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Khaleesi era Hitler

La magnífica puesta en escena del último capítulo nos traslada a los famosos documentales de Leni Riefensthal sobre el nacionalsocialismo
larazon

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La magnífica puesta en escena del último capítulo nos traslada a los famosos documentales de Leni Riefensthal sobre el nacionalsocialismo
Los fantasmas totalitarios que recorren el mundo encontraron aposento en la serie de las series. Si alguien quería encontrar una lectura política, al final la encontró, pero no era la que se esperaban. La rompedora de cadenas era en realidad una líder fascista o el reflejo de una distopía comunista, lo que nos lleva a pensar en el carismático papel que tienen los que anhelan ganarse al pueblo con lustrosos dragones y ante los que podemos caer rendidos sin darnos cuenta. “Cuanto más conozco al hombre más quiero a mi perro”. Eliminemos perro por dragón y hallamos la respuesta.
Los creadores de la serie y Emilia Clarke, la actriz que interpreta a Daenerys, han confesado que el discurso ante esa masa de inmaculados sin rostro está inspirado en las arengas de Hitler en Nuremberg. Tiene algo de inquietante premonición que la reina rubia haya sido uno de los personajes preferidos por los “fans”, los anónimos y los públicos: de Pablo Iglesias a Inés Arrimadas, todos creyeron ver en ella solo lo que prometía, pero ya lo dijo el Führer: “Con humanidad y democracia nunca han sido liberados los pueblos”.
Como Hitler, y tantos otros que nos llevan a la España de hoy, Daenerys defiende los ecos de un pasado glorioso frente a un presente catastrofista. Populismo, independentismo, aquí que cada cual convenga. La cultura avisa del fin de la cultura. La bibliografía comienza a abultarse, he ahí por ejemplo “Instrucciones para convertirse en fascista”, la irónica sentencia convertida en libro de Michela Murgia (Planeta).
En la magnífica puesta en escena del último capítulo resuenan ecos de “El triunfo de la voluntad” de Leni Riefensthal, la brillante e impar cineasta del nacionalsocialismo. Primeros planos. Una explanada inmensa en la que el ejército demuestra su poder. Los líderes políticos compraron la mercancía: “Ante Dios y el mundo, el más fuerte tiene el derecho de hacer prevalecer su voluntad” gritaba Hitler, pero antes también optó por la vía “posibilista”: “En lugar de trabajar para conseguir el poder a través de un golpe armado, debemos taparnos las narices y entrar en el Parlamento”. ¿Tendrá algo que ver con lo que pasa en el Congreso? Lo peor es que la realidad no es una serie de televisión aunque parezca que vivamos en una de ellas.