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Teatro

Juan Mayorga pregunta en el Festival de Otoño: y a ustedes, ¿qué les quita el sueño?

Juan Mayorga estrena nueva obra en el Festival de Otoño: «La gran cacería», con el actor británico Will Keen, es una reflexión sobre la violencia

El protagonista de la obra, Will Keen, en escena
El protagonista de la obra, Will Keen, en escenaLaura Ortega

La capacidad de trabajo y la sabiduría que atesora el dramaturgo Juan Mayorga solo tiene parangón con la humildad que transmite en las distancias cortas. En su caso, calidad y cantidad no se contraponen y su diversidad creativa se muestra este noviembre con todo su esplendor, el 17 y 18 tendrá lugar el estreno absoluto de «La gran cacería» dentro del Festival de Otoño, que ha escrito y dirige, un proyecto con producción del Teatro del Barrio «materialmente muy modesta, pero teatralmente muy ambiciosa, que me da ocasión de volver a la sala Cuarta Pared, donde debuté en 1994», señala. El 24 se estrena la película «Teresa» dirigida por Paula Ortiz basada en su obra «La lengua en pedazos» y el 25 en Badajoz su ópera «La paz perpetua», con música de José Río Pareja.

Y es que el académico, Premio Princesa de Asturias y director del Teatro de La Abadía, no deja de explorar en la cultura, que entiende como una herramienta transformadora sobre todo aquello que atañe al ser humano. «Creo que hay que actuar para embellecer y concienciar, que el teatro tiene una extraordinaria capacidad para fijarse en cosas que normalmente desatendemos, para darnos a pensar, a preguntar y hacernos menos autoritarios y menos dóciles, porque el autoritarismo y la docilidad son dos caras de la misma moneda y el teatro nos ayuda a resistir, no sabemos si puede cambiarnos, pero hay que hacerlo como si pudiera, con esa voluntad, con ese tesón, con esa búsqueda», asegura el autor.

«La gran cacería» nació en una noche de insomnio durante un viaje en el Mediterráneo, «pero no es la primera –apunta Mayorga–. Con “Famélica” ocurrió igual, donde un personaje decía: “A veces, una noche de insomnio ahorra años de preocupaciones” porque en él detectas un problema y la solución y tanto los insomnios como los sueños pueden ser muy creativos». Y este lo fue. «Yo viajaba en un barco italiano que me devolvía desde Sicilia al continente y no podía dormir y me preguntaba por qué, mi cabeza se iba hacia un barco que había visto en un mosaico en la catedral de Monreale y su imagen me condujo a otro de la villa romana del Casale y acabé pensando en las barcas de inmigrantes que escapan de la miseria o la violencia en el Mediterráneo y, todos esos barcos navegando en mi imaginación, no me dejaron dormir».

En la obra, «el personaje insomne, que trata a los espectadores como si ellos también lo fueran, les pregunta a éstos ¿qué es lo que a vosotros os quita el sueño? Su imaginación se va hacia dos cuadros con barcos, uno del arca de Noé y otro, un mosaico titulado “La gran cacería”, sobre la captura de animales en Asia y África para los circos del Imperio. Me asombró su belleza y complejidad –explica–, pero no llevé mi reflexión hacia donde lo hice aquella noche de insomnio, allí había una extraordinaria representación del colonialismo y, en ese sentido, es un documento de cultura como obra de arte extraordinaria, pero al mismo tiempo de barbarie, como decía Benjamin. Pero el insomne queda impresionado también por un fragmento donde ve a un hombre golpeando a otro, es decir, no solo representa violencia sobre animales, también de unos seres humanos sobre otros, así que, lo que realmente está en el centro de “La gran cacería” es una preocupación por la violencia, la que podemos sufrir o ejercer», afirma el dramaturgo.

El mar y las contradicciones

Un Mediterráneo que es testigo y protagonista de la historia. «El “Mare nostrum”, un espacio extraordinario de cultura y civilización que ha vertebrado la idea de Europa, pero al mismo tiempo, un lugar de barbarie, violencia y guerra –asegura–. Literariamente tiene una extraordinaria densidad narrativa, lleno de historias, de personajes, de esperanza y de desesperación hasta nuestros días, que lo vemos cruzado de barcazas que huyen de la miseria, el hambre y la violencia». Ante esto, el dramaturgo piensa que «debemos ser conscientes de nuestras contradicciones y aceptarlas, porque es inaceptable que persigamos a seres humanos que están buscando aquello a lo que cualquiera tiene derecho, una vida digna y en libertad». Pero, ¿qué le quita el sueño a Mayorga? «Que personas a las que quiero atraviesen un mal momento, pero además, creo que ahora hay muchas razones para perderlo. “¿Quién puede dormir tranquilo hoy en día?”, se dice en la obra. Los tiempos que corren son tremendos: guerras, cambio climático, gente huyendo de la pobreza… ¿Qué podemos hacer? Y, de nuevo, Benjamin: “Hay que organizar el pesimismo, hacer algo activo sin entregarnos a la melancolía porque esa melancolía finalmente es reaccionaria, es dócil’’», significa.

Para este viaje, Mayorga está acompañado del actor inglés Will Keen. «Admiraba sus trabajos y sabía que es un actor influyente, maestro de actores y referente, pero me he encontrado con un superdotado, un animal escénico, desafiante, inteligente y generoso, que ha participado con grandes directores y yo tengo mucha suerte de poder contar con él, junto a Fran Reyes y Ana Lischinsky». Y finaliza: «Quiero dedicar este trabajo a mi gran amigo Guillermo Heras, al que he perdido este verano. Guillermo fue una persona absolutamente decisiva para que yo continuase en el teatro y el hecho de volver a Cuarta Pared me hace pensar en él con emoción».