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Crítica de clásica

El mar como fondo de pasiones

Obras de Arrieta y Sorozábal. Ruth Terán, Quintín Bueno, Javier Franco, Ramón Grau. Idea original de Emiliano Suárez. Madrid, 17-IV-2025, Garaje Lola.

Cartel anunciador Garaje Lola

Inaugura su temporada el camaleónico Espacio Garaje Lola con un díptico marinero en dos partes constituido por representativos fragmentos de dos zarzuelas: «Marina» y «La tabernera del puerto», bien que la primera, en la revisión de su autor con destino al Teatro Real, sea realmente una ópera. Lo que no importa demasiado en este caso en el que solamente se pudieron escuchar retazos. De la primera las dos arias de «Marina», la salida de Jorge, un par de intervenciones de Roque, y un trío. De la segunda los dúos de Marola con su padre y con Leandro, las romanzas de ella y de Juan de Eguía.

Música evocadora y acogedora servida puntual y flexiblemente desde el piano por ese buen fraseador que es Ramón Grau, que se entendió muy bien con los cantantes. Ruth Terán, una habitual en estas aventuras emprendidas por Emiliano Suárez, es una gentil soprano lírico-ligera, de timbre rico y resplandeciente, de extensión más que sobrada (por arriba hasta el Mi bemol 5), de metal bruñido y sonoro. Algunos agudos y sobreagudos sonaron agrestes, exentos de redondez y ciertos trinos no tuvieron el dibujo necesario, pero sacó a flote las nada fáciles dificultades que le plantean ambas obras.

Quintín Bueno es un tenor asimismo lírico-ligero con mayor tendencia a lo lírico puro. Su instrumento, igual, bien conformado y proyectado, extenso, sin engolamientos o nasalidades apreciables, es manejado con una técnica bastante sólida y maneja los reguladores con habilidad, con un fraseo frecuentemente generoso y una escalada a la zona alta franca y resuelta. Al timbre le falta, es cierto, un mayor brillo, un metal más rico, una sonoridad más penetrante, una amplitud más reconocible. Pero anda seguro y pisa firme.

Como lo hace el ya veterano barítono Javier Franco, sólido y pétreo, amplio y rotundo, de centro oscuro y caluroso, de agudo bien proyectado y hercúleo, de canto bien conformado, de línea ondulante y cálida. Ciertos apagamientos en la zona grave y determinadas desigualdades de posición no empañan una línea da canto excelentemente construida, a veces por oleadas y una cierta tendencia al desbordamiento en el dibujo de un Roque bien contrastado y de humanidad a flor de piel. Su entusiasmo es contagioso. Dijo con expresividad la famosa romanza que describe las bondades de las jóvenes de distintas edades.

La función se desarrolló por tanto dentro de un clima musical muy cercano siguiendo las parvas instrucciones escénicas de Emiliano Suárez. Ninguna complicación o aventura fuera de tiesto en la escueta puesta en escena. Un permanente fondo de un mar embravecido; unos flotadores en continuo vaivén; una barca con gaviotas…

Suficiente para hacernos una idea de dónde se ubica la acción. En primer plano unas redes, una mesa, una silla. La música y el buen canto hicieron lo demás para satisfacción del acogedor público que abarrotaba el Garaje.