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«Un lugar al que volver»: Convivir en tiempos de Mussolini

Arturo del Burgo publica una novela ambientada en la caída del fascismo bajo la mirada de gente corriente

Benito Mussolini en el balcón del Palacio de Venecia
Benito Mussolini en el balcón del Palacio de Venecialarazon

Durante aquellos meses de encierro, restricciones, distancias, cuarentenas y mascarillas, el ser humano aprendió que no es ajeno a su alrededor. Que forma parte de un todo, y lo condiciona al igual que él le afecta. «La pandemia es lo más cercano que he vivido a una situación excepcional, una crisis mundial que nos afectó hasta el punto de recluirnos y que se escapó de nuestro control», explica a este diario Arturo del Burgo. Acaba de publicar «Un lugar al que volver» (Almuzara), novela ambientada en la Italia de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. «Salvando las infinitas distancias con una contienda», continúa, «la pandemia me permitió comprender mejor la mirada con la que los protagonistas se enfrentan a la situación que se les echaba encima. Esta novela trata sobre el impacto que una guerra tiene sobre gente corriente. No podemos vivir al margen, el mundo que creemos ajeno, de pronto, se nos puede echar encima. Es importante y nuestro deber individual y colectivo velar y contribuir para que el radicalismo y el extremismo no se adueñen de nuestro presente y arruinen nuestro futuro», afirma. ¿Velar, entonces, por lo pacífico en tiempos de Meloni? «A estas alturas, Italia ya se ha acostumbrado a vivir en la convulsión. Llevan décadas así, tienen una sociedad civil fuerte que vive en cierta medida al margen de las turbulencias políticas, solo así se explica que el país siga funcionando. Pero no es posible comparar la situación actual con la de Mussolini, porque los problemas de inicios del siglo XX son completamente distintos. Ni en la mente de Meloni ni en la de sus ciudadanos está acabar con la democracia», opina Del Burgo.

Para este ejercicio de convivencia y conocimiento, resulta fundamental el estudio del pasado. Parece que la Segunda Guerra Mundial forma parte de una época lejana, «pero solo ochenta años nos separan de aquel mundo que se enfrentó a sí mismo», dice Del Burgo, quien espera que «ojalá nunca decaiga el interés y sigamos estudiando ese episodio. Primero, para no repetirlo, si es que es posible. Segundo, para conocer mejor hasta dónde es capaz de llegar el ser humano». En este sentido, la novela puede llegar a jugar un papel crucial, pues considera el escritor que «es un instrumento que permite humanizar la tragedia con más intensidad». Escoge Italia porque considera su papel en la guerra «como una desconocida en comparación con el resto de países». Al estudiar el caso del país, en época de la caída del fascismo y de la liberación de la península, Del Burgo se encontró «con una infinidad de acontecimientos y personajes que conforman el escenario ideal para una novela como esta».

Un mero títere

Sigue los pasos de Valeria, cuya vida soñada cambió cuando comenzó la guerra. Con su hermano en el frente y los alemanes en el país, vive recluida y deseosa de que los aliados acaben con el fascismo. Sin embargo, ese régimen que detesta está en su vida, pues su prometido, Carlo, es asesor del mismísimo Mussolini. Entre esta oscuridad, aparece un joven que convulsiona su mundo: Robert Spencer, piloto norteamericano que, tras bombardear Roma, es abatido y estrella su avión en un viñedo. La familia de Valeria lo rescata, le salva la vida, y ambos se enamoran. Con este resumen, subraya Del Burgo que «para mí era fundamental asentar la novela en un contexto real, con personajes y localizaciones reales. Por eso, prácticamente todas las calles, edificios, cafeterías o restaurantes que aparecen existen».

Toda una generación se crio y educó bajo los dictados de Mussolini, inmersos en un sistema centrado en ensalzar su figura. «No es difícil, por tanto, imaginar la admiración y el orgullo que para uno de esos jóvenes, como Carlo, podía suponer trabajar junto a él, tras toda una vida víctima de la propaganda», apunta el autor, quien sitúa al Duce de su novela «en los últimos estertores del fascismo, donde no es más que un mero títere al servicio de Hitler. Un hombre vencido por su propio pueblo». Con esto, en su obra también se ensalza el contrapunto. Es decir, refleja el valor y el coraje de la gente de a pie a través de Valeria, así como destaca a la gente buena, «porque sobraba también bondad incluso en un campo de batalla. Esta guerra está repleta de ejemplos y anécdotas de personas que se rebelaban contra la inhumanidad reinante, y mantenían la esperanza de un mundo mejor», concluye.