Literatura

Cunqueiro, el inédito regreso de un escritor mágico

Ediciones 98 publica a la vez tres obras del novelista, poeta y dramaturgo gallego, una de ellas inédita en español hasta el momento

Álvaro Cunqueiro perteneció a una generación de grandes escritores no olvidados, sino silenciados, como Pedro Michelena o Eugenio Montes
Álvaro Cunqueiro perteneció a una generación de grandes escritores no olvidados, sino silenciados, como Pedro Michelena o Eugenio MontesFamilia Cunqueiro

Decía César Antonio Molina en el prólogo a «De santos y milagros» (Fundación Banco Santander, 2012) que «más allá del siglo XVI Cunqueiro se sentía extranjero, exiliado, ajeno», un volumen que recogió una selección panorámica de los artículos del autor gallego que tienen que ver con lo hagiográfico. Xosé Antonio López Silva, profesor del Instituto da Lingua Galega de la Universidad de Santiago de Compostela, se encargó de la edición: unos ciento cincuenta textos donde lo renacentista, el santoral y lo milagroso convergían de una manera tan original como sorprendente. Cunqueiro, maestro de la oralidad, de las tradiciones célticas, del cristianismo en clave literaria, trataba a los santos como magos, pues la historia oficial de la Iglesia es sólo la plataforma para levantar el vuelo de la creatividad.

De tal modo que «en buena parte de los artículos de Cunqueiro destaca como un rasgo estilístico personal una prosa poética de enorme perfección formal teñida de culturalismo», al decir de López Silva. Ahí radicaba la complejidad para el lector actual, pero también el aliciente. Supo acercarse a aquella amplia reunión de historias y reflexiones religiosas –de 1936 a 1979– con la idea de descubrir todo un género híbrido. Cunqueiro publicó estas piezas en varios medios, sobre todo en «Faro de Vigo» (periódico que llegó a dirigir), y lo que hacía era desarrollar artículos-fábulas, pues el propio escritor siempre se definió como un fabulador.

Así, tratando las peripecias de San Jorge, de San Patricio, de San Leandro, de San Nicolás o San Valentín, del Camino de Santiago o de un «fraile que pintaba abanicos para el emperador de la China», Cunqueiro localizaba lo milagroso en la fe y extendía lo milagroso a nuestro día a día. Se trataba, en suma, de un libro atractivo para los aficionados a las historias con trasfondo religioso y antiguo, y a la tradición del santoral irlandés, y que ponía en valor la obra de un hombre, Álvaro Cunqueiro (Mondoñedo, 1901-Vigo, 1981), que cultivó todos los géneros en gallego y castellano: la poesía, la novela, el cuento y el teatro, pero que durante cierta época pasó bastante inadvertido.

La evolución de la literatura

Cuando menos así lo decía Joan Perucho en una charla que este periódico mantuvo con él, a este mismo que escribe, en su casa de Barcelona por motivo de su octogésimo aniversario y por haber llegado a su libro número cien. En aquella ocasión (noviembre del 2000), a la pregunta sobre qué opinión le merecía la evolución de la literatura en España desde la posguerra, el autor barcelonés apuntó: «Después de la guerra, y al ingresar en la universidad, me encontré con amigos, como Néstor Luján, que han desaparecido. Me he quedado solo. Entonces asistíamos al fin de una etapa, o sea, al fin de la generación del 27 y en prosa al fin de Azorín y Baroja. Pero entonces –añadía el autor– surgió una ola de grandes escritores, hoy no olvidados sino silenciados, que son Rafael Sánchez Mazas, Julián Ayesta, Álvaro Cunqueiro, Pedro Michelena y Eugenio Montes, entre otros, al lado de excepciones memorables, como Cela y Delibes».

En efecto, hay que encontrar a Álvaro Cunqueiro entre esos insignes compañeros de generación, en un campo libresco muy particular, próximo al de Perucho precisamente, el de la literatura mágica, por decirlo así. Llegó su prestigio a tal punto en el entorno literario que voces como la de Gabriel García Márquez se hizo notar para decir que el gallego mereció recibir el Premio Nobel de Literatura más que él mismo. Pero, por encima de su cohorte de grandes admiradores, lo importante es que su obra (tanto la escrita en español como en gallego) esté accesible, y así lo ha entendido Ediciones 98, que se ha propuesto fomentar la obra y la figura del autor. De tal modo que ahora nos ofrece tres de sus libros: «Los otros feriantes», en traducción al español de Julio Manso de «Os outros feirantes», «Las crónicas del sochantre» y «Escuela de curanderos y fábula de varia gente».

Estos libros tienen la inestimable colaboración de César Cunqueiro (1941), hijo del escritor, del que se recupera un texto escrito en 1984, traducido y ampliado para la ocasión. En él, titulado «Memoria del padre», se lee: «Cuando miro el cielo estrellado también me acuerdo de ti, padre. Cuántas veces dijiste, citando a no sé quién, de la necesidad de mirar las estrellas con la mirada limpia del pastor homérico para reconocer en ellas los animales que dan nombre a las constelaciones y recordabas también a Feijóo cuando decías que en el valle de Mondoñedo miramos las estrellas cuando las alcanzamos verticales».

