Llanto por MP
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Me ha golpeado fuerte por dentro la muerte de José Luis Martín Prieto –MP–, con el que inicié el oficio de periodismo en el caserón de la calle San Roque, donde hacíamos «Informaciones», y con el que he vuelto a encontrarme al final de nuestras vidas en este refugio de LA RAZÓN.
Me ha golpeado fuerte por dentro la muerte de José Luis Martín Prieto –MP–, con el que inicié el oficio de periodismo en el caserón de la calle San Roque, donde hacíamos «Informaciones», y con el que he vuelto a encontrarme al final de nuestras vidas en este refugio de LA RAZÓN. Periodista de raza, insobornable y brillante, MP fue el cerebro, junto a Juan Luis Cebrián, en la creación y puesta en marcha de «El País», del que no obtuvo con el tiempo el trato y la recompensa merecidos. Volvimos a coincidir, aquellas frías mañanas del 82, en el juicio de Campamento a los golpistas del 23-F. Sus crónicas de aquello, un documento imprescindible de la reciente historia de España, demostraron a las claras que MP era el mejor de todos nosotros. Su recorrido americano, aparte de una experiencia humana decisiva –su encuentro con Cristina Scaglione, su amor y su doctora–, le abrió nuevos horizontes, que han iluminado sus columnas hasta el final. Él observó de cerca el ceño de los dictadores en las salas de banderas y la ferocidad de los guerrilleros en el monte. En esta hora triste del balance de urgencia, con sus restos entregados a la ciencia, hay que dejar constancia de su radical decepción con la marcha del socialismo en España, desde su acompañamiento a Felipe González camino de La Moncloa a la fuerte incomodidad con Pedro Sánchez. Martín Prieto estaba de vuelta en muchas cosas porque antes había hecho el camino de ida, y era un hombre inteligente y honesto que las veía venir.