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Libros

López Velayos y la escritura en los tiempos de la IA

La novelista acaba de publicar "La tribu de Spica", que relaciona cine, literatura e inteligencia artificial

La periodista y escritora Teresa Velayos en un recoveco del Rastro Jesús G. FeriaPHOTOGRAPHERS

La calle Ribera de Curtidores puede semejar un enigmático punto para concordar una quedada cualquier día de la semana que no sea domingo, fecha en la que su calzada se llena de los puestos que conforman el Rastro. Su empinada cuesta hasta llegar a la Plaza del Cascorro y encontrar una terraza donde iniciar, una vez se haya recuperado el aliento, la entrevista refuerza el arrepentimiento.

Teresa López Velayos se lamenta irónicamente de su idea, pues fue la que pidió que se hicieran en ese enclave las preguntas. Sin embargo, era necesario, ya que es la localización donde se desarrolla "La tribu de Spica", su nueva novela. "El Rastro es el mosaico de la creatividad, aquí hay antigüedades y libros viejos, y mi libro va justo de la esencia del ser humano", justifica cuando es preguntada por qué situarla ahí. También le sirve para ejemplificar el contraste de la sociedad actual que a la par presenta su relato: la disputa entre la defensa de la imaginación humana y la hegemonía de la tecnología.

A López Velayos le nació en la adolescencia el "gusanillo" por escribir. Y ver con 13 años "La guerra de las galaxias" catapultó su pasión por el cine. Analizando cómo misturar ambas aficiones, la carrera de Periodismo le presentó la excusa perfecta. Como universitaria, la radio apareció en su camino, y se convirtió en su "de aquí a la eternidad". "Me sirvió para superar mi timidez y entrevistar a personas muy distintas, por lo que me abrió una puerta tremenda" confiesa con ojos enamorados.

La mujer de las mil caras

Cual filmografía de Kubrick, la profesional ha tocado todos los campos, incluso el audiovisual, pues ha escrito y producido tres cortometrajes, llegando dos de ellos a estar nominados a los Goya. A pesar de toda esta experiencia, tiene claro sus pilares: "Primero periodismo, luego radio y finalmente cine".

En su afán inconformista, necesitaba plasmar aquellas historias ficcionales que tenían hogar en su cabeza. Su primer cuento, "El Sueño que soñaba ser soñado", salió a la luz en 2015. El camino de las baldosas narrativas le ha llevado a este año lanzar "La tribu de Spica", novela "para adultos y también adolescentes", como ella misma la cataloga. La inspiración para escribirla fue un niño de su entorno que desde una temprana edad era un entusiasta de la lectura. "Un niño que es tan lector merece vivir en un libro", reivindica.

Algunas antigüedades que, seguramente, le sirvieron de inspiraciónJesús G. FeriaFotógrafos

El escrito sigue las andaduras de Pablo, un niño amante del folio que tendrá que salvar al mundo de una inteligencia artificial cuyo objetivo es erradicar la capacidad de pensar de los humanos. "O controlamos a la IA o se nos va de las manos", exclama la novelista cuando la cuestión robótica se posa sobre la mesa. Recuerda el gran impacto que "El planeta de los simios" tuvo en su vida, y cómo ya hace más de 50 años se planteaba la posibilidad de que el hombre era capaz de acabar consigo mismo.

Ante un futuro, e incluso presente, en el que periodismo y la literatura tienen que lidiar con un contrincante inhumano, Teresa reconoce que es complicado. De todos modos, arroja una esperanza: "Los periodistas y escritores tenemos que echarle alma, y de momento la IA no la tiene. Lo que nos hace únicos a cada uno de nosotros son nuestras vivencias, lo que harán que cada uno escribamos de una manera. Eso, por ahora, no lo ha descubierto".

Queda patente que los ordenadores aún no han conseguido alcanzar la "esencia" que tanto le cautiva a la veterana escritora, pues no hubieran sido capaces de concebir "La tribu de Spica". Tampoco parece probable que puedan competir contra la eterna originalidad de Teresa, que ya está cocinando un nuevo libro. Como buena amante de Hitchcock, mantiene la "sospecha" sobre él, y únicamente destapa que está en el proceso de idearlo, postergando su confesión a cuando se convierta en una realidad más sólida: "Si sólo pones los palitos, sopla el lobo y te tira la casa". Dejemos que su pluma haga el trabajo y, próximamente, este final abierto deje de serlo.