La Galicia rural

Es un ejemplo de la particular mirada hacia la vida, hacia la literatura, hacia lo imaginativo, de un escritor en verdad único. En el epílogo a «Escuela de curanderos y fábula de varia gente», el responsable de Ediciones 98, Jesús Blázquez, cuenta que, ciertamente, Cunqueiro «ponderó que desde su adolescencia se interesó por recoger lo que le contaban sus paisanos de Mondoñedo y de los pueblos cercanos. Llevaba siempre consigo una libreta para tomar nota de romances artúricos y carolingios, de historias de tesoros escondidos y de diversos sucesos más o menos mágicos de los labriegos». Observar esa realidad circundante, combinándola con amplias lecturas, prosigue el editor, llevó al narrador al desarrollo de «un maravilloso y único mundo, medio real medio imaginario, gracias a su gran talento creador».

En el volumen recién citado (por primera vez íntegro en español) se podrán encontrar diferentes relatos sobre curanderos, fauna mágica y personajes curiosos de la Galicia rural. Se trata de curanderos que sanan dolencias del alma y del cuerpo de sus pacientes mediante consejos de vida y recetas misteriosas, integradas por hierbas medicinales y compuestos comprados en la botica del padre del propio autor. Asimismo, se incluye una serie de textos sobre labriegos y sucesos mágicos con el nombre de «Los otros rostros», que desde hace mucho tiempo no era posible encontrar en parte alguna. Un libro este que tiene un excelente complemento con «Los otros feriantes», que también capta el mundo rural gallego a través de las semblanzas de sus moradores. Son perfiles literarios de tipos populares que él conoció aderezados con anécdotas en torno a habitantes que rememoran sus años como emigrantes, hablan con toda naturalidad con los muertos o conversan con animales parlanchines.

Por último, el lector podrá disfrutar de «Las crónicas del sochantre». Aparecida en 1956, fue la segunda novela de Cunqueiro, escrita originalmente en gallego, y tres años más tarde traducida al español, momento en que recibió el Premio Nacional de la Crítica. La obra está ambientada en la Bretaña del siglo XIX y relata el secuestro de un joven sochantre (canónigo, cargo episcopal que antiguamente dirigía el coro en una catedral), Charles Anne de Crozón, por parte de una hueste fantasmal para que amenice un entierro con su canto. A partir de este momento, el joven se verá arrastrado a viajar con semejante comitiva tres años, durante los cuales vivirá un sinfín de aventuras y experiencias con sus terroríficos compañeros, los cuales van narrando sus historias particulares, del todo truculentas y criminales, con el rasgo común de un fin violento, y su afán por saldar las cuentas pendientes que aún tienen con los vivos. Lo dicho: una literatura mágicamente excepcional e incomparable.

Un autor gastronómico

Álvaro Cunqueiro no sólo se distinguió por ser un gran escritor, sino por ser un gran conocedor de la gastronomía española; un galardón en este ámbito lleva su nombre: el Premio Nacional de Periodismo Gastronómico. Uno de sus libros a este respecto fue «La cocina gallega», con recetas de Araceli Filgueira, y en el que se pueden leer cosas como las que siguen: «La matanza casera del puerco se hace muy bien en toda Galicia, especialmente en las villas». «Antes de que llegasen al país los garbanzos zamoranos, antes de que llegaran las patatas, el peso del cocido debían de llevarlo las castañas y nabos tiernos». «Recuerdo como uno de los bocados más exquisitos que han entrado en mi boca una empanada de berberechos presentada en Villagarcía en un concurso». «Hay ordenanzas antiguas, episcopales o de los concejos (…) sabemos que ya se pudo comer (pulpo) en las ferias más antiguas del país».

[[H2:Un enamorado de «Hamlet»]]

Cunqueiro estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Santiago de Compostela entre 1927 y 1934. Publicó su primer libro de poemas, «Mar ao Norde», en 1932, seguido por «Poemas do sí e non» en 1933. Más adelante, durante la Guerra Civil, y vinculado al Partido Galeguista, se instaló en Ortigueira, donde trabajó como profesor en un colegio, y en 1938 empezó con intensidad a colaborar en la Prensa de Galicia y Madrid. Escribió novelas y cuentos, y también obras de teatro: «Rogelia en Finisterre» (1941), «El caballero, la muerte y el diablo y otras dos o tres historias» (1945), «La balada de las damas del tiempo pasado» (1945) y «San Gonzalo» (1945). Sin duda, parte de su interés por el género se debió a su lectura de Shakespeare, lo que le llevó a escribir una obra como «O incerto señor Don Hamlet, Príncipe de Dinamarca» (1958), reinterpretación del personaje danés.