ Alembert ayudaron a derribar el Antiguo Régimen y acabar con una sociedad injusta.

Sí, es cierto. «La enciclopedia» es la manifestación del siglo de la Ilustración, lo que caracteriza lo más hermoso: la creencia de acceder a la verdad a través del conocimiento científico. «La enciclopedia» trata de reunir saberes. Y la hacen un matemático y un filósofo. Pero hay algo más. Es un ejemplo de la cultura que me gustaría que existiese en nuestra sociedad. Esa cultura de humanidades que reúne las ciencias y las letras y que juntas se unen para construir y suministrar a las personas una visión del mundo. Esto tendría que ser un ejemplo de lo que se llama ahora la tercera cultura, que debería ser predominante y que aún no está implantada. La ciencia forma parte de la cultura y no hay una verdadera cultura sin una cultura científica.

"La tecnología está produciendo personas más limitadas. La tecnología es terrible si no la usamos con sabiduría"

¿Le da miedo que la ciencia caiga en manos equivocadas?

Me da miedo, por supuesto. Y hay algo que me preocupa. Ahora existen personas que tienen suficiente riqueza para competir, por ejemplo, con la NASA, y de incentivar el turismo espacial. Cuando el turismo ha emponzoñado muchos recursos naturales, ahora también quieren exportarlo al espacio. Otro asunto es que se pueda intervenir en el cerebro o en la herencia genética. Hay empresas que tienen dinero para hacerlo y hay que pensar que el 90 por ciento de la riqueza mundial está en pocas manos.

Pero hemos progresado.

Algunas personas son más compasivas, la educación se ha extendido, pero estamos en un momento disruptivo. Ha entrado la robótica y la inteligencia artificial. Esto plantea nuevos problemas. ¿Quién va a dirigir la máquina del mundo? Hoy además se confunde información con conocimiento. La inteligencia artificial y la robótica ya nos guían y no nos damos cuenta. Influye en nuestros gustos. Todo esto estará relacionado con la educación, la reflexión y la cultura.

Se usa mal la tecnología.

Sí, y además, la tecnología siempre gana. Los luditas se opusieron a las máquinas de hilar, y perdieron. La tecnología está produciendo personas más limitadas. Hay gente que solo mira el móvil y no lo que hay en su entorno. La tecnología ofrece muchas ventajas, pero todos hemos visto parejas que cenan juntas y están mirando su teléfono. Veo la dependencia de los alumnos con el móvil. Me preocupa porque la tecnología cada vez va a hacer más cosas. La tecnología es un alivio y evitará problemas, pero si no la usamos con sabiduría, es terrible.

"Colonizar Marte es un esfuerzo colosal, más grande que resolver los problemas para salvar la Tierra"

El científico tiene que litigar también con la conciencia.

No es frecuente, pero a veces son conscientes de que lo que están desarrollando tiene implicaciones que afectan a la sociedad. No son muchos los casos: genética, biología, armamento nuclear, la química con las drogas. Pero hoy la creación del conocimiento ya no es individual. Un Einstein, un Darwin. Eso es muy difícil. La ciencia es ya una empresa más colaborativa. La responsabilidad por eso se diluye. Las personas son piezas de un engranaje. Solo al reflexionar, al mirar hacia atrás, algunos se dan cuenta. Esto no te exime de la responsabilidad. La tecnología basada en el petróleo y el carbón ha trastocado la naturaleza, por ejemplo.

Dar la vuelta atrás...

Sí, es muy complicado retroceder en este caso... ¿cómo combatimos el cambio climático? Hemos comido de la manzana del bien y del mal. Por un lado, esto nos ha permitido viajar y estar calentitos. ¿Ahora vamos a volver a pasar más frío? En nuestra búsqueda del conocimiento, hemos traído bondades, pero también nos hemos convertido en asesinos del futuro. Y del pasado, por la pérdida de biodiversidad. Vamos a dejar a las siguientes generaciones un planeta más pobre y con menos recursos.

¿Abandonaremos la Tierra?

Stephen Hawking aseguraba que el futuro estaba en las estrellas. Yo me he manifestado en contra. Instalarte en Marte como solución por la destrucción del hábitat terrestre supone un esfuerzo colosal, más grande que resolver los problemas para salvar la Tierra. Entiendo que haya personas que en el futuro vivan en colonias allí. De hecho, eso puede ayudar a desarrollar el cerebro, que siempre ha evolucionado en grupos pequeños y respondiendo a retos de su entorno. Y una colonia en Marte supone desafíos enormes... Es posible que ahí se produzcan modificaciones del hombre. También cerebrales. Pero pensar que la salvación de la especie humana está fuera de la Tierra es una estupidez. El hombre puede, a medio y largo plazo, recuperar este planeta, aunque sea diferente al que hemos conocido, pero al menos será habitable.