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Arturo Pérez-Reverte

Pérez-Reverte: «La vileza se ve con más intensidad en los conflictos civiles»

Arturo Pérez-Reverte / Escritor. Las batallas, los asedios, los combatientes, las causas políticas. El autor cuenta la Guerra Civil a los jóvenes de manera «objetiva» en un libro

Arturo Pérez-Reverte
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España es un país opinativo que va construyendo / de-construyendo su Historia al albur de los prejuicios, tópicos, intenciones o intereses propios más que con la realidad que arrojan los hechos, los sucesos. Aquí se prefiere la declaración apremiante de cualquier adlátere o fulano vinculado a una ideología de paso que el veredicto claro que dictan los hombres de estudio, a los que nadie escucha, no vaya a ser que se le desmonte a uno el chiringuito intelectual. Arturo Pérez-Reverte, que es un escritor amigo de los riesgos y los desafíos, ya se atrevió con una adaptación de «El Quijote» para allanarles el camino a los estudiantes hacia la obra cervantina y evitar que acabaran perdiéndose en sus meandros narrativos. Ahora les vuelve a dar soporte para iniciarles en la Guerra Civil española con la mirada limpia de convencionalismos y recelos. Una historia breve, ilustrada por Fernando Vicente, que aspira a ser «objetiva» y, también, introducción a los grandes manuales de historia de siglo XX español.

–¿Qué le preocupa de la educación de los jóvenes?

–Que se les prive de memoria, de capacidad intelectual y crítica. En España les estamos escamoteando la memoria a los jóvenes. Les estamos dejando indefensos fren-te a la manipulación.

–¿Por qué se la escamotean?

–Por desidia, dejadez. Los políticos están haciendo el papel que corresponde a los historiadores. Los están desplazando y apropiándose de la Historia. La voz del historiador es objetiva; la del político, oportunista. Este desembarco del político en el terreno del historiador está produciendo estragos.

–Ésta es una historia «Objetiva» de la contienda del 39. ¿Qué causas han impedido que se cuente de esta manera en la España democrática?

–España es un país de etiquetas. Estás conmigo o contra mí. Eso ha contaminado todo. Hay otro problema grave. A mí me contaron la historia de la guerra los protagonistas: mi abuelo y mis tíos. Fueron testimonios de primera mano. Esa generación ha desaparecido. Ahora se transmite esa historia de segunda mano y esa versión puede ser interesada y manipuladora. Las fuentes deben ser claras. Lo que quiero con este volumen es abrir la puerta a los libros de historia, que sea una introducción a ellos, y que los chicos interesados en conocer más detalles acudan a ellos.

–¿Son los políticos responsables de que no se cuente cómo es debido a sus intereses?

–Los políticos, de cualquier signo, que usan la historia como herramienta la envilecen. Es importante que haya jóvenes con un criterio lúcido. La única salvación es la educación en la ecuanimidad. Eso se hace únicamente leyendo a unos y otros, a los de la izquierda y a los de derecha, a Serrano Suñer y a Manuel Azaña. Luego con inteligencia, hay que saber extraer lo que es fiable. Pero, para eso, hay que tener lucidez crítica. Por este motivo debemos dotar a los jóvenes de capacidad crítica. Dejemos que ellos descubran quiénes son buenos o malos, o si no había ni buenos ni malos, y sí desgraciados, y que todos fuimos víctimas y verdugos.

–Usted ha vivido varias guerras civiles durante su época como periodista.

–Ocho. Sé lo que son y, también, que cuando estás en la calle durante estos conflictos, eso de los buenos y malos se diluye. Lo que hay son desgraciados que son arrastrados por diferentes avatares, la vileza, la dignidad o la infamia del ser humano. Y esa indignidad, la abyección, no depende de bandos sino de cada ser humano. Las peores guerras son las que suceden entre vecinos, que es de donde salen las ideologías, pero también los rencores vecinales. La vileza humana se ve con más intensidad en estos conflictos . En la vecindad, que es donde debería existir mayor solidaridad, es donde a menudo surge la envidia y mala fe. A la República se la cargan la extrema derecha y la izquierda, y los del centro se ven arrastrados. Lo que ocurrió en España es que hubo un Gobierno legitimo que fue destruido por un Gobierno legítimo. Y cuando llega la guerra y ahí entra la condición humana

–¿Cuáles fueron los puntos más difíciles de explicar a un joven?

–Comienzo el libro señalando que España es muy inculta, que existen injusticias, que hay tensiones políticas nacionales y extranjeras. Eso explica lo que ocurrió. He intentado explicar que a la guerra no se va por cuatro malvados que quisieron imponerse a una multitud bondadosa, porque ya había condiciones muy complejas. Resultaba difícil entenderse, porque los extremos no querían. El nudo de la cuestión es la falta de diálogo y voluntad. La sordera al sentido común condujo a la Guerra Civil.

–En su libro se lee que a la «sensatez y el diálogo no se les escucha».

–Es justo eso. Una prueba de que la lección no ha servido de nada es que aún repetimos los esquemas de sordera de esa época.

–¿A quién disgustará este libro?

–A los sectarios y manipuladores. Pero eso ya lo sabía. Y lo asumo.

–¿Cree que la sociedad actual esconde la dureza de la guerra?

–En el libro aparece la retaguardia, las matanzas y las batallas. Son importantes. En la retaguardia hubo represión política y policial, y los enfrentamientos fueron muy sangrientos. Pensamos que quitando el horror de los libros de texto protegemos a los chicos y es al revés: les quitamos herramientas. No se puede conocer la España actual sin conocer la Guerra Civil y el siglo XIX.