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Una doméstica Agatha Christie

Una doméstica Agatha Christie
Una doméstica Agatha Christielarazon

En medio siglo la novela policíaca ha superado el subgénero popular para inscribirse en el prestigioso «highbrow» de la literatura seria como una moda más de la cultura de masas. Al igual que el «kitsch», que representaba la cursilería de lo carente de relevancia cultural, la literatura pop ha pasado a significar justo lo contrario: algo enjundioso, chic y desenfadado, producto del gusto de la intelectualidad burguesa de izquierdas por la sencillez de lo popular. El precedente más famoso es el de la majeza española de los aristócratas del XVIII, que se disfrazaban con los atuendos del pueblo llano como gesto de distinción. Suena a falsilla pero era el tránsito adecuado de una clase media intelectual que se aburría con la alta cultura y pensó que sería más excitante adaptar la novela negra a un discurso izquierdista, literariamente tan liviano y desnutrido como inoperante desde el punto de vista moral.

Deriva negra

Desde los años setenta la cosa no ha hecho más que aumentar la deriva de la novela negra hasta convertirse en un lugar común. Cierto que ha conseguido algunos títulos interesantes, aunque la mayoría de estos autores son meros «okupas» del género, incapaces siquiera de remedar a los profesionales del «pulp». A partir de Juan Madrid, Montalbán y Andreu Martí la moda se ha convertido en un virus que lo infecta todo: semanas de novela negra subvencionadas, premios literarios y decenas de relatos que tratan de encontrar un resquicio de originalidad en el adocenado etiquetado del «neo-noir».

Guelbenzu lleva dieciséis años escribiendo novelas policiacas con una jueza de instrucción como investigadora, Mariana de Marco. No es muy heterodoxo pero la ficción le permite instruir el caso como una detective más, y a la vez tomarse algunas libertades que el lector no cuestiona. Burla burlando, ya ha protagonizado siete obras, la última, por el momento, «El asesino desconsolado». Para lo no iniciados diremos que Mariana de Marco es una jueza imponente, problemática tras su divorcio y renuente a un nuevo amor. Resulta un tanto antipática, estirada y autoritaria. Su relación con su amiga Julia, que en este relato revela su bisexualidad, introduce en el relato policiaco las relaciones de pareja, el erotismo y el amor desde la perspectiva femenina vista por un hombre. Parece que al autor le gusta que los personajes sean un tanto esnobs y manifiesten una preferencias sexuales adecuadas al momento histórico que vive España. Es la parte de actualidad de las novelas de Guelbezu, en las que se cometen asesinatos, varios sospechosos rondan una escena del crimen acotada; así, mientras la jueza De Marco investiga el autor dibuja un retrato costumbrista del mundo norteño en el que se desenvuelve la acción.

En este libro no hay un gran misterio que resolver, ni las pesquisas se mueven en el terreno del thriller, al contrario, Guelbenzu gusta de recrear la novela de enigma doméstico de Agatha Christie, en un entorno urbano, donde la jueza resuelve el caso con la ayuda de dos policías y tantas suposiciones y conjeturas como las interminables cavilaciones de una señorita Marple cántabra.