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Morgan, hacer música para no tener que explicarla

El grupo madrileño publica «Hotel Morgan», un disco íntimo y su récord de canciones en castellano

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La eterna discusión en torno a Morgan es que siempre merecen más de lo que tienen. Por calidad de las canciones pero muy especialmente de todos y cada uno de sus instrumentistas, la banda madrileña goza de un reconocimiento claramente inadecuado. No es que sea ínfimo, ni que ellos protesten por ello: al contrario, el cuarteto madrileño nunca maldice su suerte por más injusta que nos pueda parecer a los demás. Acaban de publicar «Hotel Morgan», un disco que abre ventanas hacia adentro y que habilita lugares donde pernoctar. Un trabajo que presentan de gira durante 2025, con noches como la que les lleva al WiZink Center en el marco del festival Inverfest el próximo 21 de enero.

La conversación con el grupo gira, inevitablemente, en torno al traicionero éxito. «Creo que hay algo en el deseo de tener más éxito que hace que inevitablemente disfrutes menos del que tienes», dice Carolina de Juan, «Nina». «A nosotros, el hecho de no pensar en qué iba a pasar desde el primer disco nos ha permitido valorar mucho más todo el proceso, ser más conscientes de todo lo que nos iba sucediendo, aunque a veces casi parezca que estás a punto de acostumbrarte, porque has tenido dos fines de semana seguidos geniales», explica la cantante de la banda, una de las mejores voces de la escena nacional. «Está fantástico soñar con tocar en el Royal Albert Hall, pero no es el afán, porque si de repente todo gira en torno a eso, no flipas con salir al Teatro Principal de Burgos, que hizo que se nos pusieran los pelos de punta de experimentarlo en su momento. Todavía hoy cuando lo cuento me pasa», dice Nina mientras se remanga la derecha y mira hacia el techo. «Siempre hemos tenido la idea de ir haciendo más cosas y sobre todo mejores, pero no de ponernos una meta que nos pueda generar una frustración de ese tipo».

Agradecidos

«Yo firmaba tocar cada noche en las mejores salas y teatros de cada ciudad, como hasta ahora», apunta a su derecha Ekain Elorza. «Yo pensaba que con el primer disco íbamos a actuar cuatro veces y mira lo que pasó... así que como para no estar contentos», explica. Paco López se muestra más gráfico: «Mira, sí, estamos encantados. Poder hacerlo es lo raro, realmente. Raro es que puedas tocar todos los fines de semana como oficio. Que te puedas dedicar a esto es un milagro del cielo. Los que tocamos en un grupo sabemos lo difícil y lo poco probable que es, por muy bueno que seas tocando un instrumento, dedicarte a esto. Todos conocemos a gente brillante que lo intenta y no toca todos los fines de semana. Entonces, sí; estamos más que conformes con las cosas que nos han pasado. Si va a más, champán por las tetas. Si va a menos, agradecidos por haberlo vivido».

El grupo, que fue reconocido por los Premios de la Música Independiente, regresa con un álbum, de nuevo, en tono íntimo que no obedece a planes preestablecidos. «Nos fuimos a grabar a Noruega para salir de lo rutinario, para deslocalizarnos. Por eso creo que se ha filtrado ese espíritu húmedo, invernal, del sonido de la costa en invierno», describe Nina. Pero no busquen razones: «Hacemos música para no tener que explicar las cosas que sentimos o que pensamos», añade Elorza, despejando preguntas de por qué y cómo. «Quieres hacer el trabajo pero no tienes nada preconcebido, ninguna intención, vas haciendo temas y, cuando vas viendo que encajan, y que unos le dicen cosas a los otros, pues aparece la magia. Son detallitos que van encajando, pero cada canción tiene su personalidad», apunta López. No es, sin embargo, el camino fácil: «Bueno, pienso que sucede contra todo pronóstico. Canciones largas, en inglés, de desarrollos largos, de cierta intensidad... Sabíamos que nos gustaba lo que estábamos haciendo, pero en el fondo teníamos la certeza de que trabajábamos en canciones para un público que parecía que no existía», dice Elorza.