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Entrevista
Pedro Mairal: «Me interesa contar los malos polvos, no la felicidad sexual»
El autor de «La uruguaya» vuelve diez años después con «Los nuevos», una novela anfibia entre dos mundos

«Nos vi reflejados a vos y a mí en ellos, y me dieron tantas ganas de protegerlos de la crueldad. Los recién llegados, los nuevos. Aunque se lo adviertas, van a entrar igual, tienen que entrar, tienen que llegar, ni se imaginan lo que se les viene encima, pero hay que cuidarlos. El mundo de barrotes, cerraduras y trabajos horribles los va a vestir, a castigar, a acomplejar, a separar, a reprimir, cuando se vuelvan a desnudar ya no van a ser los mismos. Todavía no conocen ni las espinas del jardín, no tienen ni cicatrices ni sombra definida. Cada uno con su manzana, hermosos, despreocupados, casi no pisan el suelo», le escribe Pilar a su amigo Thiago en relación al «Adán y Eva» de Dureroque acaba de ver en el Prado. Hete aquí la esencia de «Los nuevos» (Destino), la última novela del argentino Pedro Mairal, quien entró en nuestro panorama literario hace una década como la propia Pilar o Pil Vicious lo hace en su narración, tirando la puerta abajo. Mairal lo hizo con la publicación en nuestro país de esa novelita-novelón que es «La uruguaya» (2016, Libros del Asteroide).
«Por lo general yo hago textos cortos, no escribo novelas hasta que tengo muchas ganas de escribirlas. Casi te diría que la novela me tiene que impulsar a mí», confiesa el autor argentino, quien cuenta también que ese fue el caso de esta novela: «Me fue surgiendo la voz de alguien (Thiago) que no quiere contar algo. Esa fue la semilla primera. De la parte de Thiago salió la de Bruno, y de ahí la de Pilar. Este tríptico que es la novela fue creciendo sin un plan. Entonces, eso para mí fue novedoso en el sentido de que cada libro yo tengo que aprender a escribirlo. En la medida en que para mí la escritura siempre es un experimento».
Y claro que en este parón novelesco también influyó la repercusión de «La uruguaya»: «Me pesó, pero no por la expectativa de hacer otra novela a la altura, sino porque se me había pegado mucho el personaje: y en buena parte fue por mi culpa porque lo hice escritor», asegura Mairal, que afirma que «la película me ayudó a quitarme el personaje de encima. De algún modo el actor y la película se llevaron a Lucas Pereira, y apareció el aire para escribir, el vacío, el silencio y el espacio para que aparezca otra novela.»
Sexo, música y fútbol
Volvamos a ese narrador –del que hablaba su autor– que no quiere contar, ese Bartleby. Escribe Mairal, bueno, Thiago en este caso: «la escuché a Side Boob decir una frase que se la conté a Pil y me prometió que un día la vamos a imprimir en una remera: Comeme la rana. Ese nivel de intimidad tuve que escuchar. (...) Son ese tipo de cosas las que me frenan cuando pienso en escribir. Me interesaría escribir alguna vez, sí, pero solamente si puedo contar todo con esos detalles. Y no se puede. Es imposible».
Le preguntamos a Mairal por el sexo, un elemento fundamental en su novela, en sus novelas, y que también consta en el anterior párrafo: «El sexo tiene que ver con el pudor, con la vulnerabilidad, con el deseo, con la distancia entre lo imaginado y lo que está sucediendo. Esa distancia es siempre muy quijotesca: la distancia entre el gigante y el molino. En ‘‘Los nuevos’’ aparece el sexo, el deseo un poco desplazado. Thiago en una escena mira por la ventana al chico que le gusta mientras está en una escena erótica con Pilar: su cuerpo está en un lado, pero su mente está por otro. Pilar, entre borrachera y borrachera, agarra una segudilla de malos polvos. Me gusta mostrar los polvos malos, por lo general. La felicidad sexual no es muy narrativa».
No hay aún remeras con el «Comeme la rana», pero sí con el «Si no podés con la vida, probá con la vidita». Es una frase que dice Pereira en «La uruguaya» que se ha viralizado, llegando a tatuajes y a tazas de desayuno. «Lucas Pereira empieza a tocar el ukelele porque la guitarra le parece muy complicada. De la misma manera que la vida le resultaba demasiado, trató de hacer la vidita», explica Mairal. Y ahí queremos llegar, al ukelele, un instrumento que de nuevo suena en esta narración donde tanto peso tiene lo musical: «En ‘‘Los nuevos’’ aparece el ukelele pero un poco reversionado, porque es un poco burlado por el personaje de Pilar, que no lo soporta, y hay como una especie de gran venganza en contra del ukelele..., y aparece la guitarra, el teclado, el bajo, hay un movimiento musical un poco extraño en esta novela».
También juega Mairal con las voces de la narración, pasando de la primera a la tercera persona, turnándose, interrumpiéndose, invocándose los narradores para contar la historia: «Yo lo hago para provocar variaciones en una narración. Si yo escribiera la primera y la segunda parte en primera persona se iba a superponer. Está bien que aparezca esa tercera persona, incluso también como posibilidad lejana de que el que esté escribiendo eso sea Thiago, o quizás Pilar, años después», dice el escritor argentino, y prosigue: «Es curioso porque da la impresión de que una tercera persona pareciera que es menos íntima, pero no. Casi la parte más íntima de la novela es la que está escrita en tercera persona. El personaje de Bruno provoca mucha cercanía, identificación, y en buena manera está dada por esa tercera persona».
El fútbol es otro elemento fundamental, ¿habría novela si Argentina no gana el mundial de Qatar? «Seguramente sí, pero no sé si aparecería eso en el libro. Hubiera sido menos terrible para Bruno, porque creo que lo terrible para él es que Argentina gana, él ve en su pantalla la muchedumbre en Buenos Aires, saltando en el calor abrazados, todos. Y él está sólo en ese plano congelado, en ese hielo, en ese lago, si salta se cae al agua congelada. Ese paisaje es un paisaje emocional, reflejo de su soledad», cuenta.
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