Crítica de libros

Murakami fue también joven

Murakami fue también joven
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Haruki Murakami se hizo escritor de la noche a la mañana, mientras estaba al frente de un bar de jazz y traducía al japonés la obra de aquellos escritores americanos a quienes admiraba. Lo hacía, sobre todo, para pillarles el estilo. Así fue como nacieron sus dos primeras novelas, que sólo habían sido publicadas en inglés y en japonés y que, como señala Murakami en el prólogo, son como viejas amistades del pasado, además de obras decisivas, «difícilmente reemplazables», dentro de su carrera como novelista.

Publicadas respectivamente en 1979 y 1980, en «Escucha la canción del viento», Murakami sigue los pasos de un estudiante de veintiún años y que no tiene nombre, que pasa las vacaciones de agosto de 1970 en su ciudad natal. En «Pinball 1973», traslada la acción tres años más tarde, con ese mismo estudiante, quien ahora reside en Tokio junto a dos gemelas.

Leídas a la luz de sus novelas posteriores, en ambas se nota que Murakami era aún un escritor joven. Pero un escritor atrevido y audaz, que no sabe muy bien adónde dirigir su escritura, aunque confiado en su estilo y en su imaginación. Una imaginación en la que en un paisaje desolado y melancólico aparecen gatos, música y mujeres. Y en un estilo llano, limpio y que Murakami haría totalmente suyo, sin embargo, con la novela siguiente, «La caza del carnero salvaje». Ese libro, según señala el autor japonés más conocido de los últimos años en el mismo prólogo, marcaría el «verdadero inicio» de su carrera como novelista.